LADRIDOS Y MAULLIDOS DESDE EL MÁS ALLÁ: EL CEMENTERIO DE MASCOTAS DE ALTO HOSPICIO
Coordenadas: 20°15'0.04"S 70° 4'18.64"W
Uno
de los libros de terror más pavorosos del famoso escritor
estadounidense Stephen King, es "Pet Sematary" de 1983, con una
posterior versión fílmica. Trata sobre los hechos sobrenaturales que se
desencadenan a partir de la existencia de un cementerio de animales
donde desconsolados niños han ido sepultando a sus mascotas fallecidas
(de ahí la ortografía infantil del título), y desde donde el
protagonista conoce un misterioso lugar de entierro usado por pieles
rojas, en donde los cadáveres recuperaban la vida si eran sepultados
allí, pero con el detalle de que volvían sin alma.
Existe
un curioso y atractivo cementerio de mascotas al Sur de Iquique, en la
Ruta A-1 poco antes de llegar al aeropuerto. El esmero que le han puesto
los dueños de los perros, gatos y otras criaturas allí sepultadas, ha
convertido el improvisado camposanto en una imagen bastante parecida a
lo que se describe en la célebre novela de King, con cruces, pequeños
mausoleos y monolitos conmemorativos, aunque en este caso sobre el
escenario único del desierto costero y con constantes pugnas entre
quienes siguen enterrando allí a sus mascotas y las autoridades, que
incluso han amenazado con sacarlo.
Sin
embargo, pocos saben que éste no es el único cementerio de animales de
Iquique, ya que sólo se trata del más conocido y popular: menos visible,
está otro más pequeño y rústico colocado -en tiempos recientes- en la
cara Norte de una loma ubicada junto a la Ruta A-616, casi llegando a la
A-610, próximo al histórico sector de Huantajaya
y divisable entre quienes van hacia el complejo penitenciario que se
encuentra cerca de allí, o bien para los que salen de la ciudad por esta
misma carretera situada sobre el Camino Zig Zag, que se prolonga más allá de Alto Hospicio y de la ex Base Aérea Los Cóndores.
Este "pet sematary"
hospiciano es muchísimo más humilde que el gran cementerio de abajo, en
la carretera costera: carece de grandes piezas conmemorativas y luce
mucho más sencillo, pero extrañamente parecido a esos enterramientos más
pobres que pueden verse en los antiguos cementerios pampinos y
salitreros para seres humanos. Destacan, sin embargo, algunas casuchas
completas colocadas sobre ciertas sepulturas, que en vida pertenecieron
al perro fallecido e inhumado allí. No difieren mucho de esas casitas a
dos aguas, parecidas a animitas, y que también se colocan con frecuencia
por el Norte de Chile en las tumbas de humanos, aunque claramente se
trata de una tradición importada, pues la costumbre en Chile había sido
siempre la de sepultar mascotas en jardines o patios para que
simbólicamente sigan cuidándolos y jugando por ellos.
Muchas
de las sepultaciones de este curiosa constelación funeraria, situadas
justo al lado del camino, tienen otras clases de recuerdos relacionados
con el animal regalón enterrado: trastes de agua, pocillos para comida,
cojines, cajas para dormir, peluches para jugar, etc. Otras tienen
incluso fotografías del recordado, de esas imágenes que sus amos sacaron
sin pensar que podría ser la última.
Sus nombres se leen inscritos en maderos, carteles colgantes y hasta trozos de cartón: Chocolate, Panchito, Gordita, Tamy, Duke, Gato Loco, Simba y el infaltable can Firulais; la perrita Shakira está con un corazón en la "i", mientras que a Osito le han dedicado un vistoso "te queremos"; Tommy, en cambio, tiene una cruz hecha con maderos en forma de huesos cruzados y una fotografía que lo revela cercano a la raza cocker.
Cuentan
en el sector de El Boro, en Alto Hospicio, que este cementerio nació
hacia las proximidades de Bicentenario Nacional por iniciativa de
algunos grupos animalistas, que escogieron este punto en lo alto de los
territorios del Gran Iquique para hacer lo mismo que en el otro
cementerio cercano al aeropuerto. Los vecinos respondieron rápidamente,
comenzando a enterrar sus mascotas allí en ese suave suelo arenoso,
naciendo casi espontáneamente una tradición que aún se conserva, aunque
ha pasado menos advertida que en el otro caso local descrito.
Las
tumbas más antiguas que encuentro acá datan del año 2010, aunque me han
dicho que había algunas anteriores. La mayoría son de perros, pero
hallo unas pocas que son de gatos. También hay algunas banderas negras
entre las cruces, y otro grupo de sepulturas que se observa un poco más
apartado, hacia el poniente. En la distancia y sin información,
perfectamente podrían ser confundidas con sepulcros humanos.
A
diferencia del cementerio de animales de la novela, sin embargo, acá no
aparecen aún reportes de hechos macabros o sucesos que asombren a la
razón.
Finamente,
no me parece casual el lugar elegido: es un monte bajo de mucha paz y
tranquilidad, apartado de la urbanidad y con magníficas postales de la
mañana y del atardecer. La calma sólo es interrumpida por los vehículos
que pasan abajo en la carretera, mientras que en la noche toda una
bóveda cósmica cubre este paisaje de cruces y lápidas donde niños, amos y
familias completas lloraron a sus fieles compañeros, y donde flores de
papel o de plástico intentan darle color o poesía a estas tristes
hileras de resignación ante la muerte.
Comentarios rescatados desde la antigua ubicación de esta entrada:
ResponderEliminarAnónimo25 de noviembre de 2013, 9:13
buena entrada, tengo un perrito en el "cementerio" que está cerca del aeropuerto.
consulta, tienes contemplada alguna entrada respecto a las unidades militares (granaderos, pisagua(no existe) tarapacá(tampoco existe)) que funcionaron en mi viejo y heróico iquique. deben tener muchas historias esos lugares.
ah, que hay de los locos de iqq... la charo (creo que se inmoló) el carolo, el "que le poní conch..." con una verborrea que asustaba, el manoliiito que casi casi muere cuando lo atropellaron.
salu2 y muy buen blog.
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cindy-lia13 de octubre de 2015, 06:59
Se acaba de morir mi perrito cómo llego ahí??? Contactaré a una veterinaria para averiguar, no sabía que existía es muy bueno