TRAS LOS PASOS DEL PADRE NEGRO (PARTE I): FRAY CRISÓGONO, EL "APÓSTOL DE ATACAMA"

 

Altarcillo en memoria de Fray Crisógono, iglesia franciscana de Copiapó.

Coordenadas: 27°21'50.57"S 70°20'31.40"W (Parroquia de San Francisco en Copiapó) / 27°21'26.67"S 70°20'19.34"W (Cerro de la Cruz de Copiapó) / 27°22'49.68"S 70°18'39.97"W (Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria en Copiapó) / 27° 4'13.73"S 70°49'47.47"W (Gruta de Lourdes, hoy del Padre Negro, en Caldera) / 27° 4'0.31"S 70°48'50.66"W (Nicho del Padre Negro en Caldera)
He aprendido mucho sobre Fray Crisógono en mis varias y prolongadas visitas a Copiapó y Caldera. Sin embargo, su obra y su recuerdo por acá es tan grande y contundente, que no me queda más salida que dividirlo en cinco partes, partiendo por ésta que corresponde a su biografía. Estará seguida, próximamente, de entradas sobre su capilla en Caldera, la cruz que instaló en el cerro tutelar copiapino, sus supuestas virtudes sobrenaturales y su venerada cripta.
El sacerdote es un verdadero santo informal de la región de Atacama, particularmente en los poblados ubicados en la ruta del valle del río Copiapó y alrededores. Su origen era colombiano: como informan Pablo Renders y otro biógrafos, había nacido el 1° de febrero de 1877, en una familia muy acomodada y conservadora de la localidad de Robledo, compuesta por el matrimonio de José María Sierra y Camila Velásquez y sus hijos, de los que el sacerdote sería el cuarto de entre ocho.
Bautizado como Juan de Dios al día siguiente de nacer, se sabe poco de su infancia en las haciendas del padre. Debió sentirse empapado de la fe cristiana que reinaba en su hogar, pero su vocación profesional no estaba clara, pasando por estudios ingeniería, medicina y, finalmente, leyes. Algo tarde, sin embargo, Sierra y Velásquez comprendió que su destino estaba en el hábito religioso, un deseo que sus padres habían reservado -sin conseguirlo- en su primer hijo, bautizado Francisco precisamente aludiendo a dicha congregación y santo.
 
Fray Crisógono Sierra y Velásquez, en sus primeros años de sacerdocio.
El Padre Negro, ya en la madurez. Imagen fotográfica en el altar a su memoria, en la Parroquia de San Francisco, en Copiapó.
Sus intentos por ingresar al seminario de Colombia fueron rechazados, pues a los 27 años ya, su edad era un obstáculo para ser aceptado como alumno del colegio. Finalmente, luego de mucho insistir, encontró cupo en un seminario religioso de Europa, gracias a la intervención del Padre Juan José de Cock, comisario de los Franciscanos Belgas en Chile a quien conoció estando de viaje en su país, como visitador general de los conventos franciscanos de Colombia.
De esa forma, el esforzado colombiano logró entrar en 1911 al noviciado de estudios teológicos de Tielt, Bélgica, contando ya 33 años. Recibió el hábito el 15 de septiembre de ese año, y el 17 de noviembre tomó el voto simple. El estallido de la Primera Guerra Mundial lo sorprendió allí, en 1914, obligando a los franciscanos a mudarse de ciudad en ciudad conforme se desarrollaba el gran conflicto. Se graduó como sacerdote el 20 de agosto de 1916.
Habiendo tomado el nombre de Fray Crisógono para su votos, en lugar de regresar a su Colombia natal, decidió embarcarse hacia Chile, país en el que consagraría su vida religiosa y de servicio. No es clara la razón de esto, aunque algunas explicaciones dicen que su color de piel oscura llamaba más de lo conveniente la atención y creaba ciertas desconfianzas entre los belgas, no familiarizados con gente de rasgos negroides, siendo enviado por esto a Perú. En este viaje, sin embargo, desembarcó antes en una pasada por puertos chilenos, llegando al convento de La Serena el día de Navidad de 1920. Otros piensan que se debió a una estrictamente decisión personal su arribo en Chile, basada en su conocimiento de lo popular que era por estas tierras el culto a la Virgen.
"Padre Negro, caballo blanco", decían en la provincia.
Acercamiento al busto del Padre Negro en la iglesia franciscana de Copiapó.
Como sea, Fray Crisógono llegó a Copiapó en 1921 según el investigador Vidal Naveas Droguett, ya bien pasados los 40 años de edad y tras haber realizado el servicio en La Serena. Sus primeras labores en Atacama las habría ejecutado en el pueblo de San Fernando. Tras ingresar al convento de la Orden de San Francisco de la ciudad copiapina, se ganó rápidamente el cariño de sus hermanos de fe y el aprecio de la comunidad. Él se correspondía a este cariño por el pueblo chileno y su tierra, pues cuando el Obispo de Lima lo había intentado persuadir de quedarse en Perú, el sacerdote se excusó diciendo que su misión estaba en nuestro país.
Como su color de piel era toda una novedad en esas comunidades, Fray Crisógono fue apodado el Padre Negro por los feligreses, siendo recordado hasta nuestros días con este mote. Es curioso, sin embargo, es él que había sido el único de sus hermanos que heredó aquellas características raciales provenientes de un tatarabuelo, pues los otros hijos del matrimonio de don José y doña Camila eran todos de rasgos blancos e incluso de pelo rubio.
Lejos de molestarse por que lo identificaran como el Padre Negro, el sacerdote festinaba con su color de piel y hacía bromas constantemente al respecto. Recuerdan que solía presentarse como "El Padre Negro para servirle" y se jactaba de que su tez tuviese el mismo color que el hábito de San Francisco de Asís. "Cuanto más me lavo, más negro me pongo", cantaba con sorna.
A partir de ese año, fue destinado a Punta Negra, como párroco. Allá, además del servicio religioso, ayudó a sus habitantes en los trabajos agrícolas y de construcción, usando sus propias manos en las faenas. Aprendió a hacer adobes para las casas de los desposeídos, levantó chozas y también fue gracias a sus gestiones que logró terminarse la Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, para satisfacción de los mineros. "¿Cómo están mis sobrinos?", decía a los feligreses tras cada saludo, allí en la parroquia.
Ingenua representación naif de Padre Negro junto a la Virgen de la Candelaria, en la explanada de la Gruta de Lourdes de Caldera, que hoy lleva su nombre.
Altar y busto del religioso, dentro de la gruta de Caldera.
Los miembros de sociedades religiosas de "chinos" de la Virgen le tenían una tremenda lealtad y obediencia al fraile, y por esos días ya había cierta fama milagrosa en él, que lo terminaría acompañando durante toda su vida y de la que hablaremos en la cuarta parte de esta serie. Sin embargo, su estricto moralismo le llevó a decisiones controvertidas, como apartar de las fiestas religiosas el conocido  Baile de la Bandera, por considerarlo demasiado pícaro y seductor, cosa que también le generó algunos roces.
En 1925, fue destinado a la localidad costera de Caldera, a sólo 72 kilómetros de Copiapó, donde siguió oficiando en el servicio religioso para los habitantes del poblado y otros cercanos, realizando su misión en caletas de pescadores, centros mineros y campos agrícolas. Con los residentes, construyó para los devotos nuevas cruces, altares populares y hasta nichos en el cementerio.
A veces llegaba hasta las comarcas más retiradas montado a caballo, a mula o tras largas caminatas a pie, impartiendo el evangelio y dando asistencia en lugares como Chañaral, Barquito, Puquios, Dulcinea, Pueblo Hundido, San Pedro, Carrizal, Chamonate, Piedra Colgada, San Antonio, El Tranque, Tierra Amarilla, Las Vegas, Chañarcillo, Cerro Blanco, Inca de Oro, etc. Se le ha conocido como el "Apóstol de Atacama", por lo mismo, y hasta hoy algunos veteranos de las que fueran las tierras de su misión, declaran una frase que se ha vuelto de antología en la región: "Conversar del Padre Negro es conversar de Atacama". Pocos rincones habitados de aquella parte de nuestro territorio le faltaron en estas andanzas, de hecho, y como muchas veces se le veía desplazándose en un corcel impecablemente albo, la gente hablaba de él como "Padre Negro, caballo blanco".
Con grandes esfuerzos, además, en el sector Sur-poniente de lo que eran las márgenes de Caldera en esos años, logró construir la curiosa Capilla Gruta de Lourdes que hoy lleva su nombre, asistido por trabajadores y vecinos, de la que hablaremos más extendidamente en la parte siguiente de esta secuencia de textos.
Una de las estatuas de factura china que se colocaron en Copiapó, generando cierta controversia con quienes las han criticado. Esta corresponde a la de Fray Crisógono con su obra en Copiapó de fondo: el Cerro de la Cruz.
Busto y nicho del sacerdote, en el Cementerio de Caldera.
La iniciativa casi personal de Fray Crisógono por realizar obras a favor de los feligreses, además de reparar iglesias e impartir sacramentos por los antiguos poblados del desierto atacameño, molestaron a algunos críticos y hasta le valieron algunas advertencias de la propia Iglesia. Al igual que haría después en el Cerro Bramador, por ejemplo, fue de su empeño que pudo levantarse en el Cerro Chanchoquín de Copiapó una gran cruz de albañilería desde la cual se bendijo la ciudad hacia fines de los años treinta, aspirando a que el lugar se convirtiera en un santuario. Hablaremos de esta obra en la tercera parte de esta serie.
Gozando ya de cariño y respeto generalizados, al cumplirse sus bodas de plata por 25 años de servicio religioso, el 2o de agosto de 1941, se realizó una gran ceremonia patrocinada por sus hermanos franciscanos, en el convento de Copiapó.
Tras dejar su imperecedera huella en la ciudadanía de la provincia y amar profundamente al pueblo chileno de aquella regiones, el querido y respetado Padre Negro falleció a los 68 años en la casa parroquial de Caldera, fulminado por un paro cardíaco, en la mañana del 2 al 3 de julio de 1945. Al igual que su altar en la Iglesia de San Francisco de Copiapó, su cripta en el Cementerio Municipal de Caldera se han convertido en una importante animita popular y en un lugar de culto, como veremos en la última parte de estos artículos dedicados a su leyenda y su legado.

Comentarios

  1. Comentarios recuperados desde el primer lugar de publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:

    Guillermo7 de julio de 2017, 15:58

    Excelente artículo sobre un ícono de culto de Atacama.
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    Unknown5 de mayo de 2018, 00:30

    Me emociona leer sobre la vida de Fray Crisogono, porque era primo cercano de mi abuela paterna, ella se llamaba Laura Rosa Sierra, y sin conocerlo he oído hablar mucho de El en nuestra familia y deseo poder algún dia tener la oportunidad de ir a Chile a conocer mas de cerca su historia y su gruta.
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    Respuestas

    Criss Salazar5 de mayo de 2018, 00:42

    No le quede duda de que se trató de uno de los personajes más importantes y populares del llamado Norte Chico de Chile. Si no fuera por el fuerte centralismo que existe en el país y la gran dependencia de las noticias históricas que se concentran en Santiago (capital) probablemente se habría abierto ya un proceso de beatificación para Fray Crisógono.
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