UN TRISTE MONUMENTO: HISTORIA DEL MAUSOLEO-MEMORIAL DE LOS OBREROS MASACRADOS DE 1907

 

Coordenadas: 20°12'34.79"S 70° 8'13.65"W (original) / 20°12'46.73"S 70° 8'29.95"W (actual)
La historia de este monumento funerario es contada, frecuentemente, con errores excusables dadas las confusiones que existen alrededor del mismo y de los traslados sufridos por las osamentas de los mártires de Santa María de Iquique. Intentaré despejar un poco el mito y el folclore alrededor del mismo, en esta entrada.
Como es sabido, el 21 de diciembre de 1907 fue sofocada a fuego la masiva huelga de los obreros salitreros y pampinos de Tarapacá, con la infame Masacre de la Escuela Santa María de Iquique y la Plaza Montt. Lo que muchos desconocen es que la mayoría de los restos de estos trabajadores, salvo los que alcanzaron a ser reconocidos y rescatados por familiares, fueron a parar a una fosa especial en el desaparecido Cementerio N° 2 de Iquique, que se encontraba en donde ahora está la Villa Progreso y que es recordada con un sencillo monolito.
El descanso de estos mártires nunca fue en paz, sin embargo.
El primer monumento para los restos de las víctimas de la masacre fue levantado tres años después de la matanza, en el indicado cementerio.
Probablemente, era del abundante pino Oregón y se observa en las fotografías que con algo del estilo victoriano que hay en las residencias de influencia inglesa que se ven por la ciudad. A pesar de su aspecto humilde, era uno de los puntos más destacados del Cementerio N° 2, pues esta rústica necrópolis casi no tenía mausoleos o criptas elegantes como las que sí se pueden encontrar en los otros dos de la ciudad, semejando más bien esos camposantos de pueblos pampinos o viejas salitreras.
El mausoleo memorial se componía de una tarima relativamente alta con balaustras de madera, un portal y arriba una sencilla e ingenua figura representando a un trabajador del salitre, como cualquiera de los que perecieron en la infausta masacre. Correspondía a un homenaje de los trabajadores de Tarapacá a los caídos en Iquique y fue financiada con colectas, a iniciativa de la Federación de Mancomunales para albergar y dignificar los restos de los asesinados que se encontraban justo abajo, en la fosa.
El conjunto conmemorativo fue inaugurado el 1° de noviembre de 1911. No es la primera vez que se descubre un monumento funerario en un cementerio para el Día de los Muertos, pues parece que antes esto era una práctica un tanto habitual, como sucede en Santiago con el Memorial de los Mártires de Lo Cañas, de 1896. Sin embargo, en la práctica este monumento iquiqueño sólo "marcó el lugar del olvido", al decir de Sergio González Miranda en "Hombres y mujeres de la Pampa".
Pero sucedió que, en décadas posteriores, comenzaron a producirse traslados de los restos. Un exhaustivo trabajo realizado por la arqueóloga Cora Moragas en 1997, cuando aparecieron cráneos en un trabajo de alcantarillado para la Población Jorge Inostroza, aporta algo interesante al respecto: la profesional entrevistó, entre otros, al ex abogado del Servicio Nacional de Salud, don Raúl Hidalgo, quien junto a Germán Rivera y los inspectores sanitarios Mateo Cappona y Luis Candia, participaron en la exhumación de los cuerpos del Cementerio Nº 2 dado que la construcción de viviendas ya estaba avanzando encima.
De acuerdo a los datos reunidos por Moragas, los trabajos de exhumaciones comenzaron a partir de 1957, ocasión en la que dieron con la bóveda del mausoleo original y, tras desarmar su estructura de pino Oregón, encontraron un surtido de huesos de 267 personas de acuerdo a la cuenta de cráneos que se hizo entonces. Acto seguido, pusieron todos los restos en otra fosa provisoria, al Nor-Este del lugar.
Imagen del memorial en la fosa de las víctimas de la Masacre de Santa María de Iquique hacia 1911, cuando fue instalada en el Cementerio N° 2. El conjunto memorial se encuentra desde el año 2007 junto al acceso del Cementerio N° 1, donde fue reconstruido para el centenario de la matanza.
En las investigaciones realizada por el periodista Carlos Graña, de la Municipalidad de Iquique, se confirma que el traslado definitivo habría tenido lugar en 1962, también a causa de que con el conjunto conmemorativo destruido, muchas osamentas quedaron al aire libre. Esto coincide con el período en que se habilita una fosa en el Cementerio N° 3, a espaldas del actual edificio del Instituto Médico Legal, donde irán a parar los restos.
El factor decisivo del traslado de las osamentas fue, entonces, el señalado poblamiento improvisado y las tomas que fagocitaron el terreno del Cementerio N° 2 y sus alrededores, dando origen a la Villa Progreso y a la mencionada Población Jorge Inostroza. A la fecha, por supuesto, el memorial estaba en ruinas: había sido arrancada la figura del minero que lo coronaba y todos sus tablones robados, probablemente para ser reutilizados en viviendas como sucedió con muchas de las demás sepulturas. González Miranda sigue en esta penosa descripción del lugar:
Lo más triste es que sobre ese cementerio, hoy vive la pobreza, las casas de cartón reemplazaron al monolito de madera y los niños juegan en medio de huesos y recuerdos.
Como ya entonces crecían las casas en precaria condición adentro y afuera del área principal del cementerio, las medidas sanitarias habían obligado a retirar cuerpos y enterramientos, como los de la fosa de los mártires. Se dio un plazo hasta el referido año de 1962 para que familiares reclamaran los cuerpos allí sepultados antes de que estos fueran a parar a la fosa del otro camposanto. Teóricamente, los cuerpos de los mártires habrían estado en este grupo cambiado de sitio.
Esta situación del traslado es reafirmada en palabras de testigos de la época, consultados por un reportaje del diario "La Tercera" del 7 de marzo de 2007. Uno de ellos fue el empleado Daniel Mancilla, quien entró a trabajar en el Cementerio N° 3 de Iquique a los 22 años, aunque reporta una fecha distinta para los hechos: según él, los traslados culminan a fines de los años sesenta. Una de sus primeras labores allí fue participar con otros seis compañeros de trabajo, en este cambio de lugar de unos mil cuerpos de masacrados, según su recuerdo, casi todos perfectamente momificados, en los que incluso se distinguían las perforaciones de las balas y heridas de bayonetas, de acuerdo a sus palabras. El trabajo se hizo en cerca de cuatro meses, en que a los cuerpos se les despojó de la ropa y ésta fue quemada antes de lanzarlos al osario de grueso concreto, detrás de la necrópolis y en el patio del actual Servicio Médico Legal.
Las pericias, sin embargo, determinarían una situación bastante distinta a las expectativas que generó esta clase de testimonios.

Habían pasado los años y, conforme se aproximaba el Primer Centenario de la Masacre de Santa María de Iquique, se elaboró un proyecto para sacar los restos de la oscura y olvidada fosa del Cementerio N° 3, identificar a los mártires, darles un destino más digno y despejar de paso algunas nebulosas que han existido sobre el caso en el siglo transcurrido, como la propia cantidad de víctimas, que ha sido quizás el dato más especulado y menos confiable en todas las fuentes existentes.
La exhumación y análisis causó una gran expectación entre los iquiqueños en 2007, además de inquietud por los lentos avances de la reconstrucción del monumento que aquí abordaremos, a causa del abundante material rocoso que se encontró en el lugar durante las faenas del Cementerio N° 1. Lamentablemente, la desinformación de muchos y ciertas porfías políticas provocaron nuevas confusiones y más aportes a la mitología popular que sigue rondando al caso.
El testimonio visto ya de ex empleado Mancilla, decía que no alcanzaron a ser trasladados todos los cuerpos y que algunos quedaron en el lugar porque se construyeron encima casas del campamento. El historiador local Mario Zolezzi, por su parte, ha señalado que los restos de los caídos no eran sólo los del Cementerio N° 2 llevados después al N° 3, sino también otros dos posibles: una presumible fosa en la parte trasera del Hospital de Beneficencia y un tercer grupo en el patio del ex Regimiento Granaderos de Cavancha, de los que fueron fusilados por "quinteos" (uno cada cinco) tras ser llevados al Hipódromo, según testimonios que dejó el sobreviviente Ladislao Córdoba, cuya versión habría sido corroborada por un familiar del administrador inglés de los ferrocarriles del salitre.
Empero, pocas cosas salieron como se esperaba al avanzar proyectos e investigaciones.
Al iniciarse el gran trabajo de exhumaciones en julio, se suponía que el lugar hasta donde serían trasladados los restos de la fosa iba a ser el monumento memorial que debía construirse, previos peritajes para determinar cuáles eran realmente las víctimas de 1907. De acuerdo a los datos aportados por Cora Moragas, allí fueron a parar los cuerpos del ex Cementerio N° 2 no reclamados hasta la fecha tope de 1962, no sólo los de la fosa de las víctimas de la matanza como muchos creían.
Pero hubo cierto grado de controversia al descubrirse, primero, menos esqueletos que las cifras más exageradas de muertos que muchos señalan reales de la matanza: cerca de 2.340 cuerpos sacados del  patio del Instituto Médico Legal. Rondó también la sensación de que no todos los restos de los asesinados habían sido trasladados hasta esta fosa, sino una parte de ellos; o que quizás seguían allá en el subsuelo del sector ocupado por la Villa Progreso y la Población Jorge Inostroza, de acuerdo a lo revelado por Cora Moragas y que ya vimos.
La decepción fue todavía mayor cuando el Servicio Médico Legal determinó, ese mismo año, que los cuerpos no parecían corresponder a masacrados; o que, cuanto menos, sería imposible determinar cuáles podían serlo realmente, considerando que los restos estaban en un rango de años entre fines del siglo XIX y los cuarenta. Así fueron a parar, ya casi encima de los festejos del centenario y descartados como osamentas de mártires, dentro de tres enormes contenedores que permanecieron por el lado de la estación gasolinera junto al Cementerio N° 3, esperando por su nuevo destino.
Como no podían faltar los porfiados, sin embargo, se alzaron voces reclamando nuevos peritajes y negándose a la resignación de que estas no eran las víctimas buscadas. Todavía hay quienes insisten en la existencia de una suerte de conspiración al respecto.
En tanto, parece haber sido iniciativa de doña Sara Benavides, ex gobernadora y directora del Sercotec a la sazón, la idea de reconstruir el altar memorial para los restos de las víctimas de la matanza en aquellos mismos días. Sin embargo, el que resultó de su proyecto no es el de nuestro interés: el mismo memorial que actualmente se encuentra tras el acceso al Cementerio N° 3, junto a la hermosa carroza que engalana la entrada al camposanto. Con una gran torre de madera y un obrero tallado en el mismo material, fue inaugurado el 8 de diciembre de 2007. A futuro dedicaré más detalles y datos sobre este monumento en particular.
Pero sucedió que, paralelamente, la Municipalidad de Iquique había propuesto la construcción de un segundo monumento memorial... Uno  que, a la larga, pasaría a ser el principal, ubicado al costado del terreno adyacente al Cementerio N° 1, sobre el sitio tras el cual están las oficinas administrativas y dependencias del cuidador. Es éste, pues, el memorial de nuestra principal atención, por haber sido concebido desde el principio como una recreación fiel y hasta mejorada del que originalmente existió en el desaparecido camposanto.
Por la descrita razón, hubo cierto grado de competencia y desencuentro entre ambos proyectos de monumentos, pese a que los dos llegaron a puerto casi al unísono y se materializaron en las obras que actualmente existen en sus respectivos lugares.
Ambos monumentos, además, se inspiraron en el original que existía en el Cementerio N° 2, pero en caso alguno se trata del mismo o de algún reciclado del desaparecido, pues tanto las estructuras y soportes como las estatuas respectivas del minero de pie con pala y sombrero de trabajador pampino, son obras nuevas. En cambio, el monolito colocado a un costado de la Escuela Santa María junto al Mercado Centenario, se sale de esta evocación al primero de los memoriales que existieron, pues este monumento es de características independientes al mausoleo desaparecido.
Cabe ocasión de aclarar que los monumentos a las víctimas de la Masacre de Santa María de Iquique hoy no son sólo estos tres mencionados, como se ha creído refiriéndose a veces únicamente a los principales, sino que existe también el memorial de la Plazoleta Santa María en la Villa Progreso, justo en donde estaba antes el Cementerio N° 2 y la fosa de los mártires, junto a la calle Mirador. Consiste en un sencillo monolito recordatorio cuya placa conmemorativa fue repuesta por la Municipalidad de Iquique el 20 de diciembre de 2007, también en el marco de las celebraciones del centenario de la matanza.
Los restos de la gran fosa del Cementerio N° 3, en tanto, tras un extraño intento de incendio de los contenedores (donde estaban guardados en bolsas negras), fueron traslados un tiempo después hasta el patio de la misma necrópolis donde están las reducciones mortuorias, cerca de la famosa animita local conocida como la actual "Patita", correspondiente a un pie de niño que quedó al descubierto junto a un murallón, pues la antigua "Patita" de Iquique estaba en el desaparecido Cementerio N° 2 y permaneció largo tiempo más en el vecindario popular que allí se instaló.
Ya cerca de las conmemoraciones, ciertos restos individualizados de los mártires de 1907 que habían sido identificados en distintas tumbas y que no estuvieron en la fosa del Cementerio N° 2, comenzaron a ser trasladados hasta el nuevo memorial que comenzaba a levantarse en el Cementerio N° 1, atrás de las floristas y de cara a calle 21 de Mayo, frente a San Martín.
El mausoleo memorial cuenta con la figura principal del obrero, hecho en metal y basado en el de 1911. Corresponde al trabajo realizado por un equipo que lideró el artista escultórico Luis Morales, y está sobre el mismo tipo de pórtico que tenía el mausoleo antiguo, con su plataforma con balaustras. Aunque dijimos ya que es probable que el primer monumento haya sido de pino Oregón, se procuró buscar materiales lo más fieles posible a la época, para construir este nuevo conjunto, comprándose madera traída de Tacna y encargándose en enrejado de forja a herreros artísticos de Arequipa.
Atrás del portal, sobre lo que semeja un podio, se instaló una placa de mármol simulando el aspecto de un libro abierto, donde se ve una reproducción del Escudo de Iquique con la siguiente inscripción: "Aquí descansan los restos de quienes ofrendaron sus vidas por la creación de leyes sociales y laborales".
Como se hace evidente al observador, se trasladaron hasta él los restos de otro importante protagonista y sobreviviente de la matanza: el pintor Sixto Rojas Acosta, dirigente de los huelguistas y de enorme importancia para la historia cultural de Iquique, quien falleció en la oficina salitrera "Humberstone" y fue sepultado en el cementerio de Pozo Almonte. Ya hemos mencionado a Rojas en este blog, a propósito de sus trabajos en la Gruta de Lourdes de Cavancha y los cuadros artísticos del Casino Español; también fue autor de los maravillosos murales de la Casa Giménez de Antofagasta. Su ataúd fue exhumado de Pozo Almonte con autorización de su hija Griselda Rojas, y llevado hasta el lugar del monumento, colocándose en su recuerdo una blanca placa de mármol que, presentada con escudo e inscripción de la Ilustre Municipalidad de Iquique, dice junto a un retrato suyo esculpido en relieve en la misma pieza:
SIXTO ROJAS ACOSTA
★ 28 MAR 1883 † 18 ENE 1948
DIRIGENTE DE LA GRAN HUELGA
EN MEMORIA A LOS QUE CONTRIBUYERON
CON SUS VIDAS A LA CREACIÓN DE LAS
LEYES SOCIALES Y LABORALES
LA FAMILIA
HOMENAJE DE LA CIUDAD DE IQUIQUE
AL CONMEMORARSE 100 AÑOS DE LA
MASACRE DE LA ESCUELA SANTA MARÍA
Le hace compañía Patricio Rojas Ramírez, una de las víctimas de la matanza que estaba en un nicho del mismo cementerio con una lápida que así lo indicaba, pero que también fue trasladado y sepultado solemnemente en el memorial. Era desde antes, sin embargo, el mártir más célebre de los sepultados en ese mismo cementerio. Tiene su placa de mármol con un retrato el relieve tomado de la misma imagen fotográfica que alguna vez decoró su lápida, y dice lo siguiente también bajo el escudo y rótulo de la Ilustre Municipalidad de Iquique:
PATRICIO ROJAS RAMÍREZ
Q.E.P.D.
FUE VÍCTIMA INMOLADA ENTRE LOS
MÁRTIRES DE LA PLAZA MONTT
EL 21 DE DIC. DE 1907
LA FAMILIA
HOMENAJE DE LA CIUDAD DE IQUIQUE
AL CONMEMORARSE 100 AÑOS DE LA
MASACRE DE LA ESCUELA SANTA MARÍA
Ambos hombres fueron sepultados dentro del conjunto con un funeral simbólico, aunque debe recordarse que en el mismo cementerio ya había otros mártires de la masacre como don Pedro Regalado Núñez, comerciante y dirigente de los huelguistas del cantón de Negreiros. Más aún, pocos días antes de terminarse el monumento y de identificarse el lugar donde estaba Rojas Acosta, el Concejal Juan Pérez Valencia logró encontrar otros dos nichos más con sepulturas de mártires. Una de ellas era la de Oscar Valenzuela, de la Sociedad Gran Unión Marítima y sepultado en el subterráneo de este mausoleo, con una cripta que tenía la siguiente inscripción: "CAÍDO EN EL LUCTUOSO SUCESO DEL DÍA 21 DE DICIEMBRE DE 1907"
El segundo mártir hallado por estas indagaciones fue Rudecindo González, caído alrededor de los 36 años de edad siendo miembro de la Sociedad de Artesanos y Socorros Mutuos, cuyo mausoleo está a pasos del anterior de la Sociedad Gran Unión Marítima. La lápida de González, numerada como 133, ya era conocida por algunos reverentes a su memoria, sin embargo: tenía varios rayados a lápiz con mensajes y saludos, muy cerca de lo que podría ser una tumba-animita.
Ambos hombres, que también se propuso trasladar al osario del nuevo monumento, habían fallecido alcanzados por balas esa terrible jornada, luego de haber ido a asistir y llevar alimento a los huelguistas de la Plaza Montt. Según los administradores del Cementerio, además, se habría sepultado allí los restos de la mencionada animita antigua de "La Patita", aunque no he confirmado este dato.
No todos estaban de acuerdo con la fiebre que tenía lugar en esos días en Iquique, sin embargo, y en la que muchos se volcaron a buscar tumbas con la fatídica fecha del 21 de diciembre de 1997 para hallar mártires. Al respecto, el académico de la Universidad Arturo Prat, don Bernardo Guerrero, manifestó su incomodidad en una entrevista del diario "La Estrella de Iquique" del 18 de diciembre de 2007:
Valoro que la gente le preste atención al tema, pero todos esos muertos son NN porque entre 1900 y 1910 hubo dos grandes pestes en Iquique y los pobres siempre fueron enterrados en fosas comunes, por lo que es prácticamente imposible identificar a los muertos de la Santa María (...) Tenemos una memoria farandulizada, está de moda el pasado, pero sin dimensión ética.
A pesar de las críticas y la incertidumbre sobre el cumplimiento de los plazos, sin embargo, el Monumento de los Mártires de la Masacre de Santa María de Iquique del Cementerio N° 1 pudo quedar concluido casi encima de los festejos, con los restos que finalmente fueron trasladados hasta él y las placas conmemorativas correspondientes.
En un muro lateral, junto a las escalas al costado Sur, se instaló una placa central de metal donde la Municipalidad deja su sello recordatorio en el centenario de la tragedia, incluyendo un relieve con la imagen de la original Escuela Santa María de Iquique, más los nombres de la alcaldesa de turno y los demás miembros del Concejo. A sus lados hay paneles de madera con los nombres de algunas de las víctimas y referencias informativas, pero la mala factura y el daño causado por los elementos ambientales sobre el material, hacen poco o nada legible esa nómina en la actualidad.
El monumento funerario del Cementerio N° 1, finalmente, fue inaugurado en el marco del mismo programa de aniversario 100° de la masacre, cuyo día principal fue declarado de duelo nacional. Su condición funeraria a la vez que conmemorativa lo hace el más importante para este hecho histórico, a pesar de no ser tan céntrico como el de la Escuela Santa María. 15 millones de pesos costó la obra, que se suponía desde su origen como el inicio de una ruta patrimonial e histórica que está pendiente implementar de forma definitiva dentro del Cementerio N° 1, además de un circuito conmemorativo que debe trazarse en Iquique sobre puntos importantes de la masacre, partiendo en el Monolito de la Escuela Santa María y pasando precisamente en este monumento.
Formalmente, cabe destacar que este mausoleo de mucho mejor calidad y factura que aquel humilde conjunto de 1911 en el que se basa su diseño, rescatando también su señalado sentido memorial más íntimo, para esos mismos restos que ahora reposan en él, y esperamos que esta vez sea para siempre.
Ese mismo año 2007, además, una delegación de expertos viajó a Santiago casi en medio de los festejos del centenario de la masacre, para proponer al Consejo de Monumentos Nacionales la declaración de Monumento Histórico Nacional para dos hitos de la ciudad íntimamente ligados a los sucesos de la matanza de 1907: la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de Monseñor Martín Rücker Sotomayor quien se esforzó por intervenir ante las autoridades para evitar la masacre de huelguistas y prestando ayuda después a las familias; y el propio Cementerio N° 1 de Iquique, donde vimos que fueron sepultados algunos cuerpos identificados de entre los mártires, además de contar con el símbolo que representa el mausoleo inaugurado en esos mismos días.
Si prospera el propósito de declarar Monumento Histórico Nacional al camposanto y se concreta la creación de circuitos históricos interiores y exteriores que involucren al cementerio y enfaticen al monumento de las víctimas de 1907 como punto esencial de interés, Iquique podrá contar con una magnífica instancia de difusión de la memoria relativa a los trágicos sucesos de la Plaza Montt y la Escuela Santa María más allá del mero paseo de visitantes por los sitios de la ciudad relacionados a aquellos sucesos, potenciando el recuerdo y el homenaje, así, desde el turismo cultural y la revaloración patrimonial.

Comentarios

  1. Criss Salazar6 de noviembre de 2014, 22:34

    Comentarios recuperados de la entrada en el sitio Urbatorivm, en donde originalmente había sido publicado este artículo:

    Víctor M. Mandujano

    18 de octubre de 2013, 11:24
    No sé si saldrá repetido: Tristísimo. El pago de Chile a la masacre de más de 3 mil obreros.
    ResponderBorrar
    domenica7 de abril de 2018, 13:32

    Creo que eres magnifico por el tiempo que te has dedicado a hacer este informe. Te agradesco pero infinito todo lo relatado, insuperable informacion. Qepd las victimas de la gran masacre justicia para ellos al menos en el recuerdo eterno, jamas olvido
    ResponderBorrar

    Fernanda Medina Núñez5 de abril de 2019, 21:42

    Ojalá estas tragedias no se repitan
    ResponderBorrar

    cesar muñoz16 de junio de 2019, 17:41

    Gracias por esta onformación Yo creo que va siendo hora de hacer exámenes de ADN a las victimas y buscar entre aquellos familiares que perdieron a sus seres queridos ese día
    ResponderBorrar

    CookieMonster.29 de agosto de 2021, 03:24

    yendo por aqui y por alla, he caido nuevamente en tu blog, hace rato que no lo hacia, pero buscando sobre la cruz de lo cañas, recordar la matanza de ese lugar, luego la historia de balmaceda y caer por aca tambien, ...hace poco uno de los candidatos hacia alusion a pasar por sobre los DD.HH. para mantener el orden. solo hace un llamado a repetir la triste historia de Chile, toda vez que sus fuerzas de orden han masacrado a sus mismos compatriotas... hace poco estuvimos cerca de algo similar, pero que detodas maneras ha dejado huellas imborrables en centenares de chilenos que buscaban un futuro mejor.

    Gracias por cuidar de la historia.

    ResponderEliminar

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