LA SENCILLA CRIPTA DE ALFREDO WORMALD CRUZ, EL BIÓGRAFO HISTÓRICO Y CULTURAL DE ARICA

Don Alfredo Wormald Cruz en su oficina en la Universidad del Norte, sede Arica, en entrevista de "La Estrella de Arica" publicada el 8 de febrero de 1980. Eran sus últimos años de infatigable trabajo.
Coordenadas: 18°28'40.5"S 70°18'30.4"W (tumba) / 18°28'52.0"S 70°19'11.3"W (biblioteca municipal con su nombre) / 18°29'48.3"S 70°18'02.1"W (calle con su nombre)
A pesar de tratarse de un cronista casi de culto en la ciudad Arica, con tres obras fundamentales para la comprensión de la provincia como son "El mestizo en el departamento de Arica", "Historias olvidadas del Norte Grande" y, especialmente, "Frontera norte", la sencilla tumba de este eminente intelectual nortino estuvo al borde de ser removida, producto del malévolo acecho del olvido y la ingratitud, sazonadas de las ignorancias humanas.
Me he tomado el grato desafío de reunir información biográfica sobre este autor, durante mi última larga estadía en Arica. Por esto, hay algunos datos que reproduzco acá que pueden resultar novedosos en sus detalles, quizá, pues en internet la información que se maneja sobre el historiador es bastante poca, especialmente en lo referido a las razones de su llegada a Arica, como comerciante e industrial de la pesca.
Alfredo Wormald Cruz nació en Talca el 29 de mayo de 1903, siendo hijo de don Luis Wormald Peña y María Adelina Cruz Guzmán. Hizo sus estudios en el Liceo de Talca y luego en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, pero al igual que su hermano menor Carlos, comenzaría a perfilarse profesionalmente por el rubro industrial y comercial. De hecho, entre 1932 y 1950, fue corredor de la Bolsa de Comercio, además de miembro del Club de la Unión, del Club de Golf de Los Leones, del Country Club y del Automóvil Club de Chile.
Casado con doña Marta E. Yávar Alliende, nacida el 23 de febrero de 1909, Wormald no tuvo hijos y mantuvo por largo tiempo su declaración de residencia en avenida Holanda 128 de Providencia, Santiago, todavía después de haber cambiado su lugar de operaciones ya al Norte Grande de Chile. Aún en los años sesenta registraba domicilio en este lugar, según el "Diccionario Biográfico de Chile" de la Empresa Periodística.
Después de sus labores como corredor, sin embargo, Wormald se había hecho propietario de una fábrica de harinas y aceite de pescado en la ciudad ariqueña, actividad que por entonces era muy rentable y cotizada en el Norte Grande, pues comenzaba a dar empleo a muchos trabajadores desde fines de los cincuenta, paleando en parte la imparable caída de la industria del salitre. Además de socio, llegaría a ser gerente general de las Industrias Pesqueras de Arica Ltda., y fue uno de los precursores de la Junta de Adelanto de Arica. Eran los años en que habría amasado fortuna, siendo cliente del Banco de Londres y el Banco del Estado, aunque no sin grandes vaivenes a lo largo de su vida, si bien estos no lograran mermar su buen ánimo.
Empero, la pasión de Wormald Cruz en Arica no era sólo por la rentabilidad de sus negocios: hombre activo y enérgico, amante de la historia continental, estaba impresionado por la semblanza de la ciudad y su entorno, así como sus valores culturales, avocándose a una obsesiva tarea de recopilar información sobre la provincia que había prendido de amores su alma. Al mismo tiempo, realizaba diversos cursos particulares de etnografía e historia, que se prolongaron prácticamente por todos sus últimos 30 años de existencia.
Aquella pasión sería suficiente para convertirlo en uno de los investigadores más importantes e interesantes de Arica que, si bien no tuvo una obra abundante publicada, sí hizo aportes tremendos y novedosos para la reunión de la historia patrimonial de aquellos territorios.
Su inquietud y valoración del saber nunca se extinguieron, siendo uno de los rasgos más reconocibles y elogiados de su personalidad. Fueron Eugenio Pereira Salas y Fidel Araneda Bravo quienes alentaron al autor a llevar a imprenta sus libros, además, al menos en el caso de "Frontera Norte" como lo dice el mismo escritor en la presentación, siendo hasta ahora el texto quizá el más consultado y asombroso que haya dado a la luz, por las crónicas que allí logra reunir.
Su hermano Carlos no tenía vínculos menos importantes con el Norte de Chile y su historia, en tanto: casado con doña Alcira Aramayo del Río, era propietario con Alfredo de minas de asbesto en Bolivia, país en donde se desempeñó también como Cónsul de Chile en Cochabamba, entre 1950 y 1954, trasladándose de vuelta a su patria para conducir con su hermano las actividades industriales de las plantas de harina y aceite de pescado. Ambos fueron miembros del Club de la Unión de Arica, aunque la pasión intelectual sólo se manifestó con fuerza en Alfredo, que canalizó hacia sus libros y estudios a partir de la década siguiente.
Wormald viajó intensamente por el Norte de Chile, Perú y Bolivia. Se entrevistaba con personajes famosos y desconocidos, recuperando historias de todo rango y transcribiéndolas con afán. Ya armado de un prestigio como investigador y ostentando una inmensa cultura, se hizo cargo de la colección bibliotecaria de la Universidad del Norte, de la que fuera uno de sus fundadores, académico de la sede a partir de 1960 y luego profesor emérito. Fue a partir de mediados de la década siguiente que quedó a cargo de la biblioteca, siendo también el Director del Centro de Investigación y Documentación Histórica, cargo que era su más grande orgullo. Se le recuerda, también, como un gran defensor de la presencia femenina en la formación universitaria, llegando destacar algunas virtudes de las alumnas que aseguraba ver menos marcadas en los hombres de las mismas facultades.
Sus funciones como historiador le dieron renombre y su interés principal eran los contextos sociales de la región antes, durante y después de la Guerra del Pacífico y la incorporación a Chile. Sus amplias áreas de estudios pasaban por arqueología, historia social, historia militar, antropología, folklore, numismática, mitología y etnografía, entre otras. Le abrieron las puertas para la membresía en la Sociedad Chilena de Historia y Geografía y otras prestigiosas instituciones. También atesoraba en su oficina universitaria una hermosa medalla de oro de Enrique IV, fundador de la Real Audiencia de España, sede del Archivo de Indias del Instituto Panamericano, en donde Wormald Cruz estuvo en 1978 dictando charlas y cátedras sobre el Norte de Chile como invitado, recibiendo esta condecoración como miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
Su último trabajo desarrollado como académico y para ser publicado, ya en la madurez de la vida y como buen amante de la historia hipanoamericana, fue una no concluida investigación sobre los orígenes de la raza española y su determinante influencia en el territorio de América. Hacia sus últimos años, además, sus libros y escritos eran solicitados en las universidades de Kentucky, de Illinois y de Carolina del Norte, entre otras.
Tras una enérgica actividad, sin embargo, Alfredo Wormald Cruz falleció en la nortina urbe el 27 de marzo de 1981, a las 9 horas, producto de lo que el eufemismo periodístico llamó, entonces, "una prolongada enfermedad". Faltaba poco para sus 78 años, dejando de luto a la sociedad de Arica. "Su nombre será perenne en nuestra Universidad del Norte", escribiría el académico Fernando Gallardo Aguirre en esos días.
Fue velado en su hogar al día siguiente, y luego en el hall central de la Universidad del Norte, a partir de las 9 de la mañana, recibiendo condolencias y muestras de duelo desde todo el país. Una misa se realizó para salir desde allí, a las 16.30 horas, el cortejo fúnebre. Fue despedido por el entonces Alcalde de Arica, don Manuel Castillo Ibaceta, quien iba a la cabeza de la caravana junto al Gobernador Provincial, General Víctor Contador, y el Rector de la Universidad del Norte, don Lupercio Vásquez Fuchslocher.
Sus restos fueron sepultados entre discursos, así, en la misma ciudad que conquistó su espíritu y que no era su tierra natal, a diferencia de lo que muchos creen equivocadamente sobre el autor.
Su amada viuda, doña Marta, partió a acompañarlo el 26 de febrero de 1986, sólo tres días después de su cumpleaños 77. Ambos acabaron en un sencillo nicho del Cementerio Municipal de Arica, en el sepulcro 243 del Cuartel 25 del Patio 10, cuyo pasillo en calle Mariano Latorre, se encuentra justo alineado con la venerada imagen de la Virgen en el sendero central del camposanto.
Se suponía que allí iban a encontrar el descanso eterno, pero veremos ya que casi se frustró esta promesa.
El nombre del académico y escritor también le ha sido dado a la valiosa Colección Patrimonial Alfredo Wormald, reunida en tres salas de la Universidad de Tarapacá, con 14.000 registros en la actualidad. Esta colección bibliotecaria había pertenecido al historiador y periodista Roberto Hernández Cornejo, oriundo de Melipilla, y fue reunida durante toda su vida. Sería donada a la casa de estudios por una gestión realizada por la Junta de Adelanto y don Gabriel Hernández, hijo del escritor, en 17 de febrero de 1968.
Cuando se crea la Universidad de Tarapacá en 1981, por decreto del Ministerio de Educación y fusionando el Instituto Profesional de Arica (exsede de la Universidad de Chile en la ciudad) con la sede Arica de la Universidad del Norte en la que había trabajado el historiador y cronista, gran parte de las bibliotecas de ambas casas se fusionaron. Como vimos, Wormald Cruz estaba encargado de la sección bibliotecaria de la colección desde mediados de los setenta, razón por la que ésta pasó a ser llamada con su nombre poco después de haber fallecido, siendo conocida hasta ahora así.
Del mismo modo, la Biblioteca 212 fundada en el año 1987 y dependiente de la Dirección de Cultura de la Ilustre Municipalidad de Arica, ostenta también el nombre de Biblioteca Alfredo Wormald Cruz. Tiene sus dependencias en calle General Manuel Baquedano 95 esquina con Yungay, obra del arquitecto Gastón Baeza Cortés, ejecutada por la firma constructora Arcosen S.A. Incluyen amplias salas, espacios de exposiciones y un auditorio, que la han consolidado como un importante centro de actividad cultural y artístico.
Empero, las necesidades de espacio en el Cementerio Municipal llevaron a la administración a declarar vencidas algunas sepulturas, y así los que acumularan deudas serían desocupados, de no haber respuesta por parte de los deudos. Una gran cantidad de avisos con la advertencia han sido colocados en las lápidas para advertir a los visitantes de esta decisión, por lo mismo. Y como el matrimonio Wormald Yávar al parecer ya no tenía descendientes vivos o encargados, el 14 de marzo de 2002 comenzó a acumularse una deuda que amenazaba la permanencia de los restos del escritor y su esposa allí, siendo inminente que iban a terminar en una fosa común.
Parecía impresentable, entonces, que fuera a ser destruida la sepultura de Wormald Cruz en las proximidades del Bicentenario Nacional. Además de aportar a la memoria de Arica algunas de sus obras cabeceras, a la altura de Alfredo Raiteri y otros intelectuales, existe una calle que ha sido bautizada con su nombre en las populosas villas crecidas a espaldas del Morro de Arica, fuera de la biblioteca pública y la universitaria. Reconocido en la propia Enciclopedia de Arica, prácticamente todo lo que se ha expuesto para el redescubrimiento de la cultura afrodescendiente en en la región, por ejemplo, tomó por base su capítulo al respecto en "Frontera Norte", y mucho del legendario, folclore urbano y anecdotario de la ciudad se habría perdido si fuera por sus trabajos...
...Sin embargo, Arica estaba al borde de remover sus huesos y arrojarlos al foso del olvido, en sentido figurado y en los hechos concretos.
Sin poder postergar más la situación, entonces, el Concejo Municipal de Arica aprobó por unanimidad, hacia la última semana de enero de 2017, condonar la deuda del nicho e impedir así que fueran retirados sus restos. Celebrando la decisión, el alcalde Gerardo Espíndola Rojas declaró a la prensa que, con este paso, "estamos dando una clara señal de protección de nuestro patrimonio en un espacio tan importante como lo es la intelectualidad".
La sabia decisión de mantener el nicho fue ampliamente aplaudida por la ciudadanía y por la intelectualidad ariqueña, por supuesto, permaneciendo hasta ahora allí, para ser visitado por los admiradores de Wormald Cruz.

Comentarios

  1. Mensajes recuperados desde el lugar de primera publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:

    Unknown16 de mayo de 2019, 19:11

    he leido su libro Frontera, que llego a mis manos gracias a mi cuñado, S. Saint-Jour, hoy un funcionario retirado de la Armada de Chile. Hoy tuve la curiosidad de buscar datos bibograficos y bibliograficos de don Alfredo. Aumento en mi amor hacia el norte de nuestro pais. Felicitaciones a quien reunio toda esta informacion y gracias al autor de Frontera Norte.
    ResponderBorrar

    Arlene Muñoz Droguett12 de septiembre de 2020, 20:40

    Muchas gracias por hacerse cargo de sostener la historia de don Alfredo Wormald Cruz, es importante para la región!
    ResponderBorrar

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