UN EJERCICIO DE "LUGARIZACIÓN": POSIBLE IDENTIFICACIÓN DEL INMUEBLE DONDE HABRÍAN ESTADO LOS CUERPOS DE PRAT Y SERRANO EN 1879

 

Coordenadas: 20°12'44.04"S 70° 8'49.16"W
Nota: artículo redactado y publicado en diciembre de 2013, trasladado hasta acá en 2022 sin actualizaciones.
Se habla de lugarización histórica al trabajo de especificar el espacio geográfico real y su contexto material en que tuvieron lugar los hechos narrados por la crónica o la historiografía, tendencia que parece haber sido introducida (o al menos difundida) desde los enfoques patrimonialistas con orientación a la "puesta en valor" de esos mismos espacios, pero que estuvo largo tiempo ausente en las escuelas más tradicionales de la disciplina histórica.
Un interesante ejemplo de lugarización de espacio podría estar teniendo ocasión en estos mismos momentos en Iquique, gracias a la revisión de antecedentes que, si bien no revisten la novedad indiscutible de un dato inédito, sí involucraron un ejercicio concreto de comparación de espacios y relecturas de datos bajo una mirada más astuta e informada, que al parecer pocos habían realizado en este caso específico: la ubicación de un hospital donde se habrían realizado las autopsias y la primera inspección médica de los cuerpos de los héroes de Iquique, el Capitán Arturo Prat Chacón y el Teniente Ignacio Serrano Montaner.
Es un posible ejercicio de lugarización que, además, tiene algún alcance revisionista, pues de confirmarse cierto podría llegar a corregir una referencia espacial que casi se ha perpetuado sobre el sitio en que fueron revisados los cuerpos de los dos héroes y que estaría errada. Esto, por supuesto, en caso de ser correcta la nueva identificación que se ha hecho de tal punto en el plano urbano histórico de Iquique, en un inmueble que aún existe.
He podido acceder a los detalles de este esfuerzo gracias a dos investigadores históricos locales: el mayor (R) Enrique Cáceres, conocido por su labor en el Museo Militar de Iquique, y don Hermes Valverde, relojero y todo un personaje iquiqueño, encargado del control y mantención de los relojes patrimoniales en la ciudad. Éste último tuvo la gentileza de llevarnos en su vehículo hasta el lugar correspondiente, junto al museólogo y experto en la Guerra del Pacífico don Marcelo Villalba, mientras nos encontrábamos desembarcados del buque LSDH "Sargento Aldea" en el puerto iquiqueño, formando parte del equipo de actividades culturales invitado al Operativo Médico de la Armada de Chile "Acrux 2013".
Además, parece ser que siempre ha orbitado un maligno genio de confusión alrededor de los sucesos posteriores a la batalla naval de Iquique. Ni siquiera está clara la dominante participación que se le ha adjudicado oficialmente al ciudadano español Eduardo Llanos -con monumento y todo- por sobre la de su compatriota Benigno G. Posada, quien sería el que realmente hizo casi todo en las gestiones y desvelos necesarios para darle digna sepultura a los restos mortales de Prat y Serrano. Si bien los testimonios acumulados entonces llegan al detalle incluso de los sorbos de agua con un poquito de coñac que se le dio de beber al sediento y agónico Sargento Juan de Dios Aldea, y al cómo se le arrancaron hasta los botones a los cadáveres de Prat y Serrano por parte de la chusma allí frente al edificio de la ex Aduana de Iquique, resulta nebuloso y poco abordado lo que sucede entre el momento en que se recogen estos dos cuerpos por iniciativa de los ciudadanos españoles dirigidos por Posada y luego se los sepulta en cortejo que sale hasta el Cementerio N° 1 de Iquique.
Quiero compartir parte de estas revelaciones, entonces, en vista de la nula difusión que aún se ha hecho del caso en estudio pero que podría arrojar -en el futuro- importantes antecedentes concretos sobre la parte de la historia que sucede en los días inmediatos a la epopeya de la rada de Iquique en 1879.
Aduana de Iquique en el siglo XIX. Frente a ella se colocaron los cuerpos de los héroes.

Los héroes Arturo Prat e Ignacio Serrano.
Imagen de época, mostrando la inhumación de los héroes de Iquique.
Don Pedro Pablo Figueroa. Su trabajo de investigación "Crónicas patrias: Héroes y hombres" pone en duda no sólo el papel protagónico que se asigna a Llanos por sobre su compatriota Posada en la gestión humanitaria que permitió rescatar y dar sepultura a los cuerpos de Prat y Serrano en Iquique, sino también -y sin proponérselo- a la creencia general de que los restos fueron directamente desde la Aduana hasta la morgue del Hospital de Iquique, desde donde fueron sacados para las exequias.
¿VERSIONES ERRADAS?
La tendencia general de quienes asumen la tarea de dar detalles sobre este lapso de la historia, es señalar que los cuerpos de los héroes de la corbeta "Esmeralda" fueron llevados hasta el Hospital de Iquique para la revisión y las autopsias, aunque muy poco se puntualiza al respecto. Varios otros saltan directamente desde el momento en que los cuerpos están tirados en la Aduana hasta el velatorio o la inhumación en el cementerio, como son los casos que van desde Virgilio Figueroa en su "Diccionario histórico, biográfico y bibliográfico de Chile" (cuando rinde la biografía de don Eduardo Llanos) hasta el de Rodrigo Fuenzalida en su "Vida de Arturo Prat".
Parte de la posible imprecisión relacionada con el primer lugar de atención post-mortem de los cuerpos, se debe quizás a que era sólo un dato de escasa relevancia en el contexto del momento y de los hechos generales. Incluso un testigo directo de lo sucedido, don Jaime Puig y Verdaguer, registra este punto en forma muy poco esclarecedora, en sus "Recuerdos del bloqueo de Iquique":
Llegué al depósito mortuorio, donde encontré ya a don Eduardo Llanos, asturiano de tomo y lomo, y al magnífico Benigno Posada, el tipo acabado de la bonhomía, quien sonriéndome bondadosamente con su cara más buena que el androsemo.
(...) Por fin nos pusimos en marcha procesional, en buen orden, saliendo del callejón de la aduana, y bien pronto entramos en la calle Tarapacá por la cual desfilamos muy contritos y silenciosos.
Aparentemente inexacto sobre el lugar correcto, habría sido también Justo Abel Rosales, cuando escribe en 1888 a nota en pie de página en "La apoteosis de Arturo Prat y de sus compañeros": "Los restos de los oficiales chilenos fueron conducidos al hospital antiguo que aún subsiste".
La referencia que da -o al menos sugiere- la generalidad de los autores sobre el recinto donde la revisión de cadáveres habría tenido lugar, entonces, suele ser la del Hospital de la Beneficencia de Iquique, que se había fundado en esa misma década con sede al inicio de lo que ahora es la calle Amunátegui y sobre una anterior institución sanitaria llamada Hospital de la Caridad.
Más cerca de nuestra época, los autores que siguen disponiendo de aquellas fuentes antiguas repiten las afirmaciones o simplifican lo que pudo haber sucedido con los cuerpos al momento en que intervienen los españoles para darles sepultura. Así es que Alfredo Loayza Bustos, historiador de la Universidad de Chile y por entonces Conservador del Museo Arqueológico de Iquique, escribió en 1979 en artículo del diario "La Estrella de Iquique", en el Centenario del Combate Naval de Iquique:
Los cadáveres de Prat, Serrano y de un marinero desconocido fueron desembarcados por la tarde, después del regreso del Huáscar de su infructuosa persecución de la Covadonga, los cuerpos exánimes de los marinos chilenos fueron depositados en la calle que enfrenta al edificio de la Aduana y allí cubiertos con unas lonas permanecieron por muchas horas expuestos a la curiosidad pública, que consternados por el dramatismo de la contienda que habían presenciado en la mañana, acudían a observar los restos de los héroes. Dos soldados de la prefectura montaban guardia en el lugar. Mucho más tarde en un carro plano del ferrocarril fueron traslados al hospital, que en ese tiempo estaba situado al comienzo de la actual calle Amunátegui y que se llamaba precisamente "Del Hospital".
Un caso más parece ser el del Dr. Juan Lobardi Borgoglio, quien señala en su artículo "Historia de la cirugía en el Hospital de Iquique" ("Revista Chilena de Cirugía", agosto de 1994) lo siguiente, refiriéndose al escenario sanitario de la ciudad en los días de la Guerra del Pacífico:
En lo que respecta a la parte sanitaria, existía un Hospital peruano, cuyas condiciones eran muy poco confortables, grande en extensión, pero que disponía de un escaso número de camas, para la atención de los enfermos.
En ese Hospital, falleció después de tres días de agonía, el Sargento Segundo Juan de Dios Aldea, que había resultado gravemente herido en el Combate Naval, y a ese mismo establecimiento fueron conducidos los restos mortales de los héroes, don Arturo Prat Chacón y de don Ignacio Serrano Montaner.
Incluso uno de los autores considerados más duchos en este tema, don Gonzalo Vial Correa, expuso de manera muy similar esta etapa de los hechos cuando los españoles salen a buscar los cuerpos de los héroes chilenos, en su libro "Arturo Prat", patrocinado por la Armada de Chile (Editorial Andrés Bello, 1994):
Visitaron primero la parroquia encontrando sólo la capilla ardiente de Jorge Velarde; más tarde, se le añadiría la de otro oficial peruano, Guillermo García y García, de la Independencia (...) Finalmente, fueron ubicaron los cadáveres de Prat y Serrano en el hospital.
Entre muchos otros ejemplos, está también el del profesor Leonel Lamagdelaine, destacado docente de la Universidad Arturo Prat de Iquique, en el folleto "Inhumación y exhumación de los restos de Prat y Serrano", publicado en 2004 por la propia Municipalidad de Iquique:
Los cadáveres de la "Esmeralda" fueron desembarcados en el muelle Lafrenz y colocados en la vereda de la calle que hay entre el muelle y el edificio de la Aduana. Por la noche en un carro de ferrocarril fueron trasladados al hospital (ubicado al extremo N° de la calle del mismo nombre, hoy Amunátegui).
Empero, un dato que quizás podría abrir la posibilidad de la existencia de un recinto hospitalario auxiliar al principal en los días de la conflagración, aparece en el artículo "El Puerto de Iquique en los días de administración peruana", de Carlos Donoso Rojas (revista "Historia" N° 36, agosto de 2003):
La situación, sin embargo, permanecería constante con el correr de los años: en 1877 el antiguo edificio hospital fue clausurado por ocho meses debido a su deplorable estado de conservación, trasladándose cada cierto tiempo a diversas reparticiones públicas. Al inicio de la Guerra del Pacífico sólo se había restaurado un par de pabellones, atendiéndose buena parte de los enfermos a un costado del mercado de abastos.
El antiguo Mercado de Iquique se encontraba del lado oriente de la actual Plaza Condell, aunque no tengo plena certeza de que sea éste el mercado de abastos que quiere señalar el autor.
 
EL DATO DE PEDRO PABLO FIGUEROA
Curiosamente, sin embargo, desde inicios de 1890 se cuenta con un breve pero muy bien documentado trabajo realizado por el escritor e investigador Pedro Pablo Figueroa, donde se pone luz sobre muchos de estos aspectos poco claros sobre los sucesos de Iquique: "Crónicas patrias: Héroes y hombres", folleto que formó parte de la colección de la biblioteca del periódico "Los Tiempos", y que fuera publicado en Talca bajo sello de la Imprenta y Litografía de "Los Tiempos". Salvo por algunas publicaciones del "Boletín de la Academia Chilena de la Historia" de 1945 y otras que se me deben pasar de largo, puede ser que lo informado por Figueroa haya pasado inadvertido a una gran cantidad de estudiosos del asunto.
Hasta donde sé, esta es la publicación que proporciona datos más concretos sobre el lugar donde fueron llevados los cuerpos antes de las exequias, aunque la motivación principal de Figueroa era enaltecer las figuras de los héroes, rescatar la memoria del periodista mártir Manuel Castro Ramos y hacer justicia al español Benigno Posada en la inhumación de los cuerpos, desmintiendo el papel protagónico que se ha atribuido a Eduardo Llanos. Sin proponérselo, entonces, este autor que fuera gran conocedor de las ciudades del Norte de Chile y creara el "Diccionario Biográfico de Chile", dejó importantes pistas para identificar el lugar del hospital de marras.
De partida, cabe señalar que Figueroa dio con el fabricante original de los ataúdes de Prat y Serrano, pero su identidad difiere de las reportadas por otras fuentes posteriores que lo han señalado como un señor Carlos Lines o un tal Galvarino Fuentes. Se trataba en realidad de don Fronoso Noya de Pimentel, comerciante portugués nacido en 1841 y residente en Chile desde 1857, que ofició como improvisado carpintero en aquella jornada. Dice, en su extraordinario testimonio al autor (los destacados son nuestros):
El día 23 (sic), el carretero Jacinto-Preder, de nacionalidad portuguesa, muerto en Valparaíso en 1882, y en una carreta calichera de propiedad de un señor Mardones italiano, que aún reside en Iquique, viviendo en su casa de negocio situada frente a la Aduana, llevó los ataúdes de mi casa al hospital del sangre de la calle de Bolívar, donde se encontraban depositados, desde el día anterior, los cadáveres de los marinos chilenos.
Claramente, Noya de Pimentel se está refiriendo a un recinto distinto al Hospital Viejo o de la Beneficencia de Iquique, en este caso un hospital de sangre o de auxilio y emergencia, situado en algún lugar de la calle Bolívar, que a la sazón no debía extenderse más allá de la actual calle Martínez y relativamente cerca del recinto médico principal.
En una larga discusión epistolar y editorial que tuvo lugar en 1884, sobre los laureles que para muchos cortó injustamente el señor Llanos a partir de los esfuerzos de Posada por rescatar los cuerpos y darle digna sepultura, aparecieron otros antecedentes transcritos por el autor, en donde siguen apareciendo datos concretos de los testigos presenciales sobre lo que sucedió después del retiro de los restos mortales de los héroes desde el frente de la Aduana. No me queda del todo clara la situación, sin embargo, pues pareciera que después de este aparente paso por el hospital de sangre los cuerpos sí llegaron también la morgue del hospital principal donde serán velados hasta la mañana y no directamente a un velatorio, como recordaba Noya de Pimentel. Nuestro amigo Valverde, sin embargo, está convencido de que fue éste el único hospital donde estuvieron los cuerpos, allí en calle Bolívar, según nos comenta.
Echando un vistazo al resto de los documentos que reproduce Pedro Pablo Figueroa, vemos que en carta firmada en Lima el 21 de ese mes, don Rigoberto Molina dice lo siguiente a Posada:
...el 22 por la mañana me constituí en el hospital, y habiendo encontrado a los dos cadáveres que manifestaban un aspecto horroroso, ordené al administrador de dicho establecimiento que los cubriera con sábanas blancas, cosa que se cumplió en el acto; di parte de esta medida a Ud. y al señor Llanos, que me dieron su aprobación inmediatamente.
En carta al mismo destinatario y remitida también desde Lima el 22 de junio, el ex enfermero de Iquique don Juan Sempertigue recuerda:
Yo era barchilón en el hospital y servía a 36 enfermos en la sala San José. El 21 de mayo de 1879 llegaron los cadáveres del capitán Prat y del teniente Serrano, poco después me llamó D. Ramón Laciar (argentino) y entre Beltrán, yo y D. Ramón quedó esa noche velándolos junto con varios soldados del núm. 5 y otros cuerpos.
A la mañana siguiente y después de haber dormido volví y ayudé a vestir y poner mortaja negra a los dos cadáveres.
El aludido José Ramón Laciar, por su parte, había escrito la siguiente memoria de los hechos a Posada, desde Iquique el 18 de junio de 1884:
Cuando vi entrar los cadáveres al hospital y oí el tumulto, tomé una vela y fui hasta el mortuorio un poco por delante de los soldados que llevaban los cadáveres tomados entre cuatro, de cada mano y de cada pie. Al llegar a la puerta los soldados dejaron caer de golpe los cadáveres uno sobre otro; yo observé que eso era bárbaro y me contestaron que si yo era chileno y que qué me importaba.
(...) Esa misma noche solicité del administrador señor José Eyzaguirre permiso para quedarme velando los cadáveres. Este permiso me fue concedido con gran dificultad, porque en días anteriores había sucedido que una vela cayó sobre la sábana de un cadáver y casi hubo un incendio. Desde entonces habían prohibido velar los muertos y después de suplicarle mucho obtuve permiso ocultamente porque no quiso que se supiese. Yo convidé a varios de los militares peruanos que estaban como enfermos sin estarlo, entre ellos un teniente, un sargento, un soldado ya de edad y muy formal.  No recuerdo los nombres de estos militares.
Cabe señalar que trabajo de Pedro Pablo Figueroa tiene un mérito de credibilidad y confianza bastante particular: además la gran recopilación de entrevistas que realizó a testigos y personajes, la investigación plasmada en "Crónicas patrias: Héroes y hombres" ocupó 10 años de su vida, partiendo casi desde el momento mismo en que se conoció la noticia de la epopeya de la "Esmeralda" en Iquique y cuando la escasísima literatura existente obligaba a indagar directamente sobre los hechos, a diferencia de la recopilación y basamento realizado por autores posteriores sobre lo escrito por otros, repitiendo también sus posibles errores.

EL POSIBLE EDIFICIO ORIGINAL
Es difícil suponer que Fronoso Noya de Pimentel se haya equivocado en su referencia a un hospital de sangre y al señalar su ubicación en la ciudad en calle Bolívar, como testigo y como residente de la misma. Es difícil también que haya mentido atribuyéndose papeles que no fueran reales en los sucesos de Iquique, al tiempo que señala también el paradero de testigos vivos y también residentes, que muy seguramente fueron entrevistados por el investigador.
Sin embargo, este detalle de su testimonio nunca fue convenientemente tomado en cuenta, quizás hasta ahora. De hecho, no se tenía noticia de la existencia de un recinto hospitalario en calle Bolívar, lo que acentuaba la posibilidad de que todo se tratara de un error o una confusión del informante.
El uniformado en retiro e historiador del Museo Militar de Iquique, don Enrique Cáceres Cuadra, ha dedicado gran parte de su atención profesional a este período siguiente a la epopeya de Iquique y a la identificación precisa de los lugares donde tuvo lugar el poco explorado fragmento de hechos previos a la sepultación de Prat y Serrano. Diría que un lugarización histórica, precisamente. Fue así como pudo enterarse de un hecho de especial significación, que podría traducirse en el eventual hallazgo del inmueble donde fueran llevados los cuerpos en el oscuro tránsito de tiempo al que intenta dar luz Pedro Pablo Figueroa con sus señaladas entrevistas y testimonios.
En la esquina Nor-oriente del cruce de calles Bolívar con Barros Arana, a sólo tres cuadras de la Catedral y a cuatro del Cuartel de la Bomba "España" que, según la leyenda, fuera tan importante en el sepelio y cortejo fúnebre de ambos héroes, hay un antiguo edificio de madera con influencia del estilo georgiano o victoriano y fábrica de pino Oregón, de líneas simples muy similares a las que se empleaban en Iquique hacia 1870. Aunque de buen tamaño, no es uno de los edificios antiguos que más destacan de lo que queda de la ciudad original de aquellos días, pero si tiene una sobriedad especial como punto de dominio en aquella esquina. Además, se sitúa en un sector del plano que, según tengo entendido, se vio alcanzado por los bombardeos durante la Revolución de los Constitucionalistas de 1891, aunque sin haber comprometido este inmueble, por fortuna. Interiormente, el inmueble se divide en pasillos y habitaciones de alto techo, también de factura en madera, con un patio estrecho cercado por el propio edificio, aunque por ahora desconozco cuáles son las otras construcciones internas que pueden hallarse dentro del recinto.
Pues bien: cuenta Cáceres que, hace aproximadamente una década, mientras el caserón estaba bajo propiedad de una familia de apellido Fistonich, los dueños descubrieron accidentalmente histórico material médico en el entretecho de la construcción, mientras realizaban algunas revisiones del viejo ático del mismo y que se hallaba condenado hacía más de un siglo. Según sus notas, el principal grupo de objetos era una especie de botiquín, que resultó ser un completo paquete sanitario compatible con el que se empleaba en los días de la guerra. El material, además, corresponde al que se debería encontrar en un hospital auxiliar de la época, justamente.
El descubrimiento del paquete sanitario, combinado con la referencia del hospital de sangre dada por el testigo y señalado en algún lugar de la calle Bolívar, hace muy posible que éste inmueble haya sido aquél en que funcionaba el servicio sanitario y provisional indicado por Noya de Pimentel, cuando fueron llevados los cuerpos de Prat y Serrano para la observación médica de rigor, y quizás desde allí al hospital principal o directamente a sus exequias con las conocidas circunstancias del entierro en el camposanto y la colocación de señales que permitieron reconocer después los restos.
Recientemente, he sido llevado de visita hasta este sitio junto al investigador de la Guerra del Pacífico don Marcelo Villalba Solanas, como he comentado ya. Vamos con nuestro amigo e inquieto colaborador investigaciones como la que sostiene Cárceres, don Hermes Valverde Tomé, el maestro relojero conocido por ser el único profesional de su campo facultado para dar asistencia y mantención a piezas históricas de Iquique, como el Reloj de la Torre de la Plaza Prat. Así llegamos a este inmueble de dos pisos y clara influencia británica en su arquitectura: y aunque ya lo había visto innumerables veces, nunca me detuve a pensar en su antigüedad y menos en alguna posible relación con los hechos de la Guerra del '79.
La numeración exacta del edifico es, actualmente, Bolívar 802 y Barros Arana 296. Consta de un zócalo simple con vanos pequeños, y un segundo nivel con cara plana de vértice y prolongación en los costados de mucha simetría, de unos 20 metros por lado. Nueve ventanas con balconetes abalaustrados se observan en este segundo piso. Desgraciadamente, la fachada estaba siendo utilizada para profana propaganda política y lienzos de campañas, durante nuestra visita. De acuerdo a la información que nos proporciona Valverde, la propiedad pertenece hoy a la familia Taucare, existiendo una posibilidad de postular el inmueble a alguna categoría de conservación histórica o patrimonial, por ahora tímida y tibiamente. Veremos si el interés prospera, por supuesto.
Considerando que hay muchas etapas aún pendientes en esta investigación, dejaré hasta aquí este texto pero a la atenta espera de novedades que ansiamos conocer. Para los curiosos y los sorprendidos que deseen abundar en mayores detalles al respecto, sugiero ubicar a don Enrique Cáceres en el Museo Militar del Paseo Baquedano o a don Hermes Valverde en su relojería de calle Barros Arana cerca de Sargento Aldea.
De llegar a confirmarse en el futuro que aquí en calle Bolívar estuvo, efectivamente, el hospital de sangre mencionado en el que habrían sido llevados los cuerpos de los héroes de Iquique, entonces podríamos hallarnos frente a un ejemplo exitoso y sumamente ilustrativo del acto concreto de la lugarización de espacio histórico, logro que despejaría muchas nubes alrededor de esta parte específica de los hechos de 1879, además de proponerle a la ciudad de Iquique un nuevo lugar para "poner en valor", por sus dignas características relacionadas con conservación e historicidad.

Comentarios

  1. Comentarios recuperados desde el lugar de primera publicación de este artículo, en el blog URBATORIVM:

    ghostour24 de marzo de 2014, 21:21

    Cabe señalar Criss que Eduardo Llanos siempre rechazó los honores dispensados, tildándolos de inmerecidos o "gloria barata".
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    Unknown26 de marzo de 2014, 15:30

    Gracias me gustaron los comentarios, te agradezco tu preocupación por la historia de nuestro país.
    ResponderBorrar

    Anónimo17 de octubre de 2014, 13:15

    bueno en un princiio llanos y posada no tenian ningun interes en los cuerpor de nuestros heroes, fue por la insistencia de una destacada joven peruana de alcurnia y que era visitada por estos caballeroa y los cuales a su peticion a regañadientes por miedo a ser tildados de ACHILENADOS.hicieron lo que la historia cuenta
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    Respuestas

    Criss Salazar19 de octubre de 2014, 02:01

    Los españoles fueron tildados de "chilenizados" desde que recogieron los cuerpos, y los hostigaron hasta en el mismo entierro... Conozco esa historia, pero tengo mis dudas de que sea tan real pues al menos se reflejaría en las notas de pagos por los varios servicios que requirio el proceso de rescate y funeral.
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    Unknown12 de mayo de 2016, 01:53

    Hola necesito ayuda para conseguir una foto del sargento segundo Aldea gracias
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    Respuestas

    Evans Maltes 19508 de diciembre de 2016, 13:11

    https://encrypted-tbn3.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcRBorOFq5HCDH_zcGaMOx2lgcNLfbn5Do7i66qGcWfhV9Ibt1SQ Juan de Dios Aldea Fonseca

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