LA PLAZA PINTO DE VALPARAÍSO, VISTA A TRAVÉS DE LOS OJOS DEL REY NEPTUNO
Coordenadas: 33° 2'36.08"S 71°37'28.05"W
Nota: artículo del año 2015. Trasladado hasta acá sin actualizaciones en 2022.
Siguiendo
la sinuosidad del borde costero que caracteriza la forma en que creció
el radio urbano de Valparaíso y sus calles, la Plaza Aníbal Pinto del
puerto se halla en una curiosa conjunción de importantes calles,
formándose allí una suerte de explanada que, con el tiempo, ha ido
perdiendo su definición al ser cruzada por las líneas de calzadas. Por
estar tan cerca del mar, dice Manuel Peña Muñoz que "un viajero con alma romántica la comparó con la Plaza de San Marcos de Venecia", aunque la modestia obliga a dormir un poco semejante orgullo.
Ubicada
en la base de los Cerros Concepción, Cárcel y Panteón, esta singular
plaza ha sido mayormente dura desde que nació, pero sobre todo después
de la incorporación del carro de sangre, el tranvía y el trolebús
(que originalmente corrían por ambos de sus costados) que aún pasa por
allí. Fue especialmente famosa entre los bohemios de su buena época, no
sólo por ser escenario de actividades artísticas, exhibiciones y
encuentros, sino también por hallarse justo enfrente del célebre
restaurante y bar "Cinzano", todo un símbolo sobreviviente de la
tradición porteña y por muchos años con el desaparecido ascensor
"Esmeralda" tras de sí.
No extraña, por lo mismo, que hasta ahora el comercio de las cuadras alrededor de la plaza se amalgame con librerías clásicas y restobares... Y lo admito: es uno de mis lugares favoritos de Valparaíso.
La
misma plaza y su edificio en el grabado litográfico del "Chile
Ilustrado" de Recaredo S. Tornero, en 1872. No se ve alguna imagen de
Neptuno.
Cuando
era la Plaza del Orden (al centro) en plano de Nicanor Boloña, 1896. Se
observa una medialuna que corresponde a los jardines, cuando ya había
sido instalado el Rey de los Mares.
Los jardines de la fuente, hacia inicios del siglo XX.
Vista de la plaza hacia la primera mitad del siglo XX.
Dice
don Benjamín Vicuña Mackenna en su "Historia de Valparaíso", que en el
siglo XVIII un acaudalado capitalista llamado Joaquín de Villaurrutia,
muy conocido en su tiempo, construyó sus graneros en donde ahora está la
plaza, además de unos muelles en el lado costero (donde estaba la
llamada Cueva del Chivato), durante el boom de Valparaíso como puerto exportador. El espacio urbano que hoy conocemos como la Plaza Pinto, entonces, no existía a la sazón.
Ya
en los últimos días de la Colonia se ensanchó la vía hacia estos
terrenos y a una cercana casona de tejas cerca del muelle, la que hacia
1830 sería convertida en primera cervecería oficialmente conocida en
Chile según recuerda Vicuña Mackenna, así que podemos sacar un cálculo
de lo antigua que es la presencia de bohemios y vividores en el
tradicional sector, antes de que hubiese allí plaza o algo parecido.
La plaza surge casi connaturalmente en el período posterior, fundada como Plaza del Orden al final de las calles de Tubildad (hoy Almirante Montt), la Quebrada de Elías (coincidente más o menos con la actual Cumming), del Cabo
(ahora Esmeralda), O'Higgins y Melgarejo, con un jardín circular y la
plazoleta con forma de "U" que aún se conserva. No tengo del todo claro
por qué su concepto nominal de "orden", pero quizás se deba a que en sus
calles lindantes, en el pasado, se ordenaba el acceso de los usuarios
del servicio portuario, tanto así que en el mismo lugar donde ahora está
la plaza existía un embarcadero con una especie de portería, que
incluso cobraba peajes a partir de la gobernación de don José Ignacio
Zenteno a inicios de la Patria Nueva.
Según algunas referencias que he consultado (entre ellas, la infalible fábrica de mitos de Wikipedia), la Fuente de Neptuno de la plaza, con el Dios de los Mares
montado sobre monstruos marinos que tiraban agua por la boca, fue
instalada sobre sus pequeñas grutas y estanque en 1892 -según unas- o en
1930 -según otras-, pero ambos datos no pueden ser precisos, pues
aparece la obra de bronce ya en fotografías muy anteriores del siglo
XIX. Claramente, corresponde a la famosa obra ornamental reproducida por
casas metalúrgicas y artísticas francesas como Val d'Osné o J. J. Ducel et Fils, y tiene por uno de sus costados hacia atrás, la inscripción "V. Dubray"
que la revela como obra del escultor francés Gabriel Vital-Dubray
(1813-1892), con la fecha de 1856, existiendo copias en varias partes
del mundo e incluso en Santiago, en la ex Alameda de las Delicias y
después en la fuente monumental del cerro Santa Lucía, en la actual
Terraza Neptuno.
La
información disponible es un poco confusa. Existen reseñas de
prensa anunciando su llegada al puerto recién en 1881 o 1882 y como
"trofeo de guerra" traído desde Lima, al parecer desde el Parque de los Museos en donde existirá después otra similar. Empero, de acuerdo a Leopoldo Sáez Godoy
en su "Valparaíso: Lugares, Nombres y Personajes, Siglos XVI-XXI", el
Neptuno de la fuente había sido llevado a Valparaíso desde Francia en
1860, salvo que se refiriese a otra similar:
Estaba
sobre un pedestal y la fuente a sus pies tenía varios surtidores de
agua, alrededor un pequeño jardín, palmeras, arbustos y balaustrada,
escalinatas de ladrillo y cemento, más calle que plaza.
Quizá las remodelaciones del sector en este tiempo, tengan algo que ver con
el gran incendio de fines de 1850, que motivó la creación del Cuerpo de
Bomberos de Valparaíso. Además, hacia 1863, don Josué Waddington
adquirió los terrenos alrededor de lo que ahora es la plaza, habilitando
un terraplén y arrendándolos a algunos espectáculos que se encontrarían
entre los precursores del circo chileno (como el Circo de Monsieur Charles) y de la lucha libre de exhibición (¿acaso un anticipo del cachacascán?).
Pocos años más tarde, Guillermo Waddington, hijo de don Josué,
solicitaba autorización para construir muelles propios bajando hacia la
orilla del mar desde la misma plaza.
Además, a principios de ese mismo año de 1863, en enero, había corrido por el costado en la calle del Teatro el primer carro experimental del tranvía de sangre,
en una ruta que partía en la Estación de las Delicias y terminaba en la
novedosa Plaza del Orden, dando inicio a la época del ferrocarril
urbano del puerto.
A
pesar de todo, no fue mucho lo que vio acá Recaredo Santos Tornero en
su famoso "Chile Ilustrado" de 1872. En la litografía que publica allí
de la parte central de la ciudad puerto, se ve el mismo edificio actual
de la plaza pero sin jardines, ni fuentes, ni la figura de Neptuno, lo
que pone en entredicho las versiones de que ya debía estar en Valparaíso
para entonces, como la de Sáez Godoy. Y cuando hizo un recuento de las
plazas del puerto, dice Tornero:
La
del Orden, también irregular y mucho más pequeña, no ofrece
particularidad alguna a no ser los edificios de tres pisos del lado
Norte y Oriente.
Entre
muchas otras razones, el lugar adquirió fama por ser donde quizás
comenzó a popularizarse el concepto de sastrería del "corte inglés",
debido a que muchos varones de origen británico encargaban sus trajes al
maestro Tailor Mack, cuyo taller se hallaba adyacente a la Plaza del
Orden, como lo informa Manuel Peña Muñoz en "Chile. Memorial de la
tierra larga". Después llegaban por allí, también, los turistas
preguntando por el afrancesado Hotel Donnay; y, comenta Roberto
Hernández Cornejo en "Los primeros teatros de Valparaíso y el desarrollo
general de nuestros espectáculos públicos", cómo la bailarina y artista
coreográfica Aurelia Didier fundó también en la plaza el Hotel Didier.
Allí en el mismo cuadrante y su entorno, por aquel entonces se
encontraba la sede local del Consulado de Prusia -vecina al edificio
donde se instalará poco después el "Cinzano"- y la oficina central del Expreso Americano de Encomiendas.
La Plaza Pinto en fotografía de Le Blanc, hacia 1885-1888 .
La plaza devastada, después de la tragedia del Tranque Mena de 1888.
Vista
por el lado de Condell. Se observa a la izquierda la Casa de Otto
Adelmann, y atrás el local del "Cinzano". Atrás, el desaparecido
Ascensor Esmeralda, que había sido construido en 1905.
Pablo
de Rokha con la Fuente de Neptuno de fondo, en imagen publicada por la
revista "En Viaje" de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, en
noviembre de 1965.
En
el grupo de edificios comentados por Tornero, está la interesante
fachada neoclásica del que da escenario de fondo a la plaza, por el lado
Sur-oriente, con sus ochos pilastras del simétrico frente. De acuerdo a
lo que señala Jorge Schwarzenberg en su álbum "Valparaíso, lo que fue
(1830-1930)", el primer edificio de este lugar tenía originalmente sólo
dos pisos y era anterior a la construcción de la propia plaza, cosa que
se observaría en un daguerrotipo de Boehme and Co. reproducido en la Litografía de Lindemam et Ph. Benoit de Paris, en 1854.
Sáez Godoy aporta más antecedentes sobre las fechas a las que corresponden estas construcciones:
En
1864 se construyeron tres nuevos edificios, uno de J. Waddington.
Alrededor de 1870, se levantó el Hotel Dimier, de tres pisos, cada
habitación con su balcón con vista al mar. Es el mismo edificio actual.
Está al lado de calle Esmeralda, es de tres pisos más altos que los del
edificio vecino...
Fue
después de la muerte del ex Presidente Aníbal Pinto Garmendia allí en
el mismo puerto de Valparaíso, a mediados de 1884, que la Plaza del
Orden pasó a llamarse oficialmente Plaza Aníbal Pinto, en homenaje a su
memoria. Como se recordará, además, Pinto había tenido su residencia
cerca de la plaza, en la Calle del Teatro que ahora corresponde a
Salvador Donoso. No obstante, Joaquín Edwards Bello aseguraba que los
porteños más viejos insistieron en seguir llamándole Plaza del Orden
hasta bien avanzada la siguiente centuria, al igual que ocurría con la Calle del Cabo para
hablar de Esmeralda. Esto explicaría, quizás, por qué la plaza sigue
figurando con su nombre antiguo en el Plano de Valparaíso publicado por
Nicolás Boloña en 1896.
En
los años inmediatamente posteriores a la Guerra del Pacífico, según se
confirma en el álbum fotográfico de vistas de Valparaíso de Félix Le
Blanc, hacia 1885, los bajos del descrito edificio a espaldas de Neptuno
eran ocupados hacia el lado de la plaza por la tapicería de E. Modee,
además de un bar y de negocios que hacían esquina con Condell. Por el
otro costado, cruzando la calle, se sabe que destacaba después la casa
comercial de don Otto Adelmann. A la sazón, además, la fuente estaba en
un jardín cercado y semicircular, rodeado de adoquines, donde no se veía
aún el pequeño vergel circular que estuvo un tiempo situado al frente
de la misma fontana, al parecer de corta duración. En aquel tiempo, la
plaza servía también como punto de referencia para determinar la
jurisdicción de distritos administrativos y subdelegaciones zonales.
En
su historia, la plaza sufrió sacudidas telúricas e inundaciones, pero
hay un desastre que destaca especialmente en agosto de 1888, sólo un día
después de que el paso de las crecidas y tormentas de la Zona Central
también echaban abajo el Puente de Cal y Canto en Santiago. Sucedió que
en Valparaíso, el azote de lluvias había provocado el colapso y luego la
abrupta explosión de aguas contenidas en el Tranque Mena, arrojándolas
violentamente por el Cerro Florida hacia la ciudad, por las calles
General Mackenna y Yerbas Buenas, hasta alcanzar la Plaza Pinto. Fue tan
formidable la fuerza del torrente descontrolado que dejó abandonada en
la plaza, entre peñascos, escombros, maderas, pozas y lodo, una enorme
roca de dos metros arrancada de cuajo con todas sus toneladas desde los
cerros, la que permaneció por un buen tiempo más ahí antes de ser
removida. Otra roca quedó encallada junto a las Escalinatas Murillo, sin
poder ser retirada jamás. Las avalancha llegó también hasta Plaza de la
Victoria, dejando cerca de 70 personas muertas a su fatídico paso
arrasando casas, calles y todo.
En
un aspecto más feliz, por la plaza se hallaban en el pasado las
primeras sedes de concurridos centros recreativos como el "Restaurant
Alemán" de calle O’Higgins, el "Bavaria", el bar "Pajarito" y un "Bar
Room" justo a espaldas de la Fuente de Neptuno, todos antecedentes
bohemios y nocherniegos, además del "Café Riquet" posteriormente fundado
por el alemán Guillermo Spratz, que estaba a un costado, hacia el lado
de Melgarejo. Por el costado opuesto se instaló la Cooperativa
Vitalicia, en su edificio que era el más alto y moderno de Chile al
momento de ser inaugurado en los años 30.
Aproximadamente
desde del período del cambio de siglo, era célebre la "Joyería y
Relojería Klickmann", cuya presentación ocupaba el ancho de la fachada
del edificio de fondo de la plaza, con su vistosa marquesina sobre el
primer piso. Esta misma edificación fue ocupada en sus bajos por la
"Botica Unión", cuyo vetusto cartel aún se veía por el lado de calle
Condell. Antes, en la parte más alta del techo del edificio, había un
cartel promocionando la célebre botica con grandes letras, como puede
observarse en fotografías de los años 20. Panaderías como la de galletas
"Hucke", casas comerciales, tabaquerías, centros oftalmológicos y
dentales estaban por todo el entorno.
El
aspecto definitivo de las fuente con escalinatas, al parecer también se
define a inicios del siglo XX, aunque en el pasado tenía jarrones
franceses decorándolo con mucha elegancia. Se usó la fontana por muchos
años como acuario abierto, con peces de colores y plantas como lotos y
jacintos de agua, según recuerdan los vecinos más antiguos. Y sería allí
en la plaza también que, en 1906, el famoso asesino serial Émile Dubois
falló en sus cálculos a tratar de dar muerte al dentista británico
Charles Davies, echando con este error su suerte: fue capturado, juzgado
y ejecutado. Por esos mismos días, además, Valparaíso era azotado con
el terrible terremoto, aunque la plaza y sus edificios sobrevivieron al
embate.
Pasada
la época de la joyería dominando la fachada Sur del edificio
decimonónico atrás de la fuente de Plaza Pinto, vino un referente igual
de vistoso y querido por los porteños, ocupando esos mismos espacios en
los bajos del edificio: la "Librería Ivens", tradicional negocio y
emblema cultural fundado en Santiago en 1891, por el inmigrante germano
Josef Ivens, y que se trasladó a Valparaíso un tiempo después, primero a
calle Esmeralda, luego a Blanco, pasando por O’Higgins y, hacia los
años cincuenta, a la Plaza Pinto. Permaneció largo tiempo allí antes de
emigrar a su actual ubicación en Cumming.
Vista actual de la Plaza Aníbal Pinto.
La fuente y el edificio en nuestros días.
En primer plano, el Neptuno, y atrás el Monumento a Condell.
El edificio y la fuente están claramente atacados por vandalismos del spray.
Acercamiento al Neptuno. Se observa daño en el tridente.
La
presencia del "Cinzano" y de otros famosos bares como los antes
mencionados, dio siempre un atractivo especial para intelectuales,
escritores y artistas de la escena bohemia chilena que llegaban hasta
ella. Pablo Neruda, por ejemplo, apareció por el "Restaurant Alemán" con
su séquito de amigos y admiradores en junio de 1961, al regresar a
Chile. Curiosamente, hacia esos mismos años concurría al cuadrante su
declarado archienemigo Pablo de Rokha, como se verifica en algunas
fotografías, entre ellas una publicada por la revista "En Viaje" de la
Empresa de Ferrocarriles de Chile, en noviembre 1965 y tras ganar el
Premio Nacional de Literatura, con el poeta posando frente a la Fuente
de Neptuno.
Por
sus características rotundamente patrimoniales y culturales, la Plaza
Aníbal Pinto y su entorno fueron declarados Zona Típica y de Protección
por Decreto Supremo N° 556 del 10 de junio de 1976, con ampliaciones de
sus límites a través de nuevos Decretos Supremos N° 492 del 29 de
septiembre de 1989 y N° 335 del 1° de agosto de 1994. Esto no ha sido
garantía para la pulcritud y respeto al lugar, sin embargo.
En
la misma plaza se instaló después el Monumento a Carlos Condell, que
enseñorea la bajada de calle Cumming y Almirante Montt. Si bien fue
inaugurado en tiempos un tanto recientes, el 7 noviembre de 1987, los
trazados de calzadas sobre este sector han sido tan radicales que han
aislado el monumento de la misma identidad central de la Plaza Pinto,
por lo que prefiero darle una entrada a futuro al mismo y no atender acá
con más detalles su historia. Este aislamiento ha convertido la estatua
más en un problema de ubicación que en un merecido homenaje, por
desgracia. Así lo describe Sara Vial en su "Valparaíso, el violín de la
memoria", por ejemplo:
Plaza
del Orden, postal de un ayer que evolucionó hasta hoy, en la modernidad
de los letreros de aerílico, los canelones que la eligen como circo
periódicamente y la estatua a Carlos Condell que no tiene la culpa de
estar ahí, interfiriendo el tráfico y dando una pobre idea de lo que fue
realmente el alegre y triunfante comandante de la Covadonga. Por culpa
del escultor, como es obvio.
Menos
aún puedo decir de la placa argentina conmemorando la participación en
un Carnaval Cultural de Valparaíso, atrás de la fuente, salvo
reproducirla completa para quien le interese su lectura, pero con la
observación del poco afecto que los porteños netos profesan a estas
celebraciones ya bastante torcidas y que -con sus distintos nombres,
proclamas y versiones- siempre llegan a la ciudad cargadas de
extranjerismos culturales (sí: batucadas, pasacalles de samba, murgas "afros", etc.) más los espectáculos deprimentes de borrachera masiva, delincuencia y toneladas de basura como recuerdo:
En
recuerdo de la Participación de Buenos Aires en Carnaval Cultural de
Valparaíso 2005, como símbolo de la integración cultural de nuestros
pueblos.
Dr. Gustavo F. López - Secretario de Cultura
Dr. Aníbal Ibarra - Jefe de Gobierno
Hoy,
con el "Cinzano" sobreviviendo intacto frente a la plaza al lado del
supermercado "La Estrella" y de la botillería "El Oasis", aún se
conserva el pequeño jardín de la Fuente de Neptuno escoltado por su dos
famosas palmeras tenantes. Una sucursal del conocido "Emporio La Rosa" se encuentra abajo de los antiguos edificios al costado derecho del Dios de los Mares.
La
"Librería Ivens", en tanto, permaneció cerca de 60 años allí en el
edificio de la plaza, vecina a la "Florería de María José Pumpin". Más
de 20 de esos años ha pertenecido ya a don Víctor Hugo Bustamante.
Tristemente, en junio de 2013, debió trasladarse a su actual dirección
de Almirante Montt 33 que, si bien es muy cerca de allí, no dejó de
acongojar y estimular la nostalgia de muchos residentes del puerto. Así,
el edificio principal que ha sido por más de un siglo el retablo de
fondo para las postales fotográficas de la plaza, en lugar de la
marquesina de letras de la vieja joyería y luego de la librería, hoy
muestra sólo un vacío.
La
Fuente de Neptuno ya no tiene peces y está muy mancillada por los
pseudo artistas que se han convertido en una verdadera peste local,
además de algunas señales claras de vandalismo. Se han propuesto ideas
de remodelación y renovación del lugar, pero considerando que no todas
las intervenciones han sido mejorías, quizás sería preferible dejarla
tal cual está, esforzarse sólo por mantenerla pulcra y olvidar mientras
tanto los bosquejos mentales de la proyección de aquello que creemos
"progreso" sobre lo que es esencialmente histórico.
Comentarios
Publicar un comentario