LA TORRE BAUER: EL GRAN SÍMBOLO ROJO DEL VALLE DE ELQUI

 

Coordenadas: 30° 2'0.61"S 70°42'48.48"W
La Torre Bauer ha sido -por más de un siglo- el edificio más alto de la ciudad de Vicuña, en el Valle de Elqui al interior de La Serena y Coquimbo. Se ubica en la esquina a un costado de la Municipalidad y enfrente de la Plaza de Armas, siendo perfectamente visible por sus cuatro costados.
Conocida antaño también como la Torre del Reloj, cuando fue levantada su magnitud roja y estilizada en aquella esquina, ya era más alta que las torres de la Iglesia de la Merced, construida en la esquina opuesta en 1836. Y cuando esta última fue reemplazada por la actual Iglesia de la Inmaculada Concepción en el mismo sitio, por el año 1909, la cruz del edificio religioso no logró alcanzar las alturas del mirador de la torre vecina.
No hay fotógrafo de visita en esta tierra pisquera y agrícola, que no se lleve imágenes de la torre roja. Tampoco hay tienda de recuerdos que no ofrezca postales y camisetas con su retrato. Ha aparecido en guías turísticas, en estampillas, artesanías de la zona, miniaturas vendidas como souvenirs y hasta en etiquetas de productos locales, como una antigua agua mineral y en actuales piscos. Es, de esta manera, uno de los símbolos más conocidos y característicos del Valle de Elqui, con su propia carga de lecturas misteriosas que identifican los atractivos de la provincia.
Vieja fotografía de la Torre Bauer y la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Vicuña vistas desde la calle Gabriela Mistral hacia la plaza, probablemente tomada hacia 1930, hoy perteneciente a las colecciones del Museo Gabriela Mistral de la misma ciudad.
Torre Bauer, en fotografía del diario "El Día", 1956.
Este icono histórico elquino está construido con madera de pino Oregón revestida con álamo, todo sobre un armazón metálico. Fue diseñada y confeccionada en la localidad alemana de Ulm en 1904, por encargo del entonces Alcalde Adolfo Bauer Kallahardt (1857-1911), insigne y destacado personaje de origen germano llegado a esta comunidad por razones profesionales y en donde formó familia y futuro, siendo recordado -entre varias otras cosas- por haber fundado la industria cervecera en Vicuña.
El nombre del benefactor quedó imperecederamente asociado a la torre, por lo mismo, pues sabía que le estaba entregando un definitivo símbolo a su pueblo. El tiempo lo ha confirmado, por supuesto.
La estructura modular llegó a Coquimbo y sus piezas fueron desembarcadas y montadas por trabajadores locales en la misma esquina donde permanece, desde 1905: San Martín con la entonces llamada calle Maipú, hoy Gabriela Mistral.
Cuentan que el propio Bauer debía hacerse presente en las faenas, para traducir el manual alemán a los albañiles y carpinteros encargados de armarla. Después se la pintó con color rojo colonial para imitar ladrillo, además de marcos y cornisas blancas, conservando esta distribución hasta hoy.
El lugar escogido para levantarla no era casual, por cierto: se situaba en las viejas dependencias municipales y la antigua Sala del Cabildo, que había sido construida en 1826, muy poco después de la fundación del poblado. Hoy existe en ella una colección de retratos de grandes próceres y personajes relacionados con la historia local, por lo que quizás ampliemos algo sobre ella en el futuro. A su vez, la torre y la municipalidad se hallan a un lado del antiguo Teatro Municipal, otro importante hito patrimonial vicuñense.



 
La torre mide 28 metros de altura por 16 de base. Cuenta con vanos de marcos y arcos de remate apuntado. Aunque sus pisos interiores son técnicamente tres, todos con ventanas laterales, consta de seis niveles o segmentos exteriores definidos que van estrechándose hasta llegar al mirador: el primero es invisible, dentro del edificio que sirve de soporte y donde empieza su escalera espiral interior, hoy cerrada al público tras una puerta.
El segundo nivel de la torre cuenta con vanos gemelos en sus caras, dotados de hojas de persianas también de madera. El tercero y el cuarto con sólo uno en cada cara, mientras que el tercero soporta los cuatro relojes. Se llega así al observatorio abierto y con almenas, en la cumbre de la torre.
El estilo de este extraño pero atractivo edificio, es discutible. Incluso nos han contado que en su momento, y a pesar del júbilo general de los vicuñenses por la obra, fue criticada por algunos a causa de no tener mucho que ver con la arquitectura y los rasgos urbanísticos reconocibles de Vicuña. Se trata, pues, de una fantasía al estilo medieval, quizás con alguna clase de toque Tudor pasado por la influencia germánica.
Se dice también, que está inspirada en las torres de los castillos de Ulm, ciudad de los orígenes del señor Bauer, particularmente en una ubicada en terrenos municipales y diseñada por la célebre Casa Eiffel. No tengo certeza de este dato, aunque -manteniendo las proporciones- claramente hay cierta semejanza entre la geometría de la Torre Bauer y la famosa Torre Eiffel de París. Bauer habría tomado la decisión de colocar la torre ya sabiendo que el resto de su vida sería en la ciudad chilena, pero extrañando su tierra natal, por lo que quería mantener cerca suyo una evocación a su amada Ulm.
Es clásica e inconfundible ya la imagen de la Torre Bauer contrastando su color con el intenso azul de fondo, tan característico del Valle de Elqui. Además de su atracción visual, hoy señala también la ubicación del departamento municipal de información turística de la ciudad, allí a sus pies, por lo que la visita a la misma es casi obligatoria.
A pesar de las sucesivas reparaciones, falta un nuevo impulso de conservación y mejoramiento de su estado. El deterioro se hace evidente, además de su aspecto mustio y abandonado. No sólo la vejez le ha ido dando este tono progresivamente vetusto: también ha influido el calor de la zona resecando y fatigando su material, además de los terremotos y hasta el viento, razón esta última por la que debió ser reforzada su base en los años noventa. Los relojes llevan varias décadas señalando la hora en que se detuvieron uno a uno, agobiados ya por la senilidad mecánica.
Muchos vicuñenses sueñan con una pronta restauración de la torre, que devuelva a todos la tranquilidad sobre su estado de conservación e, idealmente, que traiga de regreso también aquellos días en que los visitantes podían trepar por esas escalera hoy oscuras y polvorientas.

Comentarios

  1. Comentario recuperado desde el primer lugar de publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:

    Unknown15 de agosto de 2019, 16:18

    Que maravillosa historia, simbolizada por ésta torre, creo que es vital para Vicuña, la reparacion urgente de su ícono arquitectónico.

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