MONUMENTOS CONMEMORATIVOS "IN SITU" DE LA BATALLA DE TARAPACÁ (27 DE NOVIEMBRE DE 1879)
Inmueble
histórico y monolito tipo obelisco del conjunto conmemorativo de los
héroes de Tarapacá, en el acceso al pueblo de San Lorenzo de Tarapacá.
Coordenadas: 19°56'35.89"S 69°32'28.05"W (Monumento principal)
Nota: artículo publicado originalmente en noviembre de 2017. Trasladado hasta acá en 2022.
El
poblado de San Lorenzo de Tarapacá, en la quebrada del mismo nombre,
fue la capital de toda la Provincia de Tarapacá mientras ésta fue
peruana, hasta 1879. La historia militar estuvo presente allí casi desde
sus orígenes, con episodios como el paso de los expedicionarios
españoles que venían con Valdivia hacia Chile o la batalla librada entre
peruanos y bolivianos en 1842 en este escenario de desierto y oasis.
De
todas las experiencias militares del lugar, sin embargo, destaca la
trágica y heroica gesta chilena que puso fin a la Campaña de Tarapacá en
la Guerra del Pacífico, volviéndose una gran marca que aún permanece en
la tradición, la identidad y la conmemoración tarapaqueña: la del
Regimiento 2° de Línea, al mando del Teniente Coronel Eleuterio Ramírez
Molina. Estamos en el aniversario de aquella gesta, precisamente.
Es
conocida la historia de este desastre entre los investigadores de la
Guerra del 79. Como síntesis, debe comentarse que una serie de errores y
desinteligencias de los cabecillas militares tras la Batalla de
Dolores, llevaron a decidir de que una división chilena atacara en la
Quebrada de Tarapacá a las que se creían últimas y escasas fuerzas
aliadas allí apostadas, pero que, en realidad, eran numerosas y
preparaban la reunión de todos los demás hombres para retirarse del
territorio.
Según
ciertas estimaciones, los aliados reunidos en Tarapacá y Pachica
sumaban cerca de 4.500 hombres, comandados por el General Juan Buendía,
acompañado por los Coroneles Andrés Avelino Cáceres y Francisco
Bolognesi, entre otros. Estos peruanos más los bolivianos del Batallón
"Loa", se batirían contra unos 2.500 chilenos cuando estos asomaron por
la altura de la quebrada, sobre el río. La desproporción y las enormes
descoordinaciones de las fuerzas chilenas condenaron la incursión a
terminar en un desastre, aquel fatídico 27 de noviembre de 1879: más de
500 chilenos sucumbieron víctimas tanto de los errores del mando general
como por las balas y bayonetas enemigas.
Así
había quedado la casa del antiguo conjunto conmemorativo ubicado en la
entrada del pueblo de Tarapacá, junto al Cerro Redondo, luego del
terremoto de 2005. Atrás se ve el busto de Eleuterio Ramírez, después
desplazado. En un simbólico suceso, el asta con una bandera chilena que
se ve en la imagen, resistió en pie. Fuente imagen: Diario “La Estrella
de Iquique” del 16 de junio de 2005.
A
mayor abundamiento, cuando ya se había desatado en infierno en la
quebrada, Ramírez y sus hombres continuaron avanzando directamente al
pueblo con los cañones Krupp, por la cuesta Bisagra (o Visagra)
buscando una entrada al mismo. Pero allí fueron atacados desde lo alto
por las fuerzas del Coronel Castañón y luego por la 5ª División y el
Batallón Ayacucho de Bolognesi, viéndose obligados a destacar compañías
para combatir en los flancos. En esta penosa situación llegaron al
caserío, en donde les aguardaba algo peor: en las calles estaban los
tiradores del Batallón "Arequipa" y la División Exploradora, causando
innumerables nuevas bajas entre los chilenos.
La
masacre fue tremenda. Cientos de cuerpos quedaron esparcidos por la
aldea y muchos de ellos fueron repasados brutalmente en el calor
encarnizado del combate. Arriba de la cuesta no era mejor la situación,
pues los peruanos se habían apoderado de cañones y seguían dando fiera
ofensiva a los chilenos, hasta que por fin llegó la caballería desde la
cercana localidad de Quillaguasa, logrando revertir en parte el terrible
escenario y consiguiendo la momentánea retirada enemiga.
Ya
hacia el final, el fragor de la lucha no dio posibilidad a la
misericordia ni las consideraciones y hasta el hospital de la ambulancia
chilena fue incendiado con los heridos en su interior, pues los
soldados peruanos querían evitar a toda costa una reorganización
enemiga. Ramírez ya sólo tenía unos 400 hombres: ordena a la mitad de
ellos repeler y al resto lo envía a ocupar un par de casitas de las
afueras de la aldea, con los Capitanes Bernardo Necochea y Abel
Garretón, de regreso hacia la cuesta. Muchos más caerán en esta
angustiante marcha, y los ataques directos arremetían con bayonetas, al
faltar ya las municiones. Don Benjamín Vicuña Mackenna sintetizó la
tragedia final así, en el famoso "El álbum de la gloria de Chile":
Encerrose
entonces el ínclito jefe en un corral de pircas con cuarenta soldados y
dos cantineras, que le vendaron su primera herida aún cuando las
huestes aliadas rodeaban, como en el mar de Iquique, al pelotón chileno,
y con aullidos espantosos le intimaban rendición, arrimando por todas
partes la tea a las techumbres pajizas del caserío, no se oyó, como en
el mar peruano, una sola voz que no fuese la de alentarse los unos a los
otros para morir dignos por Chile, es decir, para morir matando.
Sucumbió
de esa manera, en desigual, tenaz y prolongadísima pelea, sin
esperanzas de rescate, cual la de Iquique, el bizarro jefe del 2°, con
todos los suyos, porque (rasgo sublime) ni las mujeres se rindieron.
El
bravo Ramírez, de este modo, cae muerto en las puertas del improvisado
hospital que es atacado y quemado con los heridos y las mujeres adentro.
Sus hombres lo siguieron en este mismo sacrificio, y hasta la heroica
cantinera Susana Montenegro permaneció valerosamente en su lugar, siendo
capturada y sometida a horribles vejámenes antes de dársele definitiva
muerte y partir a la gloria con los caídos del 2° de Línea.
"León
de Tarapacá", apodarán a Ramírez desde entonces su biógrafos, título
del que después se apropiará un Presidente de la República. Para la
posteridad, sin embargo, se representará a Ramírez en sus heroicos
monumentos finales, con un arma en una mano y en la otra la bandera.
He
dejado acá, como introducción a la entrada, esta descripción rápida y
ligera de aquella dantesca batalla que hoy marca mucho de la semblanza
de la Quebrada de Tarapacá, a la que algún día dedicaré más líneas y
detalles en este blog. Sólo cabe comentar que, a pesar de este terrible
desastre, en los días siguientes los aliados peruanos se retiraron rumbo
a Arica y abandonaron Tarapacá, que desde entonces quedó en definitivo
control chileno. Por curiosa paradoja, entonces, la campaña que
incorporara a Chile tales territorios, fue ganada por los mismos que
perdían la lucha en Tarapacá.
Monolito y cruz instalados cerca de la entrada de la Ruta 565, a un costado del camino hacia la Quebrada de Tarapacá.
Vista
frontal del conjunto conmemorativo, con la vistosa cruz blanca al borde
del camino. El monumento está bastante olvidado en nuestros días.
Dos animitas
anónimas, ya en el borde de la quebrada, por encima del camino hacia
Huarasiña. Atrás se observa la gran cruz de metal levantada en 2007
junto al conjunto conmemorativo del ingreso a la quebrada.
Ermita
de San Lorenzo en la Ruta 15, al inicio de la Carretera 565 hacia la
quebrada, a relativamente poca distancia de la ubicación del Monumento
del Centenario de la Batalla de Tarapacá y del inicio del camino usado
por los peregrinos para hacer su propio "vía crucis" hacia el poblado en
la Fiesta de San Lorenzo. Luce otra gran cruz de hierro.
MONUMENTO DE LA ENTRADA A LA QUEBRADA (Coordenadas: 19°56'35.89"S 69°32'28.05"W):
Siendo
un lugar tan importante en la historia militar chilena y continental,
entonces, no extraña que existan ciertos grupos conmemorativos públicos
de gran valor en el pueblo de Tarapacá y sus cercanías, para el recuerdo
de Eleuterio Ramírez y los héroes de terrible la Batalla de Tarapacá de
1879.
El
primero de los monumentos que saluda al viajero que entra a la Quebrada
de Tarapacá, no se halla en San Lorenzo de Tarapacá propiamente y sí
más próximo a la aldea de Huarasiña, por encontrarse cerca del acceso a
la Carretera 565 que sale desde la Ruta 15 hacia el pueblo. Es conocido
por algunos como el Monumento a los Caídos o Combatientes en la Batalla
de Tarapacá, sencilla pero sólida instalación del Ejército de Chile
compuesta por una cripta o lápida simbólica y una cruz, rodeadas por un
encadenado, más el asta de una alta bandera. Su connotación religiosa
confunde un poco, sin embargo.
La
ubicación de este grupo conmemorativo corresponde a una explanada hecha
en el sector en donde los peregrinos suelen iniciar sus caminatas hacia
la iglesia de Tarapacá en los días de la fiesta patronal de San Lorenzo,
el protector del poblado y santo de camioneros, viajeros y mineros. De
hecho, hay una ermita de San Lorenzo en la carretera, a poca distancia
de este sitio. Y aunque es uno de los monumentos más recientemente
dispuestos recordando la epopeya histórica del lugar, constituye el
primer monumento que se puede observar al internarse hacia la Quebrada
de Tarapacá por esta misma entrada vial, ubicada en las alturas por
sobre el caserío de Huarasiña.
Según
tengo entendido, este conjunto conmemorativo fue instalado en 1979, en
el centenario de la batalla, aunque no tengo claro que su origen sea
estrictamente conmemorativo de los soldados caídos en aquella lid o bien
si se revaloró con este sentido en particular (como sucedió con la
antigua Cruz de lo Cañas, por ejemplo, que quedó asociada a los caídos
en la masacre local de 1891).
Como sea, actualmente está muy olvidado: ya no tiene la placa que
rendía homenaje y el mástil blanco se encuentra solitario y silencioso,
sin la bandera chilena que antes lo honraba. Me dicen allá que, a veces,
la bandera chilena reaparece en el actual período de efeméride de la
batalla, pero tampoco tengo certeza de este dato.
Sí
puedo comentar que, hace pocos años, por una iniciativa municipal se
hizo instalar muy cerca del conjunto una enorme cruz de ocho metros,
entregada en la temporada de las fiestas religiosas de 2007, aunque
también le fue sustraída la placa inaugural.
Vista
del conjunto conmemorativo con un acercamiento al inmueble y el
obelisco trunco, en el acceso al poblado de Tarapacá. Aún se alcanza a
ver en la imagen, al fondo a la derecha, al busto de Eleuterio Ramírez.
Vista
del mismo obelisco conmemorativo y la fachada del inmueble. Atrás se
alcanza a ver el Cerro Redondo, importante lugar que fue parte de los
escenarios del combate de 1879 y en cuya cima también se coloca un
estandarte militar, en las conmemoraciones.
El
monolito tipo obelisco trunco, sobre su gradería de piedra y rodeado
por postes encadenados. Atrás, la fachada del caserón reconstruido.
Acercamiento
a algunas de las muchas placas del monolito, que se encuentran
empotradas en sus cuatro caras e incluso en el suelo.
Escultura
de Eleuterio Ramírez en el conjunto conmemorativo ubicado en la entrada
Sur del pueblo, aunque actualmente no está en esta ubicación. Al fondo,
la misma casa asociada a la muerte del "León de Tarapacá".
Interior
de la casa reconstruida. Se observa la piedra conmemorativa y placas de
homenaje. Es un lugar importante en las celebraciones del aniversario
del Desastre de Tarapacá y de la inmolación de los soldados que allí
cayeron.
CONJUNTO CONMEMORATIVO AL PIE DE CERRO REDONDO (Coordenadas: 19°56'4.59"S 69°30'52.52"W):
Más
al interior de la quebrada, ya en la entrada del pueblo de Tarapacá
junto al Cerro Redondo y al río Tarapacá, se encuentra otro conjunto más
grande y antiguo levantado sobre el lugar donde quedaron muchos de los
cuerpos de los soldados chilenos caídos en el combate del 27 de
noviembre de 1879.
Este
grupo se compone fundamentalmente de tres unidades destacadas: el
obelisco trunco o monolito conmemorativo, la sencilla casita techada
(rehecha casi totalmente tras el terremoto 2005) y un monumento con el
busto del Coronel Eleuterio Ramírez. Durante el aniversario de la
batalla, además, también se corona al Cerro Redondo con una bandera
militar, por tratarse de un lugar de relevancia en la referida lucha.
Suele haber un estandarte patrio arriba, desde hace algunos años.
Por
lo anterior, cada 27 de noviembre se realizan allí actos
institucionales de homenaje a la memoria y el sacrificio de los héroes
caídos, de modo que el conjunto incluye astas de banderas y senderillos
demarcados por piedras y pilares de cadena para el recorrido por el
mismo, además de lo que parece ser una vieja extractora y surtidora de
agua o pieza de un generador con ruedas, que ahora sólo cumple funciones
decorativas. Y éste es un lugar bien conocido por los peregrinos de la Fiesta de San Lorenzo,
por un hecho tan particular como pintoresco: precisamente allí,
enfrente, es donde se instalan los funcionarios de Carabineros de Chile
para controlar a los visitantes que llegan al pueblo, preocupados en
especial de hacer cumplir la muy poco querida y aun menos respetada ley
seca que impera en los días de los festejos y que impide ingresar
cualquier clase de bebida alcohólica al poblado.
El
monolito del conjunto no tiene gran altura, pero sí se han colocado en
él cantidades de placas conmemorativas, honorarias o de rendición de
dignidades correspondientes a distintos batallones, cuerpos armados,
instituciones o autoridades. Creo haber escuchado que este monolito
tenía grabados antes los nombres algunos de los caídos y sepultados en
fosas, pero no tengo ninguna confirmación textual o fotográfica de este
dato.
Algunas
de las señaladas placas son metálicas y otras de mármol. De entre las
más antiguas están la del III Escuadrón del Regimiento N° 2 de
Carabineros de Chile de 1927, la del entonces Intendente Regional
General Oyarzún L. de 1931, la del Cuerpo de Boy Scouts de la
Oficina Salitrera Victoria de 1944 (interesante testimonio, pues la
salitrera comenzó a reducir drásticamente funciones a fines de ese año) y
la del Regimiento Carampangue de 1959. En el piso hay también una placa
de las Guarniciones Militar y Aérea de Iquique de 1942, y por la parte
posterior del monolito existe una del Ejército de Chile fechada ese
mismo año como en homenaje a Eleuterio Ramírez.
Existen
otras placas adentro de la sencilla habitación de techo pajizo que se
encuentra tras el monolito, pero sin duda una de las piezas más
importante de la misma es una pesada piedra canteada en cortes rectos
que se encuentra sobre un pedestal y rodeada de postes de cordón.
Corresponde a una roca original que ha simbolizado el lugar, a modo de
santuario para los héroes de Tarapacá. Aunque el acceso al interior es
restringido, sé que tiene la siguiente inscripción sobre su cara
superior: "GLORIA A LOS QUE MURIERON POR EL HONOR DE LA BANDERA".
De
la pequeña edificación techada que atesora esta piedra conmemorativa,
se ha dicho tradicionalmente que correspondería a la mismísima casa en
cuyas puertas murió el héroe Eleuterio Ramírez y en donde se excavó la
primera fosa en que fueron enterrados los caídos en la batalla, siendo
después restaurada y en su momento colocados en su interior los
armamentos usados en el combate y otras reliquias militares.
Sin
embargo, sé de algunos conocedores del tema que ponen en
cuestionamiento el que en verdad pueda ser la original de la Batalla de
Tarapacá, señalando también que la auténtica quizás debió encontrarse
levemente más cerca del pueblo o bien que ésta correspondía a una
reconstrucción. También es importante recalcar que esta actual casa de
adobe y con techo pajizo de dos aguas, debió ser reconstruida después
del último terremoto de 2005, ya que quedó prácticamente en ruinas y con
grandes fragmentos de sus gruesos y pesados muros caídos.
A
un costado de este grupo compuesto por la habitación y el monolito u
obelisco trunco, se encontraba hasta hace poco el más reciente busto del
Coronel Ramírez, realizado con algunos atisbos de arte más moderno que
lo estrictamente figurativo, en los que se simula al héroe envuelto en
una mortaja que puede ser interpretada como la bandera chilena, la misma
por la que ofrendara su vida. Sin embargo, su pulcra blancura ha sido
lograda con capas de pintura que esconden el material y la textura
originales de esta pieza escultórica.
Entiendo
que la escultura de Ramírez fue autorizada en proyecto de 1990, junto a
otras de Carlos Condell en Punta Gruesa y de Rafael Sotomayor en
Pisagua. Recientemente, sin embargo, esta figura fue sacada del lugar
original descrito y, de acuerdo a lo informado, sería trasladada al
interior de la casa del conjunto conmemorativo. Sólo puedo confirmar
que, en el período de la fiesta del año 2013, el busto de Ramírez ya no
se encontraba en el lugar donde tradicionalmente había estado
Obelisco
o "pirámide" de la Plaza Eleuterio Ramírez, inaugurado en 1910 en
memoria de los héroes de Tarapacá. Las inscripciones están en el
pedestal del mismo.
El
mismo obelisco en su plaza, en el período de las fiestas patronales de
San Lorenzo de Tarapacá. Atrás, la glorieta con kiosco y cenador que es
usada como odeón por las bandas de bronce durante la fiesta.
El
viejo cañón Krupp junto a la Plaza de Tarapacá, con sus reconstruidas
calles y veredas empedradas, recuperadas tras el terremoto de 2005.
OBELISCO O "PIRÁMIDE" DE LA PLAZA DE TARAPACÁ (Coordenadas: 19°55'26.81"S 69°30'38.86"W):
Otra
unidad conmemorativa de carácter histórico-militar en el pueblo de
Tarapacá, es el magnífico obelisco o "pirámide" de unos cuatro metros de
altura, que se encuentra en la Plaza Eleuterio Ramírez frente a la
iglesia y cerca del cenador de la explanada. Es uno de los símbolos más
característicos de esta explanada y santuario popular, de hecho.
Según
información que se ha publicado para guías turísticas clásicas, su
material sería el mármol, aunque no me parece del todo correcto este
dato. De todos modos, las imprudentes capas de pintura también han ido
escondiendo bajo una costra dura el aspecto, el color y la textura del
material base.
Por
las cuatro caras del plinto o pedestal, el obelisco ofrece incripciones
con mensajes alusivos a la Batalla de Tarapacá, las que cuesta un tanto
distinguir y leer, aunque he podido observar fotografías de 1967
demostrado clara e indiscutiblemente que, antes de la intervención con
pintura blanca que hoy cubre esta pieza, tales inscripciones estaban en
caracteres de color negro, lo que facilitaba mucho más que ahora su
lectura. Partes descascaradas de la actual pintura confirman esta
impresión.
Una
de las caras indica el origen y la fecha de inauguración de la pieza,
cuando -según parece- se bautizó también a la plaza formalmente con el
nombre del héroe chileno:
COMBATE DE TARAPACÁ
27 DE NOVIEMBRE DE 1879
ESTA PIRÁMIDE LEVANTADA EN ESTE SITIO
SINTETIZA EL EMPUJE IRRESISTIBLE DEL
SOLDADO CHILENO Y EL HEROÍSMO DEL
COMANDANTE ELEUTERIO RAMÍREZ.
27 DE NOVIEMBRE DE 1910
27 DE NOVIEMBRE DE 1879
ESTA PIRÁMIDE LEVANTADA EN ESTE SITIO
SINTETIZA EL EMPUJE IRRESISTIBLE DEL
SOLDADO CHILENO Y EL HEROÍSMO DEL
COMANDANTE ELEUTERIO RAMÍREZ.
27 DE NOVIEMBRE DE 1910
Otra de sus caras reza la solemnidad para la cual fue erigido este monolito allí frente al santuario:
GLORIA A LOS SUBOFICIALES Y
CABOS QUE CAYERON ENVUELTOS
EN EL ESTANDARTE DEL 2° DE LÍNEA
Y QUE ABRAZADOS A ÉL SUCUMBIERON
MODULANDO SUS LABIOS UNA FRASE
VIVA CHILE!
CABOS QUE CAYERON ENVUELTOS
EN EL ESTANDARTE DEL 2° DE LÍNEA
Y QUE ABRAZADOS A ÉL SUCUMBIERON
MODULANDO SUS LABIOS UNA FRASE
VIVA CHILE!
La cara que sigue en el plinto, lleva inscrito lo siguiente:
LA INMORTALIDAD Y LA GRATITUD
DE LA PATRIA PARA LOS QUE FORMABAN
EN LAS FILAS DEL REJIMIENTO N° 2
DE LÍNEA, BATALLÓN CHACABUCO,
ZAPADORES, REJ. DE ARTILLERÍA N° 2,
Y ARTILLERÍA DE MARINA,
GRANADEROS Y CAZADORES.
27 DE NOVIEMBRE DE 1879
DE LA PATRIA PARA LOS QUE FORMABAN
EN LAS FILAS DEL REJIMIENTO N° 2
DE LÍNEA, BATALLÓN CHACABUCO,
ZAPADORES, REJ. DE ARTILLERÍA N° 2,
Y ARTILLERÍA DE MARINA,
GRANADEROS Y CAZADORES.
27 DE NOVIEMBRE DE 1879
Y finalmente, la última cara perpetúa lo que sigue:
LOS NOMBRES DE VIVAR, GARFIAS,
SILVA, GARRETÓN, COLTON, GUAJARDO;
LÓPEZ, BASCUÑÁN, BARAHONA,
MORALES, MORENO DEL REJ. 2°
DE LÍNEA, DE VALDIVIESO, RÍOS,
URRIOLA, CUEVAS DEL CHACABUCO,
DE MENDOZA, GUERRERO, ÁLVAREZ,
JORDÁN, SILVA DEL ZAPADORES,
OFICIALES QUE AQUÍ SUCUMBIERON,
FORMAN UNA LEYENDA DE GLORIA
INMORTAL Y SUBLIME QUE SE TITULA:
VENCER O MORIR
SILVA, GARRETÓN, COLTON, GUAJARDO;
LÓPEZ, BASCUÑÁN, BARAHONA,
MORALES, MORENO DEL REJ. 2°
DE LÍNEA, DE VALDIVIESO, RÍOS,
URRIOLA, CUEVAS DEL CHACABUCO,
DE MENDOZA, GUERRERO, ÁLVAREZ,
JORDÁN, SILVA DEL ZAPADORES,
OFICIALES QUE AQUÍ SUCUMBIERON,
FORMAN UNA LEYENDA DE GLORIA
INMORTAL Y SUBLIME QUE SE TITULA:
VENCER O MORIR
La
"pirámide" hoy se ve un poco desnuda y a la intemperie, en
circunstancias que antes era mucho más grato su entorno en la plaza
gracias a la presencia de los pimientos con más de un siglo dando sombra
a la sequedad del lugar y que fueron talados tras una última gran
remodelación de la plaza, obra que no agradó a los residentes.
Finalmente,
aunque no se trata de una pieza conmemorativa sino más bien una
reliquia histórica y ornamental al alcance del tacto del visitante,
también cabe comentar la presencia de un viejo cañón junto a esta plaza,
relativamente cerca de la torre del campanario y del obelisco, aunque
del otro lado de la calle. De acuerdo al sello con inscripción en su
cureña de hierro firmemente fijada a una base en suelo empedrado,
corresponde a un conocido modelo alemán:
FRIED. KRUPP
ESSEN A/R N° 42
ESSEN A/R N° 42
Además
de las claras influencias militares reflejadas en los monumentos y en
algunas piezas históricas, el suelo caliente y rocoso de los alrededores
sigue arrojando a los buscadores hallazgos de reliquias de la Guerra
del Pacífico que aún pueden hacerse con algo de fortuna y paciencia,
como casquillos, botones y otras valiosas piezas muy atesoradas por los
suertudos.
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