EL DESAPARECIDO "MUSEO" DE LA OFICINA SALITRERA DOLORES
Mis compañeros de viaje, entre las colecciones del "museo", en 1997.
Coordenadas: 19°40'33.8"S 69°56'46.1"W
Nota: artículo del año 2010. Debo actualizar informando que el "museo" fue restituido otra vez en el mismo lugar, supongo que con nuevos hallazgos de visitantes. Al menos existía otra vez y en el mismo lugar hace unos años.
Algún
día dedicaré un espacio propio a la maravillosa oficina salitrera San Francisco de
Dolores, en la Pampa del Tamarugal, un tesoro que concentra
prácticamente toda la historia de la región en su espacio: vestigios
arqueológicos de Tarapacá, las ruinas del antiguo poblado de
trabajadores calicheros y el escenario de una de las más importantes
batallas de la Guerra del Pacífico, librada el 19 de noviembre de 1879,
existiendo un conjunto conmemorativo de este hecho histórico allí en tan
interesante sitio.
Por
ahora, quisiera dedicar este texto a un pintoresco sitio que existía
dentro del complejo de Dolores: un "museo" improvisado por los propios
visitantes que acumulaba gran cantidad de piezas, artículos y reliquias
que los viajeros encontraban entre las ruinas o los ex campos de
batallas del sector, y que eran colocados en el pretil alrededor del
monolito conmemorativo de la batalla.
Era
un lugar único, confiado a la buena fe de los turistas. La condición
era colocar allí lo que uno encontrara y no sacar ninguno de los objetos
expuestos, entre los cuales alguien había escrito sobre una modesta
tabla el título "Museo de Dolores", con la advertencia casi en tono de súplica de no llevarse las piezas exhibidas, durante los años noventas.
Fue
en febrero de 1997 que llegamos allá, a las tres de la tarde bajo un
sol infernal sobre la más reseca aridez, apenas compensada por la sombra
de esos estoicos tamarugos que dan el nombre a esta histórica pampa.
Ahí, cuidadosamente colocados sobre todo el bajo murallón de albañilería
que rodea al monolito conmemorativo de la batalla, estaban las
colecciones que habrían sido fascinación para un anticuario: lozas,
porcelanas, cerámicas, piezas artísticas, platos, ollas, cacerolas,
cubiertos, piochas, insignias, envases, etiquetas, botellas, latas,
etc... Todos testimonios de siglos de presencias en estos lugares del
Desierto de Tarapacá, al norte de Iquique.
Todas aquellas
casas están en ruinas, como si una lluvia de ácido las hubiese
erosionado. Sin embargo, la sequedad del ambiente conservaba a las
piezas casi tan bien como lo estarían en una vitrina museológica, al
menos aparentemente.
Registro en video de nuestra visita al "Museo de Dolores" en febrero de 1997.
Entusiasmados,
recorrimos con grandes esfuerzos el infernal pueblo en ruinas. No nos
costó encontrar cajitas de té en lata, carretes de hilos antiguos, tazas
quebradas y, en mi caso también, el trozo de una rienda de cuero muy
grueso y duro. Respetando el acuerdo o contrato moral del visitante de
la Oficina Dolores, dejamos en la improvisada exhibición todas estas
reliquias, aumentando sus colecciones.
Mientras
revisamos lo que otros han encontrado y aportado, uno de mis amigos
encuentra un pequeño lagarto del desierto, que suelta su propia cola y
escapa pretendiendo haberse zafado del imaginario depredador, mientras
su extremidad desprendida salta y se retuerce en el suelo, en una
técnica frecuente entre este tipo de reptiles. Parece increíble que
entre tanta sequedad pueda haber vida, sin duda, pero las mismas
corrientes subterráneas que permiten la existencia los tamarugales y
que facilitaron la desaparecida industria salitrera en la zona, son las
que dieron la posibilidad de existencia al conjunto de personas que aquí
existió alguna vez, y que ahora son sólo fantasmas, que existen a
través de esas reliquias del "Museo de Dolores" entre los escombros
salinos del otrora activo poblado.
Tras
inspeccionar algunos detalles de la geografía donde se dio la batalla,
nos retiramos de Dolores conscientes de estar compartiendo un valioso y
apreciable secreto, del que también formamos parte como todos los
visitantes de la salitrera lo hacían en esos años, cuando todavía
quedaba algo de respeto y prudencia para con nuestros sitios históricos,
característica que no ha sido tan propia de nuestro incorregible
pueblo, desgraciadamente.
Poco
tiempo más duró esa maravilla al alcance de la mano del visitante, sin
embargo... Cuando regresamos a la Pampa del Tamarugal durante el verano
de 2001, confirmamos con estupor que el "Museo de Dolores" había sido
arrasado, totalmente saqueado y ya no quedaba ninguna de sus reliquias,
probablemente idas a parar a las vitrinas de la ambición de comerciantes
de antigüedades, de colecciones particulares o en situaciones aún
peores. El pauperismo cultural se impuso, desgraciadamente.
En
años posteriores, se ha tratado de reponer aquella colección de piezas
alrededor del monolito con nuestros hallazgos y descubrimientos de los
visitantes, pero nada semeja ya las "colecciones" que alcanzamos a
conocer aquella vez, en 1997.
Fue
el lamentable final de uno de los sitios más pintorescos y curiosos de
interacción directa y participativa con el visitante que hayan existido
en el Norte Grande de Chile.
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