LA "REINA DEL TAMARUGAL": RECORDANDO EL TRIUNFO DE UNA OBRA MAESTRA DEL CANCIONERO FOLCLÓRICO DE CHILE


Calichal en la Quinta Vergara. De izquierda a derecha: Fernando López Molina, Manuel Veas Rodríguez, Berta Veas Rodríguez, Mario "Marincho" Tapia Álvarez y Luis "Toño" Miranda Rojas. Imagen publicada por el diario "La Tercera".
A mi generación y las anteriores, quizá provoque un poco de nostalgia o casi compasión el estado en que se han ofrecido las últimas versiones del Festival Internacional de la Canción de Viña de Mar, con rasgos que ponen en claro relieve la fase de decadencia o caída en que se encuentra comparado con sus mejores años, o al menos aquellos que eran mejores que ahora. Desde hace mucho se señala esta pérdida de valor a pesar de seguir siendo el festival más importante de América Latina, aunque quizás sea sólo el más idealizado: por irrisorio y majadero que parezca, el presidente de Bolivia, don Evo Morales, anunciaba hacia febrero de 2015 que Cochabamba tendrá un festival "más grande que el de Viña", dándolo por principal referente (!?).
Probablemente, aún le queda mucha vida al encuentro anual, porque en el reducido medio chileno sigue siendo un festival redituable, bien patrocinado y auspiciado. Sin embargo, la calidad de su espectáculo suele sostenerse de unos pocos números principales y el resto tiende a ser solo satisfacción de fracciones del público asistente cuanto mucho, según la programación de cada noche. Este vicio ha convertido el show en una verdadera tiranía de la masa presente en la Quinta Vergara, relegando a un muy inmerecido último lugar a la inmensa audiencia televisiva (la que en realidad sostiene la fiesta, gracias a la publicidad), a pesar de que uno de los músicos nacionales intentó sostener que se trata de un escenario muy "democrático", también en su versión 2015, obviamente que después de asegurar su contrato allí exponiendo su autodefinido canto popular (nacido para peñas y quintas) al millonario meganegocio anual que es este show.
Quizás el elemento más sensible de tal corrupción sea el de las competencias, cuya calidad de participantes ha disminuido al mismo ritmo. Nadie recuerda la canción del año anterior; de hecho, a nadie le interesa recordarla. El espacio de los concursantes internacionales parece más bien una pausa, un recreo aburrido entre una presentación de artistas y otra donde apenas unos pocos aplauden por decencia.
La competencia de música popular iniciada con este festival en 1960 y la competencia folclórica que se adicionó al año siguiente, se han convertido en otro relleno, entonces; o más bien una obligación que justifica al festival pero no surte efectos, no instala canciones, no florece, menos desde que esa segunda competencia dejó de ser chilena en el cambio de siglo y se la amplió a folclore de toda América hispanoparlante o "latina". La esperanza era hacer más atractivo internacionalmente el certamen, aunque para algunos esto solo ha generado más controversia por el favoritismo que sigue habiendo del jurado hacia Chile o bien por premiaciones de canciones de cuestionable calidad pero con grandes simpatías políticas, como sucedió al parecer en 2011.
Cuando estábamos lejos aún de la esterilidad del certamen en nuestros días, una de las mejores piezas que alcanzaron a salir de la competencia folclórica fue la "Reina del Tamarugal", del grupo Calichal, rotunda triunfadora de 1985 y que marcó un hito en la historia de la canción folclórica incorporándose también al cancionero religioso popular, aunque también desató consecuencias que no se hubiesen querido esperar sobre la misma y en el reconocimiento que merecían sus creadores. Eran los tiempos de un Festival de Viña del Mar todavía en mejores años que ahora y que tantas otras canciones regaló a la tradición, como "La consentida", "Qué bonita va", "La torcacita", "Ay, Fernanda" o "La tejedora".
"La Reina del Tamarugal", presentación del grupo Calichal en la Competencia Folclórica del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar de 1985.
Hay quienes deducen que la espectacularidad de los festivales de Viña del Mar en los años ochenta, además, se debió a la urgencia del régimen de facto por promover una imagen positiva internacionalmente. Puede haber mucho de verdad en ello, sin duda, pero también es cierto que ya entonces se criticaba al encuentro por lo que algunos visualizaban como un progresivo decaimiento en su calidad que, según los agoreros, iba a conducir el espectáculo y a la competencia a un estado muy parecido al que podría describirse como el de hoy.
En ese verano de 1985, nos hallábamos en tiempos complejos, por las protestas y movilizaciones que se extendían desde el año anterior, panorama que estaba por volverse aún más complicado después, con el infausto terremoto del 3 de marzo de ese año en la Zona Central del país. De hecho, durante el encuentro musical del balneario sucederían varios pequeños temblores, que eran parte del enjambre sísmico que antecedió a aquel cataclismo.
El XXVI Festival de Viña del Mar, programado del 13 al 18 de febrero y animado por la dupla Antonio Vodanovic y Paulina Nin de Cardona, pretendía erigirse como uno de los mejores de su historia y dejar discretamente bajo la alfombra el ambiente incendiario que había ya en el país, procurándose una enorme parrilla de artistas internacionales para todos los gustos, que llenaron de reporteros el aeropuerto y los hoteles: la estrella del pop country John Denver, un joven y delgado Luis Miguel, las rockera Rita Lee, los suizos de Krokus y sus colegas escoceses Nazareth. El mito dice que se intentó traer a Michael Jackson, pero las cifras exigidas por los productores resultaron exorbitantes. Otros invitados fueron Amanda Miguel, María Conchita Alonso, Miguel Gallardo, los españoles Bravo, María Marta Serra Lima, José Feliciano y Dyango. El humor quedó a cargo de comediantes como Mandolino (Armando Navarrete) y los Pujillay, estos últimos con mejor resultado que el primero, además de Maitén Montenegro y Gloria Benavides con su personaje La Cuatro Dientes.
La competencia internacional tuvo críticas por adelantado ese año, pero participaron en ella personajes de la talla del cantante Carl Anderson, quien personificara a Judas en el filme musical "Jesuchrist Superstar". El chileno Alberto Plaza consigue el tercer lugar a pesar de parecer el favorito del público, con su "Que cante la vida"; la intérprete mexicana Crystal alcanzó el segundo con "Parece" y Lorenzo Toppano, curiosamente, ganó el certamen con una canción en castellano pero representando a Australia: "Yo ya no puedo más".
Una de las fallas más grandes que tuvo el festival de ese verano fue presentar un espacio con la colosal y tiesa marioneta gigante de cuerdas que simulaba dialogar infantilmente con Vodanovic y que se levantaba todas las noches al inicio del festival por el lado del fondo a un costado de la Quinta Vergara y las graderías: Don Cirildo, muñeco representando una especie de jardinero del complejo viñamarino que causó burlas, pifias, risas y no tardó en ser devorado con toda su corpulencia, primero por "el monstruo" y luego por la crítica de espectáculos, reprochando la falta de creatividad de quienes concibieron semejante títere como novedad para decorar el show.
Antes de terminado el encuentro, sin embargo, la Comisión Organizadora recibió una buena noticia: la Federación Internacional de Organizadores de Festivales (FIDOF) iba a extender un reconocimiento al Festival de Viña del Mar por la calidad y buena ejecución del torneo. Pero algo tenía que fallar, por supuesto: se supone que el reconocimiento iba a ser entregado en la forma de un diploma en el escenario de la Quinta Vergara, por el presidente del organismo Harry de Groot; sin embargo, la recepción del premio debió postergarse cuando las maletas del representante fueron a parar a la India en vez de Chile, por un error de la línea aérea.
Imagen de los integrantes de Calichal en una de sus actividades folclóricas.
Miembros de Calichal en el Hotel Playa Brava, antes de partir ("La Estrellad e Iquique").
Uno de los intérpretes cuyo tema había pasado la selección al concurso, era un conjunto folclórico de Iquique llamado Calichal, fundado el 2 de agosto de 1980 al alero de la Secretaría Regional Ministerial de Educación de Tarapacá. Era conocido por la calidad de sus voces e instrumentistas, además de un repertorio de piezas tradicionales y música del folclore de variadas regiones del país, incluyendo la zona huasa y las raíces indígenas, pero enfatizando -por supuesto- a su querida región tarapaqueña.
Los miembros de Calichal también se dedicaban a labores de difusión e investigación folclórica. Por su calidad y talentos habían sido reconocidos por la Universidad Arturo Prat, incorporándolos de manera permanente a sus actividades de extensión artística, algunos trabajando como profesores y otros como monitores de guitarra. Habían tenido ya cerca de 200 presentaciones solo en la Región de Tarapacá, más otras en el Festival del Huaso de Olmué (en donde obtuvieron el premio a mejor intérprete), el Festival Nacional de la Vendimia de Molina (ganando un reconocimiento como grupo más popular), el Festival Nacional de Música de Raíz Folclórica Chilena, el Festival Nacional de Cuecas Inéditas de Santa Cruz, el Festival Nacional "Brotes de Chile" de Angol, el Festival Nacional de la Uva el Durazno en Rinconada de Los Andes, más algunas actuaciones en Televisión Nacional.
Calichal también tenían en su currículo importantes experiencias en Argentina, en festivales de Salta y Jujuy. Sus integrantes solían realizar presentaciones todos los viernes en una peña propia de Iquique, para financiar sus actividades artísticas. Por esto, cuando se supo en enero que el grupo había sido elegido para participar de la competencia, hubo una primera fiesta en Iquique celebrando la buena noticia.
La canción postulada que llevaría el conjunto en ritmo de trote tarapaqueño -con tintes de lo que, más informalmente, se llama saya-diablada altiplánica- y algunos detalles de arreglos que evocan a las bandas de bronces, se titulaba "Reina del Tamarugal". Correspondía una hermosa oda a la Fiesta de la Virgen del Carmen de La Tirana que se celebra todos los años el 16 de julio, en el poblado del mismo nombre. El autor de la poética letra era Manuel Veas Rodríguez, y la música había quedado a cargo del eximio Luis Toño Miranda Rojas, director del grupo. Ambos amigos ya habían participado de la creación de otras importantes piezas musicales de la región muy conocidas en las escuelas y talleres musicales, como "Pastorcito de Camiña", "El Guatón Toño" y "Pampa del Tamarugal".
Decía esta obra, que estaba predestinada a convertirse en una joya del cancionero nacional y que iba a debutar en el principal escenario de Chile:
Pampa desierta nortina
ha florecido un rosal
llegan de todos lugares
su manda deben pagar.
Llegan de todos lugares
su manda deben pagar.
Es día 16 de julio
sale la reina a pasear
saludando al peregrino
que la viene a venerar.
Saludando al peregrino
que la viene a venerar.
Viva ya, viva ya
Reina del Tamarugal,
Tirana que haces llorar
y a todo un pueblo bailar.
Viva ya, viva ya,
Reina del Tamarugal,
Tirana que haces llorar
y a todo un pueblo bailar.
Triste se queda mi china
debemos de regresar
y entre los tamarugales
se ha marchitado el rosal.
Y entre los tamarugales
se ha marchitado el rosal.
Viva ya, viva ya,
Reina del Tamarugal,
Tirana que haces llorar
y a todo un pueblo bailar.
Viva ya, viva ya,
Reina del Tamarugal,
Tirana que haces llorar
y a todo un pueblo bailar.
La canción de Veas y Miranda se había inspirado en las mandas y agradecimientos de los feligreses de la Chinita o Virgen del Carmen de La Tirana, y que ambos consideraron necesario homenajear con una propuesta emotiva, a la vez que impregnada del mismo estilo que identifica al folclore religioso local. Manuel Veas y su hermana Berta, además, eran promesantes de la Fiesta de La Tirana, por lo que estaban sumamente imbuidos en esas tradiciones. El autor escribió la letra, de hecho, al culminar una manda de bailar durante tres días a la Virgen de La Tirana, por cinco años seguidos en las fiestas, y Miranda colocó la música dos años antes de llevarla a Viña del Mar pues, originalmente, tenían la intención de convertirla en parte de un musical religioso o cantata.
Como las presentaciones de los metaleros de Krokus y Nazareth habían causado ciertas aprehensiones en la sociedad conservadora y además muy ignorante de la música internacional en esos años acá en Chile, el diario "La Tercera" titulaba con algo de sorna y de la siguiente manera la nota del 6 de febrero, sobre lo que iba a ser la presencia de Calichal en Viña del Mar: "Una diablada, pero no satánica, subirá a la Quinta".
Calichal levantado la preciada Gaviota de Plata de su triunfo. En la imagen, publicada por "La Estrella de Iquique", se observa a Danny Rodríguez, el sexto miembro presente durante aquella hazaña pero que no pudo estar sobre el escenario por el reglamento de la competencia.
Así anunciaba la prensa de Iquique el triunfo, en portada del diario "La Estrella".
Conformado por 12 miembros permanentes, Calichal se presentaría esta vez solo con la mitad de sus integrantes. La razón: los requerimientos y restricciones del certamen (hasta 5 personas sobre el escenario). Fueron privilegiados, entonces, Fernando López Molina y Manuel Veas Rodríguez en voz, acompañados de matracas y trajes a la usanza de los bailarines morenos de saltos de las fiestas regionales; en la voz femenina, el extraordinario registro de su hermana Berta Veas Rodríguez, vestida al estilo de fantasía de danzantes chunchos; en quena Mario Marincho Tapia Álvarez y en guitarra Luis Toño Miranda Rojas, ambos en trajes alusivos a las bandas tipo lakitas de la región y participando de los coros. Desde la orquesta, fuera de la vista de las cámaras, los acompañaría el joven Danny Rodríguez con el charango, cuyos gastos de viaje y permanencia habían quedado fuera de la cobertura ofrecida por las reglas del certamen para los concursantes.
Los músicos se despidieron de Iquique con un gran ensayo público y una actividad dirigida por la entonces alcaldesa, doña Marta Marcich. Los seis integrantes de Calichal salieron por vuelo hasta Santiago, y desde allí por tierra hacia Viña del Mar con la esperanza ardiente de ganar la competencia. "Dejaremos en lo alto el nombre de Iquique", prometieron al partir de su ciudad, tras una conferencia de prensa dada el 7 de febrero en el desaparecido Hotel Playa Brava, donde ahora se encuentra el Majestic, acompañados en la ocasión por el empresario y productor Hernán Gómez.
Viña para nosotros y para cualquier conjunto folclórico en Chile -dijeron a "La Estrella de Iquique"-, es la máxima aspiración internacional, ya que su proyección al extranjero nos muestra como difusores del folclore. Es una verdadera vitrina.
Por fin en Viña del Mar, su presentación dejó inmediatamente claro en el día inaugural del festival que la canción era una de las más bellas que se hayan escuchado en la competencia folclórica, desde sus orígenes. Fue elogiada rápidamente por el cantante Pedro Messone y, en años posteriores, se ha sabido que también era la favorita del comediante y productor Jorge Pedreros y del propio director de orquesta del festival, Horacio Saavedra, como se lo habrían hecho saber a Veas.
Sin embargo, el triunfo no le iba a tocar del todo fácil ese año: hubo en aquella competencia diez temas de inspiración folclórica, algunos muy singulares y distintos entre sí. Ciertas preferencias se marcaban por "Hacia altamar" de María Alejandra Vidal y Patricia García, cuya interpretación quedó a cargo de la prodigiosa voz de Lu Rivera y Los Chonos, no obstante que hubo un rumor sobre alguna clase de conflicto de esta pieza con las bases del concurso que exigían obras inéditas, desmentido después por la propia organización del evento. También logró simpatía del público el tema "A pique se fue el Caleuche" de Cecil González, interpretado por el Grupo Aucas; y "Huinca niño" de María Gloria Garay, interpretado por María José Pozo.
Finalmente, sucedió lo que debía suceder y así, ya en horas del naciente 18 de febrero de 1985, era anunciado el ganador de la entonces valiosa y apreciada Gaviota de Plata: Calichal, con "Reina del Tamarugal".
Además del trofeo, recibieron US$ 7.000 y el Premio de la Embajada Argentina y Cancillería Chilena, correspondiente a un viaje a la Isla de Pascua. La decisión del jurado no podía ser más justa y fue aplaudida de forma unánime, pero especialmente por los tarapaqueños. En una actitud que lo enaltece, además, Miguel Esper, intérprete de la canción "Con algo de menos, con algo de más" de Óscar Cáceres y Valentín Trujillo, y que era otra de las competidoras más fuertes, reconoció públicamente la superioridad de "Reina del Tamarugal" y felicitó a  los vencedores.
A las pocas horas, el diario "La Estrella de Iquique" titulaba soberbio en primera página: "'Calichal' N° 1 en Viña del Mar!" y "Gaviota para la Tierra de Campeones". El mismo tabloide decía en sus páginas interiores:
Con el triunfo de Calichal ganó en Viña el folclore tradicional. Y no sólo eso: ganó el folclore auténtico, cultivado por nortinos que viven a diario junto a las tradiciones.
La gente salió a celebrar a las calles iquiqueñas cuando se supo la noticia; los bares se llenaron con brindis por los vencedores y la fiesta duró hasta cerca de la mañana. Esa misma noche, los premiados colocaban su Gaviota de Plata en un altar de su habitación del hotel, en donde habían dispuesto también imágenes de la Virgen de La Tirana.
Un inmenso carnaval comenzó a prepararse en la ciudad para recibir a los triunfadores. "¡BIENVENIDO CALICHAL!", era el título del diario "La Estrella de Iquique" del jueves 21 de febrero, siendo recibidos ese día con un acto público en la Plaza Condell a las 11:30 horas, en donde los esperaba un escenario con la misma frase en la cabecera y un acto organizado por la Municipalidad y la Universidad Arturo Prat. El arribo culminó ese día con una conferencia de prensa en el Casino Español frente a la Plaza Prat.
Otra recepción honorífica le fue preparada al grupo en el pueblito de La Tirana, por los vecinos dirigidos por el querido cacique Andrés Farías, anfitrión y organizador de las fiestas de la Virgen del Carmen en el lugar, con presencia de monseñor Javier Prado Aránguiz, ocasión en que los miembros de Calichal consagraron y dedicaron su premio a la imagen mariana.
La comunidad iquiqueña da la bienvenida al triunfante conjunto.
Ceremonia de recepción y homenaje en la ciudad ("La Estrella de Iquique").
Desde aquel triunfo en 1985, la "Reina del Tamarugal" ha conocido innumerables versiones de grupos como Banda Wiracochas, Manifiesto, Cantamérica, Huentelauquén, Los Jaivas, el grupo pop Sexual Democracia, el Coro Armonía de Peñaflor dirigido por Waldo Aránguiz, el cantante de cumbia Amériko y hasta el dúo electrónico Bacondo. Sin embargo, la mayor acogida que tendrán sus notas y versos es en las bandas religiosas de las fiestas patronales de Tarapacá, convirtiéndola en un verdadero símbolo de la Fiesta de La Tirana y en un perpetuo himno de esta celebración, repetido todos los años.
Calichal vivió una época parecida a la de leche y miel a partir de esos momentos, pero fue breve, limitada por las grandes dificultades que tenían las agrupaciones folclóricas en aquella época en la realidad nacional, cuando escaseaban los escenarios, los incentivos y los eventos de gran convocatoria.
A pesar de haber estado en casi todos los grandes festivales del país antes aun de su hazaña en Viña del Mar, la cohesión de sus miembros comenzó a flaquear, quedando el grupo reducido aunque haciendo todavía presentaciones ocasionales. Siempre había sido difícil mantener la agrupación, como alguna vez lo reconocieron sus principales integrantes, en especial por el financiamiento de las actividades. Además, y muy lamentablemente, Fernando López Molina y Luis Toño Miranda fallecieron en los años posteriores, así como otro querido miembro del conjunto, Guillermo Lara, quien no pudo participar en la histórica presentación en la Quinta Vergara.
Como muchas versiones de "Reina del Tamarugal" han aparecido en el límite del respeto a los derechos de autor, se cuenta que el grupo realmente no pudo disfrutar de los beneficios de estos derechos en el éxito de su canción. Veas acusaba no haber recibido jamás algo por este concepto, entrevistado por "La Estrella de Iquique" del 31 de agosto de 2004, hallándose injustamente olvidado y prácticamente cesante:
Muchos han grabado nuevamente el tema, pero a mí nunca nadie me ha preguntado nada. He visto que el tema ha aparecido en distintos trabajos musicales y nadie ha pedido autorización para esto, incluso existe un CD de La Tirana que tiene el tema incluido. Nunca he hecho nada para que se solucione este problema y creo que es tiempo de que las cosas se hagan formalmente.
El año 2000, por desgracia y en una decisión que no dejó de ser polémica, la "Reina del Tamarugal" no figuró entre las canciones del recuento escogido para el Festival de Viña del Mar en su versión cincuenta. Sin embargo, el 16 de febrero de 2006, para celebrar los 35 años del Municipio de Pozo Almonte durante la gestión del alcalde Augusto Smith, se organizó un enorme espectáculo en la explanada del Santuario de La Tirana con la presencia de bandas nacionales como el grupo Illapu y los bolivianos Los Kjarkas: como la fecha estaba en el período del cumplimiento de los 21 años de la epopeya de Calichal en Viña del Mar, fueron homenajeados allí en el escenario los miembros sobrevivientes del grupo, con Manuel Veas a la cabeza y ante 25 mil almas presentes.
Posteriormente, en 2010, con la anuencia y apoyo de Veas, se postuló a la "Reina del Tamarugal" como Canción del Bicentenario. Hubo algunas fiestas y celebraciones ese año, al cumplirse el aniversario 25 de la Gaviota de Plata, por cierto. Y en el año 2013, por decreto alcaldicio del mes de noviembre, se concedió de manera póstula la calidad de Hijo Ilustre de Iquique al fallecido Toño Miranda.
Es cierto que, por la situación mediática en que saltó a la popularidad y quedó introducida esta pieza en el cancionero patronal católico de Tarapacá, algunos podrán decir que se trata de neofolclore o pautas de fantasía del folclore religioso. Pero la penetración cultural que ha tenido esta canción en el repertorio identitario de Tarapacá hace pensar, más bien, que solo hemos tenido la suerte de ver -en vivo y en presente- cómo surgió una pieza de auténtico folclore y tradición musical de la zona.
La "Reina del Tamarugal" nunca más salió del patrimonio de la Fiesta de la Virgen de La Tirana, volviéndose la más tocada hasta nuestros días durante la temporada y sonando desde los preparativos de las celebraciones, las cortinas, los intermedios de las mudanzas, los campamentos de peregrinos, la música ambiental de amplificadores y hasta la marcha de vuelta a casa de las cofradías de bailes religiosos... Algo esperable y comprensible de una de las más hermosas, poéticas e imperecederas canciones que se han adicionado en nuestra época al folclore nacional.

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