EL INEXPLICABLE ENCANTO DEL AVIÓN DE GORBEA

Coordenadas: 39°05'51.2"S 72°40'18.7"W

Tuve que devolverme en la bicicleta y sacrificar un rato contándolo como pérdida, aquel lunes 24 de enero de 2022... No podía seguir internándome por el área urbana de Gorbea sin fotografiar y mirar con más detención esa reliquia de la aeronáutica allí en la entrada del poblado de la Provincia de Cautín. Por alguna razón (tal vez la ansiedad de avanzar rápido, diría ahora) había pasado por el lado del reluciente avioncito en la avenida O'Higgins sin detenerme, pero el brillo metálico de su estructura me siguió titilando en los minutos siguientes dentro de la cabeza, hasta convencerme de regresar.

El avión se encuentra en una placita justo en el empalme de calle Manuel Bulnes con O'Higgins, a un costado de la tenencia de Carabineros de Chile y a poca distancia de la principal gasolinera de esta localidad. Entre el área de césped cercada por lindas palizadas de madera, la nariz del aparato apunta hacia el norponiente como si hubiese quedado detenido para siempre en los preparativos de un imaginario viaje hacia Cañete, Arauco o la Cordillera de Nahuelbuta. En ciertas horas del día, además, diferentes tonos del reflejo del sol sobre su carrocería de remaches parecen devolverlo a la vida, cual si quisiera tomar altura otra vez por encima de aquella imponente geografía de la Araucanía.

Aunque el avioncito nunca fue parte el servicio aéreo de la comuna de Gorbea, sino de Puerto Montt, es todo un símbolo de la comuna en donde hoy se halla: sin ser grande o imponente, resulta tan elegante como sería un Cadillac o un Oldsmobile esperando renacer en un garaje. Saluda en total silencio a los turistas que llegan por esta vía e invita a los viajeros a tomarse una fotografía con él a sus espaldas. Esto último ha llegado a ser casi una tradición local, según cuentan. Está a cierta altura, sin embargo: además de los cerca de tres metros que alcanza, fue montado sobre unas plataformas metálicas que lo mantienen sin tocar el suelo. Una sencilla escalerilla permite esculcar con la mirada sus interiores, a través de las ventanas.

Se trata de un avión bimotor Beechcraft C-45 Expeditor del año 1945, numerado como el 488 en su costado izquierdo. Pertenecía a la serie de los modelos 18 ligeros y de ala baja apodados Twin Beech y salidos desde las fábricas de Beech Aircraft Corporation de Wichita, Kansas. Dicha línea se produjo desde 1937 hasta fines de los años sesenta, habiendo tenido participación relevante en la Segunda Guerra Mundial. Con 10,4 metros de largo y 14,5 de envergadura, su peso sin carga es de unos 2.800 kilos. Requería de dos pilotos y soportaba seis pasajeros, condiciones que lo hacían óptimo para transporte privado, servicios de correo y saltos de paracaídas.

Publicaciones de la Municipalidad de Gorbea y de la Biblioteca Municipal informan que el avión fue llevado hasta allá en 1984 por el ex alcalde Pablo Lubascher Ruiz. Designado en el cargo tres años antes, Lubascher era avezado aviador y un amante de la aeronavegación en general, lo que explica su interés por tenerlo en la comuna y como parte de un homenaje mayor a uno de los mártires de la aviación moderna, como veremos. La autorización respectiva fue cursada por la Junta Militar por Ley N° 18.131 de 1982 y Ley N° 18.241 de 1983, misma que donó varios aviones históricos pero fuera de servicio de la Fuerza Aérea de Chile a instituciones y municipalidades de San Bernardo, La Cisterna (un Vampire que conocí en mi infancia, en el paradero 25 de Gran Avenida), Arica y otros destinos. Al de Gorbea se lo señalaba en el texto como "Beech Aircraft tipo C-45 H, serie número 52-10567, número de orden FACH-488".

La misma Biblioteca Municipal confirma la presencia de un singular relato oral, sobre un supuesto incidente que habría ocurrido hace varios años y que ya es parte de la mitología urbana conocida por varios habitantes de la provincia. Cuentan que unos muchachos que estaban de visita en Gorbea y que llegaron al lugar en horas de la madrugada luego de haber bebido bastantes copas de alegría, en su borrachera creyeron que el avioncito era algo así como un servicio de paseos aéreos para turistas y partieron hasta la vecina tenencia de carabineros pensando que allí se compraban los pasajes. El oficial de guardia los complació llevándolos de paseo aquella noche, por supuesto, pero al calabozo.

El avión fue instalado en esa pequeña área verde llamada Plaza Reinaldo Martin Müller en recuerdo del atleta y capitán de la Fuerza Aérea de Chile cuyo nombre también lleva el Estadio de El Bosque, en Santiago. Martin Müller, apodado cariñosamente Cachupín y gran amigo del futuro comandante en jefe Fernando Matthei, había muerto en un trágico accidente aéreo del que iba al mando en vuelo desde Los Cerrillos hasta Puerto Montt. Ese fatídico 28 de enero 1959 su nave se estrelló en el Volcán Osorno, pereciendo también sus acompañantes Eleuterio Molina, Arturo Morales Morales y Héctor Ruiz García.

El avioncito 488 de Gorbea forma parte del homenaje que fue constituido en la plaza a la memoria de Martin Müller a 25 años de su muerte, en consecuencia. "La seguridad es nuestro compromiso", señala hoy un cartel en la misma área verde, a un lado del viejo y encantador aparato aéreo.

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