LA IGLESIA DE SAN AGUSTÍN DE MELIPILLA: A PESAR DE TODO, AÚN EN PIE
La iglesia, cuando estaba en mejor estado (antes del terremoto 2010). Fuente imagen: Monumentos.cl.
Coordenadas: 33°41'11.5"S 71°12'38.9"W
A
mediados de enero de 2018, en la víspera de la controvertida y nada
exitosa visita del Papa Francisco a Chile, cierto clan "iconoclasta" del
lumpen nacional, no tuvo mejor ocurrencia que manifestar su desagrado
por el arribo del pontífice, atacando durante la noche la antiquísima
Iglesia de San Agustín de la localidad de Melipilla, con bombas
incendiarias que quemaron parte de sus centenarias puertas de madera,
obligando a colocar en su lugar una fea plancha como cierre. Fue sólo
uno de los seis templos católicos que sufrieron similares agresiones.
Este
atentado, sin embargo, sólo se suma al largo historial de daños y
necesidades de reparaciones que ha sufrido y sigue sufriendo este templo
de atractiva arquitectura, ubicado a sólo dos cuadras de la Plaza de
Armas de Melipilla, en la provincia del mismo nombre, a 73 kilómetros de
Santiago. Está más exactamente en San Agustín 277 (calle así llamada
por la presencia del templo y sus claustros), haciendo esquina con
Fuenzalida. Allí ha resistido los embates de la naturaleza y del tiempo.
Cuando
Melipilla fue fundada el 11 de octubre de 1742, por el gobernador José
Manso de Velasco y con el nombre inicial de Villa Logroño de San José
(en honor a su ciudad natal en España), la Orden de San Agustín ya se
hizo presente en el lugar. Manso de Velasco les cedió un terreno de
2.500 metros cuadrados, uno o dos años después, para que se trasladaran
desde Santa Rita de Perquilauquén. La solicitud de cesión de la
propiedad había sido formulada por el sacerdote Francisco de Aranívar,
Prior Provincial de San Agustín.
Según
el profesor e investigador melipillano Omar Carreño Pérez, el traslado
de la orden se inició en 1746. En los terrenos destinados a los
agustinos, además, estos levantaron una primera capilla, hacia
1749-1750, primer templo de Melipilla; y luego, establecieron el llamado
Convento de Santa Mónica, en 1751, completando así el traslado desde
Malloco hasta esta nueva ubicación. Allí estuvieron establecidos por
todo lo que quedaba de la Colonia y recibieron al siglo XIX, en el mismo
sitio que ahora está el complejo monacal.
Interior del templo, visto desde el sector junto al altar en el presbiterio. Fuente imagen: Subdere.gov.cl.
Vista de la nave única del templo, desde el coro hacia el presbiterio. Fuente imagen: Chileacus.cl.
Reapertura
y bendición de los claustros del Convento de San Agustín, a espaldas de
la iglesia (se ve su murallón agrietado, atrás), en mayo de 2013.
Fuente imagen: Noticias.iglesia.cl.
Patio
interior del convento, durante la ceremonia de reapertura tras su
restauración, en 2013. Fuente imagen: Noticias.iglesia.cl.
En
sus primeras décadas, este lugar había sido el centro activo del
vecindario de la villa, ya que la plaza de armas no tenía por entonces
la importancia comercial o urbanística de tiempos posteriores. Figuraba
por esos años como cura interino don Juan de Lafarte, quien, además de
la iglesia y una casa habitación en la plaza, recibió como donación una
chacra anexa a la demarcación de la misma villa.
Años
después, en 1893, un largo anhelo hasta entonces no cumplido en el
monasterio por fin pudo ser satisfecho: la construcción de un mejor
templo para el mismo, a un costado de los antiguos claustros coloniales,
reemplazando a la vieja capilla colonial.
No
hay datos sobre el o los arquitectos, pero el edificio levantado en
aquella esquina es el mismo de hoy, básicamente: murallones de adobe de
un metro de ancho, mismo material que el usado en el convento y los
contornos de los patios. Está montado sobre sillería, constituyendo uno
de los pocos ejemplos de la materialidad en adobe que quedan en pie
entre las iglesias históricas chilenas. Destaca su torre-campanario al
frente, de 23 metros de altura y muy visible desde el resto de la
ciudad, especialmente cuando ésta era más bien baja, La torre está
confeccionada en madera y latón, hecha en Italia. Pudo ser integrada al
templo sólo a inicios del siglo XX, saltando a la vista que pertenece a
otra época y factura que el resto del inmueble.
Estilísticamente
hablando, se trata de un edificio de rasgos eclécticos, con elementos
neoclásicos, neorrománicos y, en el caso de su torre, también neogóticos
y neorrenacentistas. Predomina cierta simetría en el diseño, pero con
algo de innovación para lo que era la tradición de edificios religiosos.
Su interior es de sólo una sola nave de techo en abovedado de cañón,
definida por su volumen rectangular angosto pero de buena altura. Carece
de ábside, ocupando su lugar la sacristía, y tanto altar como
presbiterio están delimitados por una fila de balaustras, con la imagen
del Cristo en la cruz de fondo. La iluminación ingresa por arcos de
medio punto.
Cabe
indicar que este centro religioso fue de gran importancia para la fe no
sólo de los habitantes, sino también para los peregrinos y los viajeros
que iban hacia la costa, ya que Melipilla era la parada necesaria en la
ruta a San Antonio o hacia Valparaíso por el antiguo camino de las
cuestas. Y en su frente, a modo de atrio para la reunión y estación de
los devotos, contaba también con una plazoleta verde que ya ha
desaparecido, por desgracia, volviéndose plaza dura y diríamos que
estéril, si no fuera por el par de arbolitos que la cuidan.
Todos
los grandes terremotos que afectaron desde entonces a la Zona Central
del país, castigaron con dureza al edificio del templo y a los añosos
claustros de la manzana. El cataclismo ocurrido el 16 de agosto de 1906,
por ejemplo, obligó a hacer reparaciones en el edificio a pesar de la
corta vida que acumulaba hasta entonces. Todo el frente del templo
terminó siendo reconstruido en albañilería de ladrillo, en aquella
ocasión.
Sin
embargo, poco después, en 1911, los agustinos fundaron el Colegio San
Agustín de Melipilla, que originalmente ocupaba parte de estas mismas
dependencias. Una placa de mármol colocada por los exalumnos del colegio
en el cincuentenario de la fundación, en la fachada junto al acceso,
recuerda desde 1961 este aniversario, con el mensaje: "Aquí se aprende a amar a Dios, a la Patria y a nuestros conciudadanos".
El colegio, si bien ya no pertenece a la orden, siempre ha mantenido un
vínculo histórico y emocional con la casa de San Agustín.
El funesto terremoto del 3 de marzo de 1985,
fue todavía más cruel y causó enormes daños en el edificio y el
convento. Hubo que organizar toda una campaña popular para poder
restaurarlo y salvarlo de perderse reducido a escombros, gracias a la
feligresía y al apoyo profesional del arquitecto Fernando Campino. Se
procuró mantener el aspecto original del templo y no producir grandes
alteraciones en el mismo, además.
Se
estaban llevando adelante esas obras, cuando el 22 de junio de 1988,
por Decreto N° 283, se declaró a la Iglesia y el Convento de San Agustín
como Monumento Histórico Nacional, por tratarse ambas de "una de las pocas edificaciones de la época fundacional que permanece vigente en la ciudad".
La cobertura de la declaratoria destacaba al edificio religioso
principal con su característica torre, el patio central, los corredores
interiores y los corredores exteriores. Hasta ahora, es el único
inmueble con este título del Consejo de Monumentos Nacionales en
Melipilla.
Cinco
años duraron los trabajos de reparación, apoyados por los fondos de
conservación de monumentos, hasta que fuera entregado a la comunidad el
28 de agosto de 1990, como lo recuerda una sencilla placa de mármol
empotrada en la fachada, cerca del acceso.
Convertido
así en un importante centro de actividad ecuménica, además de una de
las atracciones para el turismo patrimonial de Melipilla, el terremoto
del 27 de febrero de 2010 tampoco tuvo piedad con los 1.358 metros
cuadrados construidos de la iglesia y los claustros, causando los quizás
más graves daños que haya padecido hasta ahora y que obligaron a
mantenerla cerrada desde entonces, por la debilitación de sus
estructuras.
La
situación fue enfrentada por el Ministerio de Obras Públicas, poniendo
en marcha un proyecto de restauración y llamando a licitación, dos años
después. Como miembro de la Comisión de Reconstrucción Diocesana, el
arquitecto Campino volvería a participar de las demandas de trabajo. El
50% del financiamiento de la obra fue aportado por un fondo del Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes.
El
convento fue reabierto en mayo de 2013, y la iglesia parcialmente desde
entonces, con un acto de apertura y bendición en el que participaron el
Vicario Pastoral y Encargado de la Comisión de Reconstrucción,
Presbítero Juan Carlos González, y Monseñor Enrique Troncoso Troncoso
(coincidentemente, fallecido ayer a los 81 años de edad) además de
autoridades políticas, educativas y representantes de la comunidad
melipillana.
Si
bien se descartó el riesgo de colapso, el estado del templo sigue
siendo penoso y hasta peligroso en algunos puntos, en caso de serle
asestado otro golpe telúrico. Hay daños evidentes en el edificio, con el
desplazamiento de una de las columnas de la torre y, por sobre todo,
los desmoronamientos de parte del muro que da hacia calle San Agustín,
permaneciendo el adobe agrietado y desnudo, sin grandes partes de su
revestimiento, amenazando con desplomarse hacia la calzada. Un par de
carteles en este lugar advierten a los peatones del peligro de derrumbe.
A
espaldas del templo, junto a sus muros muy dañados y cercados por
vallas de seguridad, están las dependencias del Obispado San José de
Melipilla, ocupando las dependencias del viejo convento. Tanto la
iglesia como los claustros, pues, actualmente son utilizados y
administrados en calidad de comodato por la Diócesis de Melipilla, de la
Iglesia Católica de Chile.
Resulta
necesario darle al edificio las reparaciones correspondientes, que
aseguren la permanencia de este sitio y garanticen su resistencia a
cualquier próximo terremoto que afecte la región. Sus 125° años de
existencia a celebrar este 2018, dan una buena motivación para ello.
Tenemos entendido que ya existen gestiones y trazas de proyectos al
respecto, por lo que parte importante de la historia del templo está
pendiente aún de escribir.
Comentarios recuperados desde el primer lugar de publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:
ResponderEliminarTaller de Luz Artesana14 de abril de 2018, 17:29
Espero que pronto sea reparada en su totalidad, esta iglesia es patrimonio de Melipilla. Algunas primas mías se casaron ahí, además, muchos de mis parientesr recibieron misa fúnebre en esta iglesia antes de partir al cementerio.
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Unknown17 de febrero de 2019, 16:41
Se ve tenebrosa iglesia, ojala la reparen tiene Gran valor patrimonial
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WALTER FORAL LIEBSCH9 de abril de 2019, 06:08
ASI ES... UN DESASTRE EL TEMPLO... Y EL BARRIO IGUAL... LOS EMPRESARIOS NO SE PONEN Y LAS GRANDES FAMILIAS... AYER BENEFACTORAS DE LOS TEMPLOS CATOLICOS... HOY ESTAN MAS DEDICADOS A SU PROPIO CONSUMISMO
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