LOS INQUIETOS DUENDES DEL ARCHIPIÉLAGO DE CHILOÉ

 Duende chilote, en una feria artesanal de Cucao.

Los conocedores del Archipiélago de Chiloé saben bien que éste cuenta con sus propios duendes "históricos", al igual que sucede con las conocidas tradiciones de brujos, hadas y sirenas de mar. Sin embargo, dicha raza de gnomos (si es que se la puede llamar así) parece surgir de las fusiones hispánicas e indígenas, representando otra parte importante en el valor cultural y turístico local.

Muchos chilotes dan por hecho la existencia de duendes y gnomos dentro de sus territorios, especialmente en los sectores más retirados de las áreas urbanas. Las ranitas croando ocultas después de cada lluvia, los pudúes paseando sigilosos entre los matorrales y los movimientos que miles de criaturitas invisibles -desde insectos hasta roedores- hacen entre las sombras de bosques y la vegetación siempre húmeda, seguramente estimulan más todavía la creencia de que seres sobrenaturales de pequeño tamaño pasean también entre aquellos parajes.

Hay mitos de raíz mapuche-huilliche que también deben abonar su parte al enorme legendario chiloense referido a los duendes, enanos y seres por el estilo. Uno de ellos puede provenir de personajes como el quetronamun, por ejemplo: una suerte de gnomo con pico de pato y una sola pierna, proveniente de las antiguas creencias de la Araucanía.

También hay seres de la zona continental patagónica que semejan bastante al concepto europeo de las razas de duendes, como el Peuquén que aparece mencionado por el explorador Guillermo Cox en en su "Expedición de la Patagonia Norte", relativo a su viaje ejecutado entre 1862 y 1863. Esta criatura (o raza de tales) tiene ciertas semejanzas otro pequeño personaje llamado Pombero, de las tradiciones gauchas argentinas, de modo que es más bien criollo en su arraigo.

El Trauco, enano perverso y lujurioso de Chiloé. Ilustración de Jaime Patricio Romero González en su recopilación "Mitología de Chiloé" (1997).
Quetronamun, duende mapuche de una pierna y rasgos de pato.

Esta pequeña criaturita me salió súbitamente al paso y casi la atropello con la rueda de la bicicleta, de camino a Dalcahue. Parecía estar entumida o enferma, volviendo después al bosque lentamente. Presumo que las mucha de la fauna que habita estos paisaje puede abonar también a las creencias sobre correrías de duendes, especialmente en las noches.

Otra influencia sobre el legendario duéndico chilote es sin duda la creencia en los anchimallenes, entidades que asumen el aspecto de bolas luminosas nocturnas que también se reportan vistas en Chiloé. De hecho, paseando por Quicaví y haciendo consultas en los alrededores, pude enterarme de que los famosos brujos chilotes también habrían sido capaces de convertirse en bolas incandescentes, según la tradición. Estas luces suelen verse aún en sectores costeros de Punta Colú y su solitaria iglesia, por ejemplo. El anchimallén puede aparecerse también como un duende con forma de niño, que salta sobre sus víctimas para beber su sangre.

Sorprende mucho el que en la Isla Grande quizá no haya familia sin al menos un miembro asegurando haber visto un duende en alguna ocasión, llegando a asegurarse que tienen milenaria existencia en el archipiélago, anterior a la llegada de los hombres. Estos seres habían ido perdiendo terreno en la representación y comercio artesanal de la isla, sin embargo, priorizándose personajes más potentes del folclore de la isla como el Trauco, el Invunche, la Pincoya o el barco fantasma "Caleuche". Empero, en los últimos años ha estado reapareciendo, especialmente en ferias y mercados.

El propio Trauco, ese horripilante enano lujurioso que emboba a las mujeres chilotas para poseerlas en los bosques, mantiene semejanzas con otros seres muy parecidos e igualmente abusadores sexuales, como el Trekauko del territorio mapuche o el Sechu del sector patagónico norte. Sin embargo, investigadores de la isla como el residente Jorge Nancuante Carimán discrepan de la imagen que ha llegado a nuestra época sobre el tamoso Trauco. Conocido como don Koki, Nancuante es guía de un conocido tour de Quicaví por los bosques y cavernas de la famosa organización de brujos conocida como la Recta Provincia, colaborando al respecto en trabajos que se han hecho sobre el tema, como sucede con el escritor Sergio Fritz Roa.

A mayor abundamiento, don Koki asegura haber observado alguna vez una criatura femenina que los ancianos identificaron como la Fiura, la mítica pareja del Trauco. No obstante, distaba mucho de ser grotesca y aterradora como la describen las leyendas. Por esta razón y otras consideraciones que expone con mayor profundidad a los visitantes en su cuartel situado al final del Pasaje 1 de Quicaví, considera que aquellos relatos folclóricos populares sólo son tergiversaciones de tradiciones referidas a los espíritus de la naturaleza que moran la misma isla, como aquella que él habría observado.

Los anchimallén son duendes luminosos muy respetados en las tradiciones indígenas. El origen de su identificación física podría estar en bólidos, meteoritos u otros fenómenos naturales que generan bolas de luz. Fuente imagen: Imaginante.deviantart.com (obra de Daniel Bernal, "Danber").
Duende "de la fortuna y la prosperidad", en un local comercial del sector Huillinco, en Chiloé. Fabricado por un artesano de la misma localidad.

No sólo duendes, sino también gigantes viven en Chiloé: alojamiento Casa Collonca, en Quitripulli cerca de Chonchi.

Aunque las descripciones de los duendes chilotes son variadas o ambiguas, se dice aquí que tales criaturas fabulosas meten en las casas, roban alimentos, herramientas y pequeños objetos de valor. A veces corren por los pasillos de las mismas residencias, o bien mascan las frutas de los árboles y pasean en las noches por los campos confundiéndose sus huellas con las de ratones, murciélagos y los escasos zorros de la isla.

En algunas localidades aseguran también que los perros detectan a tales seres y les ladran furiosos, pero resultan ser siempre tan veloces y rápidos que logran esconderse en todas las ocasiones que se trata de capturarlos, no pudiendo ser alcanzados ni por bestias ni por hombres.

Adicionalmente, me han dicho que son conocidas en ciertas zonas las historias de campistas y excursionistas que aseguraron escuchar o ver duendes en sectores como el Parque Nacional Chiloé, bahía Cucao, Dalcahue o Quellón. Del mismo modo, cuidarían el enterramiento de un tesoro pirata en Isla Imeldeb y rondarían algunas de las cavernas usadas por las reuniones de los brujos, para espantar a los intrusos. Más aún, los brujos pueden usar duendes a su favor aunque deben ser muy generosos con ellos o se les escaparán dominados por su impulso indómito. Un buen hechicero era capaz de arrebatarle su duende a otro de menor rango, inclusive.

Chiloé tiene sus propios duendes y gnomos, entonces, así que considere hacerles un espacio en el inmenso saco que se necesita para reunir relatos de leyendas y criaturas fantásticas del archipiélago, durante alguna visita.

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