MOCAMBO: LA GELATERÍA DEL TIEMPO EN CAUQUENES

 

Coordenadas: 35°57'59.5"S 72°18'51.6"W

Debo este magnífico dato a mi amigo Rodrigo Arias, otro gran conocedor de Chile: me exhortó a visitar la Gelatería Mocambo ni bien se enteró de que andaba pedaleando ya por Cauquenes, en enero de este año 2022. Tal como señalaban sus instrucciones, allí esperaba el clásico local comercial: uno de los más antiguos y tradicionales de toda la Región del Maule, ubicado en calle Antonio Varas 398 llegando a Claudina Urrutia, a solo metros de la Plaza de Armas.

El Mocambo ha sido sitio de engolosinamiento y premios por buenas notas escolares para varias generaciones de cauqueninos. También ha servido de refugio para las parejas de enamorados. Parece no haber residente en la ciudad que no lo conozca desde niño, de la edad que fuere ahora. De hecho, es uno de los establecimientos comerciales más típicos y distintivos de la ciudad.

La gelatería y confitería con harto de pastelería, chocolatería y cafetería, fabrica sus propios helados y "a la antigua": con leche natural de la zona y sin edulcorantes ni colorantes, usando una clásica receta en gran parte mantenida en secreto. Todo en ella se ve antiguo, con mesones y frascos de cristal que ya ni siquiera existen en el comercio, provenientes de los primeros años de actividad del mismo. Es tan viejo como para que su actual mandamás y propietario, don Mario Luna, (a quien no le gusta ser fotografiado, me aclara cordialmente de entrada) no pueda precisar la edad exacta del negocio, calculándolo en "más de 70 años".

 

Echando cuentas por su semblanza, el negocio fue fundado por un señor llamado David, tío del actual dueño, y en alguna época fue un importante centro de encuentro de la juventud y los estudiantes de Cauquenes, al estilo de aquellos expendios en donde se tomaban malteadas y refrescos. Lo continuaría doña Olivia Luna, diestra cocinera que hacía chilenitos y empolvados como los que aún se ven en las vitrinas del local. Era ayudada de cuando en cuando por su hermano Mario Luna padre, quien se hace cargo del mismo negocio a partir de 1971. Así llega a don Mario Luna hijo, actualmente al timón detrás del mostrador.

La tradicional gelatería con mamparas de madera y vidrio tiene fama de ofrecer los mejores helados de Cauquenes en barquillos y vasos, además de ser bastante voluminosos. Mérito notable, sin duda, porque tanto en la plaza como en toda aquella zona del país abundan las gelaterías, vendiendo a residentes y turistas desde los cotizados helados artesanales de frutas hasta los más económicos helados soft, como se llama a los "de máquina". También se ha dicho que produce los mejores manjares blancos y golosinas hechas con este producto, algunas con formas de peces o aves. Leo en el sitio Cauquenes, Tertulias de la Memoria que las figuritas de manjar blanco las hacía doña Carmelita Castillo todavía a sus 90 años y con más de 60 en el oficio contados en 2007, residiendo en el kilómetro 4 del Camino a Chanco.

El sector de atención del público en la gelatería es de dos partes: la principal, en donde se paga o se elige el producto desde los mostradores y anaqueles; y una posterior en donde está el expendio de helados, guardados en unos cubículos según el sabor: plátano, piña en agua, bocado, chocolate, frutilla, etc. Un empleado los entrega en el barquillo o el vasito por una ventanilla, y viejos refrigeradores con puertas de manilla (como los que recuerdo haber visto en la carnicería de mi abuelo, hace muchos años) se encuentran en aquel pasillo, entre ambos espacios.

El sistema de compra es, también, algo remontado a los orígenes del negocio: el cliente recibe una ficha en la caja de pago que después se convierte en el helado, al ser entregada al operador de pulcros delantal y gorro blancos después de ofrecer los sabores disponibles. Es el procedimiento que ha caracterizado la relación con el público desde hace décadas y que, combinado con el aspecto connaturalmente vintage de este negocio, funciona como una verdadera recreación de la forma en que se realizaban las transacciones del pasado en el comercio popular.

Varios personajes de la comunidad cauquenina han trabajado en el Mocambo a lo largo de su prolongada historia. Uno de ellos, el maestro heladero Hugo Hernández Rojas, falleció a inicios de diciembre de 2013 dejando un gran sentimiento de duelo y un recuerdo que aún permanece entre los clientes del negocio. Don Hugo atendió por largo tiempo la señalada ventanilla por donde se entregan los helados.

Hasta hoy, algunos contenedores de caramelos y galletas del local, repartidos en las repisas o sobre el propio mostrador, deben tener medio siglo o más de existencia. De hecho, varios son similares a los que se distinguen en la escenografía de películas del Viejo Oeste, cuando se ven interiores de algún almacén o pulpería. Hay varios modelos de ellos, todos originales, al igual que otras reliquias como una báscula mecánica y la encantadora caja registradora, razón esta última de que solo se pueda pagar en efectivo allí.

No me gusta abusar del concepto de las "ventanas al pasado" o los "viajes en el tiempo", aunque esta clase de experiencias me fuerzan a recurrir a aquella figura lírica. Y el Mocambo es, sin duda, un caso que calza perfectamente con aquella ilusión.

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