EL FINADO OLIVARES: UNA ANIMITA QUE SE QUEDÓ AFUERA DEL CEMENTERIO DE IQUIQUE

 

Coordenadas: 20°12'43.93"S 70° 8'29.84"W
La llaman la animita del finado Olivares o, más cariñosamente, sólo como Olivarito. Algunos le agradecen favores y otros lo que definen derechamente como milagros. Es poco lo que se sabe de ella, sin embargo, y aunque leí en un diario "La Estrella de Iquique" de 2003 que todos los días lunes llegaba una devota persona a limpiarla, me fue imposible encontrarla tras varias pasadas por allí. No hay acuerdo sobre cuál era el nombre de pila del finadito, pero se da por hecho que era un varón.
La animita Olivares se encuentra cerca de la punta de cuadra donde empalman las calles Esmeralda, 21 de Mayo y Cementerio, precisamente en el inicio de esta última y sobre un viejo murallón exterior del Cementerio N° 1 de Iquique, pero recibe más bendiciones y flores que varias criptas del camposanto. Se nota que la animita es antigua y que alguna vez tuvo varias casuchas, como sucede con Romualdito en Santiago, pero el tiempo y quizás los vándalos han dejado sólo una entera desde hará unos diez o quince años, protegida con una cubierta de baldosín cerámico azul.
Curiosamente, la animita se encuentra a escasa distancia de otra de las más famosas que existen en Iquique: la de Hermógenes San Martín, aunque la de Olivarito tiene un carácter especial por estar adosada al cementerio, aunque sea más modesta y no cuente con una capilla propia como la de su vecino, funcionando casi como una prolongación de la necrópolis.
Es corriente ver gente encendiéndole velas, y parece que el altarcillo tiene especial popularidad en los estratos más modestos de este antiguo lado de Iquique. Una leyenda que encuentro comentada en el portal de internet "El Sol de Iquique", cuenta que una conocida mendigo con sus facultades mentales perturbadas dormía en este sitio donde está la animita, hace muchos años. Por el tipo de compañía animal que prefería, la llamaban "La vieja de los gatos", tal como a un personaje de "Los Simpsons", y contaba el mito que había sido una profesora antes de caer en desgracia y en desquicio.
Existen varias versiones sobre quién era Olivares. Algunas hablan de un iquiqueño que vivió en carne propia grandes tragedias existenciales, falleciendo aquí víctima del abandono o de la indigencia. Otros dicen que se suicidó, pero también está la creencia de que falleció en manos de delincuentes que intentaron asaltarlo. La ex calle del Cementerio era antes un peligroso y temido callejón de la ciudad, verosímil con la historia de su supuesto asesinato.
No deja de ser intrigante, también, su cercanía al cementerio pero sin pertenecer exactamente a él. Una versión relacionada señala algo extraño: la animita correspondería en realidad a un culto que existía antes al otro lado del muro sobre el cual está apoyada, en un nicho dentro del cementerio. El culto habría sido "exiliado" del recinto al levantarse el murallón o impedirse su ejercicio dentro del recinto. Efectivamente, dentro del camposanto, al otro lado de ese muro, está un grupo de viejos nichos entre los que figura un señor Olivari (algo que podría explicar el apodo de Olivarito, eventualmente corrompido después en Olivares). Sin embargo, hay un problema serio para la credibilidad de esta teoría: este murallón de nichos corresponde a sepulturas muy antiguas, que datan del cambio de centuria y algunas incluso del siglo XIX, probablemente de las primeras de tal tipo que tuvo este camposanto.
Tampoco es posible adivinar la antigüedad de la animita por las fechas de las placas, pues salta a la vista que hay una renovación de piezas de este tipo y muchas faltan ya en el murallón, perdiéndose las más antiguas, como suele suceder en esta clase de sitios. La mayoría no lleva fecha, además, y otras están muy deterioradas, incluso las más viejas que quedan en material de mármol. Las que tienen datación visible y que podríamos tildar de más antiguas, de entre las que sobreviven, son recién de los años ochentas, pero es de convencimiento general que la animita lleva allí desde muchos años antes.
A pesar de todo, mirando con detención las placas de agradecimiento que quedan, podemos notar que las de aspecto más antiguo tienden a hablar de la Animita Olivares y del Finado o Finadito Olivares, mientras que otras más nuevas adoptan el referente de Olivarito, quizás por la tendencia popular a infantilizar y dar connotación angelical a los venerados, como vimos al hablar del concepto general de la animita chilena.
Olivares es una de las animitas más pintorescas de la ciudad de Iquique y probablemente le quedan muchos fieles aún para prolongarle su vida después de la vida. Un poco de aseo y alejar a los infaltables destructores mejoraría mucho su aspecto y aportaría a dignificar el espacio de este misterioso espíritu infortunado, que encontró su sitio afuera del cementerio y a escasos metros de la tranquilidad de los sepulcros, nichos y mausoleos del descanso eterno.

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