UN PUENTE COLGANTE Y SUS MISTERIOS EN EL CORAZÓN CAJONINO

 
Coordenadas:  33°40'9.41"S 70°20'57.05"W
Es conocida en la zona del sector del Camino Al Volcán la roca llamada La Pata del Diablo, en el Cajón del Río Maipo, en la Región Metropolitana. Muy cerca de ella está, sin embargo, el Puente Colgante de El Toyo: se encuentra abajo del camino en este mismo lugar, uniendo ambas riveras del Maipo.
Los puentes colgantes han sido bien conocidos en el río Maipo, desde tiempos de la Conquista. Se cuenta que, hacia 1545, por ejemplo, los españoles construyeron con lianas trenzadas y tablas el primero de ellos, que quizás haya sido también el primer puente colgante de todo Chile. Ubicado en las puertas del Cajón del Maipo y de San Juan de Pirque, este sector recibió, por lo mismo, el nombre de Puente Alto con su aldea respectiva, hoy comuna del extremo Sur oriente del Gran Santiago.
En su diario de viaje, el naturalista Charles Darwin escribe, en 1834, una observación interesante sobre los puentes colgantes del Río Maipo:
5 de septiembre: A eso del mediodía llegamos a uno de los puentes colgantes hechos con pieles, puentes que cruzan el río Maipú, de caudalosa corriente rápida, que discurre a algunas leguas al sur de Santiago. ¡Triste cosa son esos puentes! El tablero o piso, que se presta a todos los movimientos de las cuerdas que lo sostienen, consta de trozos de maderas colocados unos al lado de los otros. A cada instante encontramos boquetes y con el peso de un hombre que conduzca su caballo por la brida, todo el puente oscila de un modo terrible"
Pintura anónima de 1821, con un puente colgante sobre el Río Maipo.
Puente Colgante de El Toyo hacia 1930.
Ubicado en las afueras del poblado de San José de Maipo, del Puente Colgante de El Toyo, en particular, no sé bien su antigüedad pero fácilmente puede estar rondando los 80 años, sin descartar la posibilidad de que haya tenido versiones anteriores todavía más rústicas que la actual, probablemente parecidas a la que hay en una pieza de autor anónimo que se conserva en el Museo Histórico Nacional y que consiste un trabajo a tinta y acuarela de 1821, reseñado como "Puente indígena sobre el río Maipo". En lo fundamental, el de esta pintura no difiere tanto del aspecto del que podemos ver aún en el puente de El Toyo, aunque desconozco si guardará alguna relación con el mismo, ya que podría ser también el mencionado Puente Alto de tiempos coloniales, u otro cercano.
En el Volumen XV de los "Anales del Instituto de ingenieros de Chile", de 1915, se menciona un puente de tirantes de cables que ya existía entonces en el sector de El Toyo del Cajón del Maipo, aunque parece referirse más bien a un carro de transportes desde un lado del río a otro, a través de un cable de acero flexible. Sin embargo, la antes mencionada institución museológica atesora también al menos una fotografía fechada en 1930 y donde ya se ve al puente colgante que une El Toyo con La Pata del Diablo, del que estamos hablamos. Se observa en él a un huaso pasándolo a caballo, aunque el puente se veía a la sazón en mucho mejor estado que ahora, con su plataforma de madera muy bien cerrada, lisa y sus cuerdas-cables dispuestas en un arco de suspensión. Ingeniería sencilla pero muy pulcra y eficiente, según se observa. Aquella versión del puente de la imagen, se ve en tan buen estado que sospecho había  pasado relativamente poco desde su inauguración.
Si en el vecindario rural de este lado del Cajón del Río Maipo no se sabe muy bien de su origen y antigüedad, según parece, la leyenda local ya propuso una explicación propia para la presencia del puente colgante: supuestamente, unos trabajadores cajoninos a los que se había solicitado construir este paso sobre río, invocaron una noche al Diablo para que les echara una mano en la fatigante tarea que parecía imposible de lograr en los plazos y recursos disponibles. El Puente Colgante de El Toyo, entonces, sería un favor infernal, resultado de esta intervención infernal, pero también resultó en un engaño o estafa al soberano de los avernos, como veremos. Debe recordarse que muchas veces el Príncipe de las Tinieblas ha aparecido en la mitología popular implicado en proyectos de construcción de puentes, tanto para la leyenda del Puente de Cal y Canto en el Mapocho (en esa ocasión, engañado por el Corregidor Zañartu) como para otros casos internacionales.
En lo que dice relación a este puente del Cajón del Maipo, cuanta una versión más extendida de la misma leyenda que el Diablo accedió a la petición de los trabajadores, pero le pidió sus almas a cambio; ellos aceptaron pero solicitando, adicionalmente y para compensar tamaño trueque, una barra de oro puro como parte final de la transacción. Cuando el demonio cumplió, terminó el puente y les entregó la barra dorada, pero los trabajadores comenzaron a reclamarle que ésta era falsa, iniciándose una discusión. El ofuscado Diablo les exigió demostrarle que no era oro puro y uno de ellos, usando el filo de su hacha, le dio dos golpes en sentidos horizontal y vertical fingiendo querer revelar que era otro el material dentro del bloque; pero lo hizo formando una cruz cristiana, símbolo ante el cual el Señor de los Infiernos se espantó, entró en pánico y debió salir corriendo despavorido y furioso, dejando por accidente una huella frente al lugar donde está el puente, en la roca que las leyendas denominan y asocian a la Pata del Diablo. Ésta es, pues, otra de las tres o cuatro explicaciones que se dan en el folklore de la zona para el origen de la extraña formación rocosa.
Vista desde La Pata del Diablo, con el Puente Colgante sobre las aguas del Maipo.
Aproximándonos al puente, un día con su portón metálico abierto.
Sin embargo, otra versión de la leyenda y que es difundida por Julio Arancibia en el portal "Dedal de Oro" de cultura y folklore del Cajón del Maipo, cuenta que un modesto campesino de poncho y chupalla residente del valle, llamado Ramón, se atrevió a probar ante toda la comunidad que era más astuto que el Rey de los Demonios, por lo que una fría y tenebrosa medianoche de jueves se hallaba esperándolo en el mismo sector de La Pata del Diablo, antes que esta huella existiera en las rocas del cerro. Allí llegó el invocado, vestido entero de negro, y don Ramón le planteó respetuosamente su desafío: ganarle en la construcción de un puente colgante justo enfrente de este sitio, de una ribera a otra. Si terminaba primero el Diablo, éste tendría derecho a llevarse el alma de Ramón; pero si el campesino terminaba antes el suyo, don Sata debía ser premiado con riqueza y poder.
Seguro de sí mismo y sabidos ya sus talentos como ingeniero, el Diablo aceptó el desafío y ambos acordaron comenzar en la mañana siguiente. Sin embargo, el ladino Ramón se quedó en la noche enterrando cruces benditas justo en el lugar donde el Diablo debía comenzar a excavar el terreno para construir su puente. Así, cuando éste llegó en la mañana y echó manos a la obra convencido de que ganaría al huaso cajonino, debió salir corriendo y aullando de furia y de horror por los cerros, al encontrar aquellos símbolos cristianos saliendo con sus primeras paladas de tierra, dejando marcadas sus huellas y manos por las laderas rocosas, con la célebre Pata del Diablo sobre la roca de la carretera.  Don Ramón, en cambio, continuó su puente colgante hasta terminarlo y así derrotó al soberano de los ángeles caídos. Es el mismo puente aún es utilizado allí.
De todos modos, cuenta la misma historia que cuando murió Ramón, en su funeral se habría aparecido el Diablo con un saco lleno de cruces que dejó abandonadas en las puertas de su casa, alegando que venía a llevarse su alma de todos modos, pues de nada valía la pena ahora haberlo engañado con sus trucos.
La proximidad del rústico paso a la Pata del Diablo no ha sido aprovechada sólo por la leyenda, sino también por algunos duendes del comercio que, hasta hará algunos pocos años, hacían creer a los turistas que el puente colgante se llamaría en realidad "Puente Pata del Diablo", para hacerlo más interesante y atractivo al interés de los visitantes y de los clientes de tours de aventura. No creo necesario este cliché de ponerle más inyecciones para inflar su ya abultado valor cultural, sin embargo, porque el puente por sí sólo y con sus mitos propios tiene suficiente atractivo para excursiones en grupo y paseos a caballo, siendo difícil hallar casos similares de puentes de este estilo y fábrica en el Chile actual.
En una mirada más histórica sabemos que, por muchísimo tiempo, el camino por la ribera Sur del Maipo había sido un tortuoso sendero donde convenía más ir a lomo de mula o caballo, uniendo antiguas estancias y corrales hasta el sector de la Hacienda El Toyo, en las faldas de los peñones y cerros rocosos. El viejo camino se usaba también para la extracción de materiales, cargas de fardos y transporte de productos agropecuarios. Al final de este trazado entre los cerros, estaba desde antaño el Puente Colgante El Toyo, uniendo el sector de las caballerizas y la media luna con la otra orilla donde está la Pata del Diablo y su parada en el Camino al Volcán.
 
 
San Juan de Pirque con El Toyo fueron unidos finalmente durante los rigores de facto del Régimen Militar, hacia el año 1984, según se dice por orden directa del general Pinochet de construir la carretera asfaltada que ahora existe allí, continuación de Ramón Subercaseaux y Camino El Toyo. Por esta razón, muchos la han considerado una obra pública de interés casi privado, para facilitar sus desplazamientos por el Cajón del Maipo hacia su casa de descanso en El Melocotón. Hacia entonces, además, la Hacienda El Toyo ya pertenecía a la familia Guillón Cuevas. Sin embargo, no puede negarse que los cerca de 25 kilómetros que se construyeron en este camino dieron un buen valor a los terrenos del lado Sur del Río Maipo y facilitaron prolongar hacia el interior la actividad económica y turística que antes se limitaba más bien al sector de Pirque, con campings, caballerizas y restaurantes que llegan casi hasta el final del camino, además de los proyectos hidroeléctricos allí establecidos.
Al final de este nuevo Camino El Toyo, poco más de un kilómetro más arriba de donde se ubica el Puente Colgante de El Toyo que nos interesa, se construyó un nuevo y sólido paso con el mismo nombre: Puente El Toyo, que empalma en Viña Balduzzi con el Camino del Volcán, luego de cruzar el río. El sector es conocido y frecuentado a causa de un famoso restaurante cercano al sector, llamado "Entre huasos y gauchos", situado en la ribera Sur.
Hoy, el puente colgante luce vetusto: muy deteriorado y en una rusticidad de materiales casi corrosiva, francamente inquietante. También se le agregaron unos feos portones y latones en el acceso de la ribera Norte, para evitar que intrusos entren a las propiedades del otro borde durante las noches. Aquella oscilación casi graciosa que hacia 1999 nos llevaba a mí y a mis amigos a saltar sobre él asustando a algunas amigas que iban a mitad del paso (4 personas máximo por pasada, decía un cartel), hoy es más bien una debilidad que atemoriza, con el puente un tanto inclinado, sus pretiles de gruesos cables tejidos ya mustios y sueltos, muy bajos, además de oxidados,. También asoman buenos espacios en algunos puntos entre un tablón u otro. Sus carcomidos cabos metálicos sosteniendo la estructura, a pesar de todo, ofrecen flexibilidad y buenos anclajes, por lo que es difícil que el puente llegue a caerse algún día con este nivel de uso; pero de todos modos una caída por descuido o por la falsa sensación de seguridad en los endebles pretiles, quizás sea un potencial peligro para los usuarios. Tampoco siento que los crujidos de los tablones inspiren sentimientos de confianza en la seguridad del camino por toda su luz.
A mal traer pero siguiendo en plena utilidad para el intercambio de rutas de usuarios y residentes a uno y otro lado del Río Maipo, sería bueno que la autoridad respectiva (supongo que la Municipalidad de San José de Maipo) con alguna clase de acuerdo con particulares, pudiese echarle mano a la mantención del histórico sitio... Y, si no es posible, que entonces algún gañán o peón de las comience a idear una nueva forma para engañar al Diablo otra vez y convencerlo con de mejorar y restaurar el querido Puente Colgante de El Toyo.

Comentarios

  1. Comentario recuperado desde el primer lugar de publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:

    Santiagonostalgicogoogle1 de marzo de 2020, 23:13

    Hola, el grabado anónimo, según el Museo, tiene algo escrito en inglés, lo que me hace presumir que puede ser obra de doña Maria Graham que por esos años estaba en nuestro país y que hizo una muy buena pintura de la zona al sur del Maipo. Saludos.
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