EL ENIGMÁTICO "INDIO DESCONOCIDO" DE MAGALLANES

  

El Indio Desconocido de Punta Arenas con sus muchas placas de agradecimiento. Esta fotografía la tomó mi amigo Cristián Meneses.

Coordenadas: 53° 9'4.91"S 70°53'43.07"W

Ubicada en la ciudad de los confines continentales de Chile, esta misteriosa animita es una de las más famosas de todo el país y todo un atractivo turistico dentro del hermoso Cementerio Municipal Sara Braun de Punta Arenas, además de todo un orgullo patrimonial para la comunidad magallánica: la tumba del Indio Desconocido; o como la definiera poéticamente Christian Formoso en "El cementerio más hermoso de Chile", la cripta "del indio que se rehúsa a decir su nombre".

Varios han mencionado alguna vez esta animita y han revelado alguna parte de su enigma. De hecho, la figura del Indio Desconocido es un interesante paradigma presente en la región, como en el majestuoso conjunto escultórico del Monumento a Magallanes, donde hay una figura del un indígena ona o selknam que es llamado de la misma manera por algunos magallánicos, y cuyo pie es besado por los visitantes para cumplir con una tradición que traería buena suerte, felicidad o que permitiría al viajero regresar a Punta Arenas.

La animita del Indiecito se sitúa hacia el sector Noreste del camposanto, por el final de un pasillo y llegando a los columbarios y nichos del fondo. Se compone fundamentalmente de un cubículo abierto con aspecto de altar, literalmente "embaldosado" con innumerables placas de agradecimientos, y al centro, sobre la cripta, la estatua del misterioso personaje cuyos restos allí reposan, en medio de otro de los grandes misterios de esta arcana tierra austral de Magallanes. A sus pies y alrededor siempre habrá velas encendidas, que sólo las tardes de lluvia y frío en la Finis Terra logran apagar.

En la placa con su epitafio, frente a la figura del indio, están los siguientes versos, acrecentando más aún el halo de misterio alrededor del fallecido:

El indio Desconocido llegó
desde las brumas de la duda
histórica y geográfica.
y yace aquí cobijado en el
patrio amor de la chilenidad.
"eternamente".

En su magnífico ensayo "L'Animita Hagiografía folclórica", de 1993, Oreste Plath reproduce y amplía una investigación realizada por Carlos Baeriswyl, quien firma sus artículos como Caba, y que fuera publicada en el diario "El Magallanes" en 1984. También existen interesantes aportes del escritor y cronista Mario Isidoro Moreno, en su artículo "La Historia del Indio Desconocido", publicado por el diario digital "Radio Polar" en 2010.

De acuerdo a las fuentes, esta historia comenzó en 1928, cuando llegó a Punta Arenas un enorme bloque de mármol blanco encontrado en la isla Cambridge, actualmente llamada Diego de Almagro, al Norte del Estrecho de Magallanes. Con el descubrimiento se desató una verdadera fiebre por cantear esta riqueza y así se formó la Compañía de Mármoles Cambridge, para trabajar en esta tierra habitada desde antaño por grupos kawésqar o alacalufes, indígenas canoeros del territorio que vivían de la extracción de mariscos y de pequeños servicios o ventas que ofrecían a los barcos en tránsito por el Estrecho. Estan comunidades, a la sazón, ya estaban en retirada, paulatinamente diezmadas por la interrupción de su modus vivendi.

Al inicio de mayo de 1929 -prosigue el informe de Caba-, con el primer viaje de la goleta "Manolo", se daba comienzo oficialmente a los trabajos de explotación marmolífera. Para evitar posibles robos o desmanes por parte de los aborígenes, fueron dejados en la isla dos empleados de la compañía, M. Kravient, de nacionalidad rusa, y un chilote llamado David Leal. Se construyó un pequeño embarcadero y se montó provisoriamente un campamento a orillas de la costa en la bahía Sewtt. Mientras tanto, la goleta regresaba a Punta Arenas en busca de los trabajadores y del material restante.

Kravient y Leal pasaron aburridos y monótonos días cuidando las instalaciones de la marmolera, bajo la lluvia fría y la humedad inclemente, hasta que el día 6 de mayo siguiente fueron atacados por una pandilla de unos doce kawésqar, sin provocación, cuando descansaban en su carpa de campaña. De alguna manera, los victimarios se habían provisto de un arma de fuego que usaron contra ambos cuidadores, dando muerte a Leal de un tiro en el cráneo. Sin embargo, Kravient logró alcanzar su propia arma y con ella hirió a varios de los atacantes. Sin embargo, cuando éstos realizaron una nueva embestida, el ruso escapó al interior de la isla, dejando abandonado el cuerpo de su colega.

Casi un mes de penurias pasó Kravient esperando el regreso de la goleta, hasta que ésta tocó muelle el 5 de junio. Tras correr a dar aviso de lo sucedido, partieron hacia el campamento atacado el técnico de la compañía Aristóteles Carozzi, y el mecánico Fructuoso Muñoz López. Allí encontraron el cadáver de un indio en posición sentada, vestido con ropas que había dejado abandonadas el ruso y con un gorro jockey. El cuerpo había sido atacado por aves de rapiña o de carroña, que le habían mutilado una pierna. El cadáver de Leal, en cambio, se encontraba cerca de la costa, medio sumergido en el agua y amarrado de pies y cabeza a una roca de mármol. Rápidamente, organizaron un sepelio y los trabajadores les dieron sepultura en el lugar, ceremonia a la Kravient no quiso ir, claramente afectado con el trauma de la experiencia.

Al regreso de la goleta "Manolo" -continúa el relato- el hecho sangriento fue comunicado a las autoridades marítimas de Punta Arenas por el ingeniero jefe Doimo Cettineo. La autoridad ordenó las diligencias legales correspondientes, y más tarde, aprovechando la gira de inspección que realizaba por los canales el escampavía "Porvenir", el día 4 de agosto, dos agentes del grupo de investigaciones de Carabineros de Magallanes, Alberto Sepúlveda y Daniel Larenas, desembarcaron en la isla procediendo a exhumar los cadáveres, labor que les ocupó prácticamente todo el día. Hubo que forrar los rústicos cajones con latas de parafina para así poder embarcarlos en el escampavía.

El navío de la Armada de Chile regresó a Punta Arenas con ambos cuerpos. Moreno detalla que, tras los peritajes forenses realizados por el doctor Álvaro Moreno en la Morgue de Punta Arenas, se precisó que uno era del chileno David Leal (el cuidador), de estado civil soltero y que presentaba una herida de bala en la cabeza, mientras que el otro era del indígena.

Sin embargo, según la información de Baeriswyl, el médico legista encargado de la identificación fue Álvaro Sanhueza y la autopsia pudo realizarse recién el 28 de agosto, por un curioso retraso en la orden de ejecución. En ella, el facultativo habría determinado que Leal presentaba una entrada de bala de revólver en la zona occipital, mientras que del indígena, al no exhibir heridas ni lesiones de muerte, se presumió fallecido por inmersión. Al no existir registros ni posibilidades de conocer la identidad real del kawésqar, le asignaron el nombre cristiano de Pedro Zambra.

Mientras continuaban las pericias judiciales, con los antecedentes legales fueron remitidos al juzgado de Puerto Natales (pues la isla Cambridge estaba en su jurisdicción), se sepultó a ambos cuerpos el mismo día de la autopsia, en un terreno donado por el Cementerio Municipal en la ubicación 17-IF-14-C, 12 Norte. Plath dice que en un principio, la sepultura no tenía lápida, hasta que algún buen samaritano le colocó una de mármol con la inscripción "Indio Desconocido". Éste fue el primer paso hacia la devoción y petición de favores, que le darían la fama milagrosa que aún lo acompaña.

Se suponía que iba a ser un enterramiento provisorio, pero jamás fue alguien reclamarlos. Por alguna razón, sin embargo, hacia 1950 según Moreno, comenzaron a aparecer velas sobre el mismo:

Algunas piadosas mujeres dejaban incluso monedas, las que eran robadas por algunos pillos que solían pasar por allí. Por esta razón, Magdalena Vrsalovic, a quien el Indio Desconocido le cumplió una manda, quiso arreglar la tumba y poner una pequeña estatuilla, además de instalar una alcancía con llave para recibir aportes que serían destinados a la Cruz Roja local.

Las placas de agradecimientos certificaban intervenciones del Indio Desconocido para dar salud, resolver problemas familiares o económicos, y se contaba que su generosidad alcanzaba para oír todos los ruegos. Fue así que, el año 1967, la misma señora Vrsalovic, magallánica y viajera internacional, decidió colocar ahora una estatua de bronce a tamaño natural sobre la cripta, encargándole la escultura al artista Edmundo Casanova, que la diseñó y esculpió basándose en una fotografía de un legítimo indio kawésqar que le facilitó el escritor magallánico Osvaldo Wegmann Hansenn. El trabajo de fundición quedó a cargo de la compañía Indumetal. Una copia de esta estatua es la que está en la mencionada plaza de la comuna de San Gregorio, en la misma región.

Con todo listo y el mármol para el pedestal de la obra donado por la Armada de Chile, se solicitó a la Alcaldía de Punta Arenas ceder un paño de terreno cerca de la entrada al cementerio, donde se realizarían los trabajos de albañilería por la Cruz Roja. La señora Magdalena había logrado comprometer a la prensa y varias otras instituciones en esta cruzada, que por fin llegaba a puerto en 1969. Sin embargo, cuando la cripta fue abierta para proceder a la exhumación, los encargados se encontraron frente a un gran problema: no tenían forma de identificar a los cuerpos ni saber cuál de los esqueletos pertenecía realmente al kawésqar, por lo que optaron por trasladar ambas osamentas hasta el nuevo sitio y sepultarlas allí, inaugurando el conjunto con un concurrido acto público y colocándole otra vez el simple nombre del "Indio Desconocido". Esto explica por qué las placas de agradecimiento por favores concedidos más antiguas en el lugar son principalmente de los años setenta, aunque el culto sea bastante anterior.

La estatua de bronce fue instalada el 18 de diciembre de ese año, y allí se colocó también la plancha metálica con su epitafio tan característico reproducido más arriba, que corresponde a los versos del poeta José Grimaldi. Originalmente, esta estatua estaba sobre un pedestal más alto, y no tan cerca del nivel del suelo como en su actual ubicación. Como en muchas animitas famosas, se mantuvo junto a ella la alcancía para hacer aportes monetarios, en este caso para la Cruz Roja.

La convocatoria que logra el Indio Desconocido es tal que incluso gente del extranjero comenzó a visitarla en los años que siguieron, organizándose pequeñas procesiones o romerías en el Día de Todos los Santos y el Día de los Muertos. Mucha gente le llama cariñosamente, además, como el Indiecito, especialmente en los agradecimientos. Y tal es la devoción popular que, cuando se quiso trasladar el conjunto hasta el sector oriente en 1983, por una decisión de la Municipalidad de Punta Arenas, se produjo una gran polémica y se organizaron campañas contra esta idea, surgida de la necesidad de poner la animita en un lugar más seguro, ya que las velas eran un peligro de incendio en el sector de las arboledas. Doña Magdalena Vrsalvic, en aquella ocasión, propuso incluso que la cripta y el conjunto fueran trasladados hasta la plaza de la ciudad, para que se constituyeran allí en un santuario.

A pesar de todas las resistencias, en marzo de 1984, la tumba con los murallones y la estatua del Indio Desconocido fueron trasladados a su lugar al costado Norte del camposanto, donde permanecen hasta hoy. Para fortuna de los creyentes, esto no afectó al culto ni mermó la cantidad de fieles que siguen siendo devotos del misterioso indio magallánico. La mayoría de sus placas de agradecimiento se refieren a él sólo como el Indiecito y ofrecen gratitud por haberle sido concedidos favores tales como sanar a un hijo enfermo, "haberme salvado a mi sobrina Ida del accidente", servir de "guía", "tener mi casa" e "interceder por mi salud ante Dios". Incluso hay algunas placas con reflexiones más que agradecimientos, como una detrás de la estatua y fechada en 1996 que dice:

Indiecito: cuando el hombre está en peligro, ama a Dios y ama al soldado. Cuando el peligro ha pasado, Dios es olvidado y el soldado odiado.

A las muchísimas placas y a las más efímeras flores, coronas y velas, se suman collares, rosarios y regalos que son colocados directamente sobre la estatua. Tal como en el caso del indio del Monumento a Magallanes en la Plaza de Armas de la ciudad, la tradición pide besar y tocar el pie de la figura, además de la mano en este caso, por lo que ambos miembros aparecen muy brillantes y pulidos con relación al resto del oscuro color de su bronce envejecido.

Los creyentes del Indio Desconocido, así, nunca se medirán en ofrendas y gestos para el venerado anónimo de aquella tumba.

Comentarios

  1. Comentarios recuperados desde el primer lugar de publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:

    Unknown17 de enero de 2018, 23:00

    Mañana lo visitaré. Muchas gracias.
    ResponderBorrar

    Gustavo Cofré5 de julio de 2018, 18:58

    Muy buena historia. Gracias pornlas referencias sobre el indiecito.
    ResponderBorrar

    Unknown9 de agosto de 2020, 23:54

    Fue vecino de don edmundo casanovas reyes en la comuna de macul por casi diez años
    Me enseño muchas cosas y los trabajos de artes manuales lo hacia con el que era mi vecino. Un abrazo al cielo don edmundo a su sra la sra edhita y geacias por todo hoy conservo un recuerdo que me regalo

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