LA PATA DEL DIABLO: LEGENDARIAS PRESENCIAS DEMONÍACAS DEL CAJÓN DEL MAIPO

 

Acercamiento a la "huella" (año 2014).

Coordenadas:  33°40'6.97"S 70°20'55.72"W
En Chile existen varias formaciones con aspecto de huellas enormes sobre rocas, por alguna razón insistentemente llamadas de forma popular como Patas del Diablo. Conocemos casos en el sector de Las Chilcas cerca de Llay Llay junto a la autopista, uno reportado por el lado cordillerano de la zona de San Fernando y de Chimbarongo, en unas rocas de Peumo allá en el Cachapoal, otro en la cumbre del cerro Lonquén de Talagante, en la Piedra de la Pisada del Fundo Llancay de San Pedro y otro más en rocas cerca de Vilcún en Cautín.
Hay, también, ciertas huellas de dinosaurios que han sido interpretadas por la leyenda como pisadas del Diablo, en el caso de unas rocas de las que se habla por el sector de Villa Alemana y otras del camino de la Termas del Flaco, por ejemplo. Del mismo modo, hay otras Patas del Diablo en España, en América Latina, en Estados Unidos y distintos puntos del planeta.
La más importante de todas las nacionales parece corresponder, sin embargo, a la famosa Pata del Diablo ubicada en el Cajón del Río Maipo. Y aunque es sólo una de las varias leyendas alusivas a las correrías y presencias del demonio en este sector cordillerano de la Región Metropolitana, la famosa roca con el extraño estampado en forma de huella gigante representa allí a la principal de todas estas historias y fábulas locales protagonizadas por el Príncipe de las Tinieblas.
Vista del sector de El Toyo, con la huella en color rojo junto al sendero peatonal (año 2014).
Vista hacia el otro lado del río, con el Puente Colgante sobre las aguas del Maipo.
Detalle del la marca interpretada como dedo pulgar del pie.
El sector exacto de la Pata del Diablo es en el costado de una curva del Camino al Volcán o Ruta G-25 de los planos carreteros, pasando unos 2,5 kilómetros del poblado de San José de Maipo hacia El Melocotón. Esto es, más precisamente, justo al lado del paradero 46-A de la locomoción colectiva, frente al Puente Colgante del Toyo que está más abajo sobre el río, correspondiente a una estructura de madera y cables muy rústica a la que se recomendaba pasar no más de 4 ó 5 personas a mismo tiempo, aunque actualmente se encuentra parcialmente cerrado al público y mal estado. El cerro principal que define el sector en la curva, además, es el Cerro Las Lajas.
También se trata de una vuelta peligrosa en la ruta, donde hoy es difícil encontrar estacionamiento pues hay sólo un más bien pequeño espacio tras el paradero. También se pierden un poco los accesos hacia un camping del río y al puente colgante, por la vera opuesta. Una maltratada animita recuerda justo allí, frente al paradero de la Pata del Diablo y cruzando la calzada, a un fallecido de nombre Juan Carlos Casanova Cáceres, desde principios del año 2002 y presumiblemente por alguno de los varios accidentes y desbarrancados que han sucedido acá. A partir de fuentes como "Mitos de Chile: diccionario de seres, magias y encantos" de Sonia Montecino Aguirre, ‎Luz Philippi y ‎Diego Artigas, puede sospecharse que antaño existía allí, junto a la Pata del Diablo y su pequeña peña, más importancia que ahora como punto de referencia, especialmente para la desaparecida línea férrea que corría adyacente.
La Pata del Diablo puede verse estampada en la roca junto a la caseta del paradero, contorneada por un pequeño senderillo peatonal. Con cerca de dos metros y medio de altura, aproximadamente, y situada en posición vertical, en verdad semeja las formas suavizadas de una colosal huella humana de pie derecho, con el redondo dedo pulgar especialmente bien impreso sobre la superficie, además del relieve correspondiente al arco de la planta. Sólo la zona de los dedos menores se ve un poco deformada, aunque en fotografías antiguas se distingue que antes era más nítida y definida, por lo que no sabemos si ha intervenido en ella la erosión o la acción humana.
La zona del talón, en tanto, hoy está oculta bajo la tierra de la superficie, a causa de las modificaciones en los niveles del terreno para la modernización del camino, quitándole cerca de otro metro a su tamaño y escondiendo un bulto en la roca que se halla justo abajo y que reforzaba el aspecto de una huella con desplazamiento de material, como de un paso que "resbaló" sobre el primitivo suelo antes que se endureciera.
Se ha dicho algo ya de estas curiosas concavidades, y se ha hablado de formaciones debidas a caprichos naturales, desde un lado más científico. Geológicamente hablando, se ha establecido también que nuestra Pata del Diablo está en un sector de antiguo sedimentación submarina e influencia de las acciones volcánicas. La roca granulosa donde se encuentra, de hecho, es relativamente frágil comparada con otras del sector, con cierta semejanza de una argamasa natural muy prensada y compactada, pero que puede descascararse o molerse con no demasiado esfuerzo.
Otros prefieren especular sobre intervenciones humanas, huellas de criaturas prehistóricas y popularmente hasta de supuestas pruebas de que una humanidad de gigantes habitó alguna vez la tierra, como sucede con el caso de la Huella de Dios petrificada en las colinas de Mpuluzi en Sudáfrica o las famosas secuencias de pisadas del río Paluxy de Texas. Algunos "emprendedores", además, en su afán de rastrear terrores fantasmales para ofrecer recorridos turísticos o propaganda de investigación paranormal, la asocian también al Túnel Tinoco del antiguo tren que pasaba por estos poblados hacia el interior del Cajón del Maipo, como si hubiese alguna clase de relación entre ambos puntos del camino, cuando en realidad dicho túnel se encuentra internándose varios kilómetros más por la misma ruta.
Sin embargo, verificaremos que la principal explicación del folklore y la tradición la asocia indivisiblemente a la presencia del Diablo en los dominios del misterioso y atractivo alto Río Maipo.
Fotografía de la Pata del Diablo tomada en los años 30. Perteneciente a don Sergio Campodónico y publicada en la revista cultural "Dedal de Oro" del Cajón del Maipo, en la imagen se alcanza a apreciar el casi tercio de toda la "huella" que hoy permanece bajo el nivel del suelo.
Amigos, en nuestra época juvenil, ejecutando parodias de ritos en la Pata del Diablo y haciendo sorna de la Fiesta de Halloween. Imagen del año 1997-1998. En el fondo, con estas reuniones intentábamos dignificar un poco este sitio ya entonces bastante maltratado por vándalos del graffiti y del tag, como se observa en la fotografía.
En uno de esos mismos encuentros. Nótese el enorme tamaño de la figura de la "huella" con relación a los allí presentes, considerando además, que una parte de ella se halla oculta bajo el suelo desde los trabajos de mejoramiento de la ruta hechos hace unos 30 años.
Desde que se fundara la Villa de San José de Maipo en 1792 por el Gobernador Ambrosio O'Higgins y comenzaran a establecerse los primeros poblados urbanos a principios del siguiente siglo, se ha tenido mucho tiempo para explicar a través de la imaginación y la fábula mezclada con temores y misterios, la presencia de misterios locales cajoninos, como esta extraña huella junto al antiguo Camino al Volcán de los antiguos arrieros, carreteros y viajeros que iban desde o hacia territorio argentino. De seguro, en algún momento, acabó sirviéndoles de indicación o de hito en la ruta.
Según la creencia que comenta en breves líneas Oreste Plath en su "Geografía del mito y la leyenda chilenos", por ejemplo, se cuenta en la zona que la huella habría sido impresa allí por el Diablo cuando dio un paso con salto apoyándose en esa roca al pasar, de un solo tranco, por encima del Río Maipo.
Otra leyenda más detallada cuenta que llegó hasta el pueblo de San José de Maipo u otro cercano, el mismísimo demonio disfrazado de un seductor y elegante hombre vestido de negro, que causó de inmediato curiosidad entre los habitantes de la zona. Comenzaron a correr rumores sobre sus capacidades de provocar muertes a distancia y hacer caer mujeres en sus bajas pasiones, quedando siempre impune en sus fechorías, hasta que fue sorprendido tratando de abusar de una joven monja hija de una influyente familia (según algunas tradiciones, hija del alcalde, patrón o de un benefactor local, depende de la fuente) y de la que estaba prendido de amores, en un cercano convento de clarisas o carmelitas en El Toyo (también varía según la versión). El Diablo había ido allí de visita o bien pidiendo alojamiento por una noche tempestuosa. La madre superiora o un sacerdote a cargo de la sede religiosa lo reconoció en el acto cuando escapaba, rescató a la muchacha de sus garras y expulsó al siniestro intruso valiéndose de rezos y de agua bendita, obligándole a retornar a su verdadera forma de gigantesco demonio, en cuya huida dejó estampada una huella al saltar hacia la otra ribera del Maipo por encima de donde está ahora el puente colgante, y así escalar los cerros del borde en aquella noche de tormenta, rayos y lluvia.
Una tercera leyenda es menos optimista y más sencilla, asegurando que el Diablo simplemente irrumpió en la casa de las monjas y secuestró a una de ellas, muy joven, de la que estaba enamorado y que venía acosando ya tiempo, dejando así sus repulsivas patas marcadas en el borde de cerro durante su escape nocturno con la cautiva, de la que nunca más se supo. A veces se agrega el detalle de que era una monja vinculada al servicio religioso en la casona del Hospital San José de Maipo, que se levanta majestuosamente sobre el pueblo en el borde de las laderas.
Hay una variante de la leyenda, comentada -entre otros- por Félix Coluccio y su hija Marta Isabel Coluccio en el libro "Presencia del Diablo en la tradición oral de Iberoamérica", según la cual la huella fue dejada allí por el Diablo para dar un salto sobre el río cuando escapaba de la luz del día, luego de concertar un encuentro para el que fue invocado pero que, finalmente, resultó burlado y engañado.
Más detalles de esta última historia son publicados en la revista cultural "Dedal de Oro" del Cajón del Maipo, en el otoño de 2012, por don Humberto Calderón Flores. Dice allí que unos trabajadores le solicitaron al Diablo hacer un puente (la leyenda se refiere al puente colgante) y que éste les pidió sus almas a cambio, además de ofrecer una barra de oro puro en la transacción. Sin embargo, los obreros cajoninos lo engañaron reclamándole ladinamente que no era oro de verdad, a la hora de saldar las cuentas y recibir la barra. En la discusión, ellos dieron golpes a la barra con el filo de un hacha intentando "demostrarle" al señor de los avernos que el material no era oro; empero, hicieron las marcas formando una cruz, símbolo ante el cual el Diablo se espantó y debió salir corriendo despavorido y furioso, dejando por accidente su huella frente al lugar de los hechos.
La Pata del Diablo junto al camino. Al fondo, el río Maipo.
La Roca de la Pata del Diablo tal como se observa hoy.
Mal implementada, con nula información sobre estos mitos y pésimamente señalizada está la Pata del Diablo en nuestros días, a pesar de ser (o debería ser) uno de los principales referentes turísticos de este tramo del Cajón del Maipo y muy especialmente del poblado de San José de Maipo, existiendo un importante camping y piscinas con el nombre de la misma roca más abajo, cerca del río.
Al otro lado del mismo río está una medialuna de rodeos, rutas de cabalgatas y el Fundo El Toyo, por lo que los atractivos turísticos sobran a pesar de lo escasamente potenciado y lo desdeñado que se aparenta este lugar, aunque los cajoninos por años se han enorgullecido de esta extraña presencia diabólica, difundiendo su leyenda y hasta escribiéndole canciones populares. Además, los cambios del terreno y el crecimiento de pequeños árboles continúan tapando parcialmente la enorme huella.
Tengo asociado este sitio a travesuras de juventud, con mis amigos de toda la vida. Solíamos visitar la Pata del Diablo en nuestras frecuentes aventuras hacia el interior del Cajón del Maipo, hacia el sector del embalse y de las termas, además de cruzar a pie el puente colgante cuando estaba totalmente abierto. A partir del año 1997, parodiando la impostora Fiesta de Halloween que la publicidad ya se encargaba de meter en la imitación nacional de esos días, solíamos ir hasta la roca con velas, cálices de utilería y libros de fantasía para invocaciones, simulando un absurdo y bizarro ritual nerd de medianoche para "pedir mala suerte y desdicha", acompañados de jarras de vino blanco y las lecturas burlescas de las letanías infernales de los textos de San Cipriano, mientras la gente que pasaba por el lugar a pie o en vehículos nos miraba intrigada y algo asustada. Irónicamente, en nuestros días una empresa de turismo cultural ofrece un tour equivalente a algo así como un Halloween alternativo para aquella misma noche por el Cajón del Maipo, que incluye una visita a la piedra de la Pata del Diablo y un paseo por ésta y otras leyendas de la zona.
Con el correr de los años, la llegada de la madurez y los distanciamientos geográficos entre nosotros, la cofradía de la Pata del Diablo comenzó a ausentarse a sus ritos anuales, hasta que estos se extinguieron. Fuera del chiste, sin embargo, era cautivante la escena de la Pata del Diablo iluminada por nuestras velas al pie de la roca aquellas vísperas del Día de los Muertos, sacándola de la permanente invisibilidad nocturna sólo reducida en las noches de Luna llena. Nunca he sabido de alguna clase de iluminación que se le haya instalado a la misma, por cierto, y a decir verdad, desde entonces sólo la he visto seguir deteriorándose y perdiéndose.
Alguna vez escuchamos que fue en los años ochenta, producto de los controles y minuciosas precauciones tomadas en la ruta de las caravanas militares hacia la casa presidencial de El Melocotón, que la Pata del Diablo fue perdiendo atención turística. Sin embargo, en los últimos años también ha seguido mermando su importancia, como se refleja en las señalizaciones carreteras y en la propia toponimia. Por inapropiada decisión de las autoridades locales, además, desde los noventa se insiste en repintar toda su concavidad con colores rojizos que, en nuestra opinión, afean y dañan su textura rocosa original que antes era sólo espolvoreada de blanco o gris para hacerla más visible, aunque esto se hace también porque muchos insensatos pseudo artistas de la pintura aerosol suelen pintarrajear constantemente la atractiva figura de piedra. Como las brochas de pintura cubriente no se han ceñido estrictamente a la forma de la huella en la pared rocosa saliéndose de sus márgenes, esta intervención altera la percepción de sus verdaderas líneas y de su parecido original a una huella humana.
Una buena implementación turística con bancas, estacionamiento, señalización, más la restauración de la roca, incorporación de vigilancia y quizás hasta alguna caseta de venta de recuerditos dedicada especialmente al sitio, podría darle a la Pata del Diablo un destino y un futuro mucho más promisorio dentro del Cajón del Maipo, y de mejor semblante que las leyendas diabólicas sobre presencia en este lugar.

Comentarios

  1. Comentarios recuperados desde el primer lugar de publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:

    Anónimo2 de febrero de 2018, 05:38

    Considerando el tamaño del pie, ¿qué estatura tendría, entonces, el Diablo? (no quiero ni imaginármelo).
    ResponderBorrar

    Unknown11 de enero de 2019, 18:19

    Saludos amigo!! buen artículo, mañana voy a visitarla, desde niño que mi padre cuando pasábamos por ahí nos decía "miren, esa es la pata del Diablo"
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    Unknown30 de marzo de 2019, 15:08

    Amigos ....precisamente por donde es...por el toyo o por camino al volcán...por cual de las dos rutas es???
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    Respuestas

    Criss Salazar30 de marzo de 2019, 15:20

    Camino al Volcan
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    Responder

    Unknown28 de abril de 2020, 21:35

    si, yo la conozco desde que era niño , siempre que ibamos al volcan pasabamos a verla, pero ahora pintada de rojo se ve horrible debieran sacarle esa pintura y dedicarle tiempo en su restauracion, es emocionante.

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