EL PERPETUO GIRO DE LAS AZUDAS DE LARMAHUE

Coordenadas: 34°24'37.2"S 71°12'45.2"W

Larmahue es un hermoso pueblo de identidad agrícola, ubicado cerca de 80 kilómetros al surponiente de la ciudad de Rancagua. Está en la comuna de Pichidegua, Región del Libertador Bernardo O'Higgins, por la orilla sur del río Cachapoal que da nombre a la provincia y en los contornos de la carretera H-76 que une San Vicente de Tagua Tagua con la localidad de Pichiduegua, camino que va entre campos de cultivo, casonas patronales y viejos murallones de adobe bordeando los cerros de la zona. Sus orígenes se remontan a la Fundo Santa Amelia de Larmagüe del siglo XVII.

La comuna de Pichidegua fue creada en 1891 quedando el fundo en su jurisdicción, como parte del Departamento de Caupolicán. Sin embargo, el tramo de la carretera en cuyas veras crecería el poblado lleva hasta ahora el nombre de calle Viceparroquia, por encontrarse en ella el templo de la Viceparroquia de Larmahue desde 1820, según algunos cálculos. Entre este recinto religioso y la vecina localidad de Lo Argentina está también el Peñón de San Francisco, en donde recibían la bendición los animales en el día del santo. Otras manifestaciones de folclore religioso incluían en aquella comunidad el canto a lo divino, las ofrendas del primeras cosechas a Jesús, los rezos colectivos de las novenas, payadores de fiestas religiosas y los famosos velorios del angelito con los que se despedía a los niños muertos.

Hacia el otro sentido de la carretera de la Viceparroquia y al sur puente Codao, en cambio, se encuentran las piezas de un verdadero tesoro de la ingeniería rural de la primera mitad del XX, verdadera atracción turística de esos destinos: las llamadas Azudas de Larmahue, correspondientes a ingeniosas ruedas de madera con piezas metálicas que captan agua para el regadío de los campos con sus cangilones en forma de cubas, accionadas por el propio caudal del canal Almahue que corre mansamente por el costado derecho de la carretera y que fluye desde el Cachapoal.

Dichas ruedas hidráulicas o ruedas de agua, como son llamadas también, fueron de gran importancia para el desarrollo del poblado en el pasado. Las había de a varias en el trayecto, algunas de tremendas proporciones con hasta ocho metros de diámetro, propietadas o utilizadas por diferentes familias. Existen otras también en Lo Argentina, vecina localidad en donde reside uno de los dos únicos "tesoros humanos vivos" que las reparan: el señor José Eduardo Huerta Serrano, nacido en Larmahue pero residente en este lugar desde los 13 años de vida.

 

 

En Larmahue propiamente tal vive el segundo reparador y constructor de azudas: don Arturo Lucero Zamorano, también considerado "tesoro humano vivo". Por esta razón, el payador y cantor a lo divino de la Viceparroquia de Larmahue, don Rafael Lucero, cantaba:

Mi don estoy disfrutando
y lo hago como pueda.
Yo sigo payando
y mi hermano haciendo ruedas.

Las principales ruedas visibles hoy están desde el sector de la plaza y el empalme de la calle Santa Cecilia hacia el poniente. Su origen parece haber estado en el fracaso de un proyecto hidroeléctrico, cuando las primeras fueron construidas por don Celso Zamorano, según se supone, con la idea era obtener electricidad con ellas. Sin embargo, la corriente del canal resultó demasiado suave como para activar los generadores, llegando a un giro completo de la rueda cada un minuto. Hay más información al respecto en el trabajo titulado "Las azudas de Larmahue: una singular manifestación del ingenio humano para regar cultivos en tierras de secano" de Antonio Sahady Villanueva, José Bravo Sánchez y Carolina Quilodrán Rubio, publicado en la "Revista de Urbanismo" N° 25 del Segundo Semestre de 2011.

Como había un requerimiento de agua para riego, sin embargo, comenzaron a ser utilizadas con este objetivo y adaptando sus contenedores a la captación de agua, después adosándole a los mismos algunos baldes de plástico. El agua obtenida era arrojada a un recipiente más grande y canalizada desde allí hasta los huertos. Confeccionadas de madera, montadas sobre un eje de dos postes y rodeadas de un aparataje con plataformas para acceder a las mismas, las ruedas tienen alrededor de cinco a seis metros de diámetro en promedio, llegando a su más veloz momento de actividad hacia mediados de cada otoño y en los inicios de la primavera.

Investigadores como Roberto Benavente, en un documento  titulado "Centro de interpretación del agua y las Azudas de Larmahue", señalan que tales sistemas hidráulicos se remontan a la introducción de conceptos ingenieriles por parte de los conquistadores españoles, que incluyen los molinos harineros y los trapiches. El agua, en este caso, pudo ser tomada, elevada y reconducida hacia los terrenos agrícolas en donde escaseaba resolviendo así un problema derivado de las características geográficas y las alturas en el sector. La irrigación había sido la razón para construir el canal Almahue, de hecho, ya que el Cachapoal está más al norte. Este canal era conocido por los que fueron niños en la zona, por cierto, ya que su pacífica corriente permitía a muchos de los más audaces arrojarse al mismo en los días calurosos del veranos.


Hay claros paralelismos entre estos sistemas y las norias andaluzas, además, conocidas en la Península Ibéerica durante el largo período de influencia árabe. Más todavía, investigadores como Julio Caro Baroja, Ignacio González Tascón y Gabriel Guarda concluyen que las azudas de Larmahue se ajustan más al modelo de la ingeniería arábiga que a la romana.

Las más hermosas ruedas de agua están en la ruta H-76 y el sector donde desembocan las calles Santa Cecilia, San Juan de Dios y Santa Rosa, entre pequeños jardicitos que bordean al canal y las entradas a las residencias con cortos puentes peatonales sobre el mismo. También se han construido plazas-miradores en Larmahue para observarlas y leer cuadros informativos sobre las mismas, en 2012. Otras se hallan hacia el exterior del poblado en donde el canal cruza hacia el lado izquierdo, incluida una de las más grandes; y en la vecina ruta H-82.

En total, contando todas las ruedas de sector, estas suman 35 azudas, aunque sobreviven sólo dos de las que alcanzan los ocho metro y algunas de las más pequeñas estén en ruinas. La más antigua de las que quedan está en el Fundo San Roberto, y se calcula que debe remontarse al período de 1930-1940.

17 de las ruedas de Larmahue en el señalado tramo principal recibieron la categoría de Monumento Histórico Nacional, por Decreto N.º 830 del 10 de agosto de 1998, atendiendo -entre otras cosas- a que las azudas "constituyen un gran aporte de la civilización musulmana, transmitida al mundo hispánico y luego a América". Sin embargo, como muchas de ellas se han destruido y otras presentan un mal mantenimiento al punto de ya no estar funcionales, la bienal privada internacional The World Monuments Watch incluyó a estas reliquias en su lista de patrimonio mundial en peligro, en 2002.

Para peor, el terremoto del 27 de febrero de 2010 causó daños en varias de ellas, aunque es loable la actitud que han demostrado ciertas autoridades locales y los propios vecinos, buscando dignificar y ornamentar los lugares en donde se encuentran, mismos en los que hacen paradas los viajeros para  poder admirarlas.

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