LA EX ADUANA, HOY MUSEO REGIONAL DE ANTOFAGASTA: UN EDIFICIO QUE SE CAMBIÓ DE CIUDAD Y DE EMPLEO

El edificio visto desde el frente, con las vías del ferrocarril adelante.
Coordenadas:  23°38'39.85"S 70°23'52.09"W
En cada 14 de febrero, para algunos Día del Amor más que cualquier otra cosa, Antofagasta celebra su aniversario con un gran festival. No es el de la fundación de la ciudad, como muchos despistados creen: la ciudad fue formalmente creada el 22 de octubre de 1868 sobre un pequeño caserío conocido entonces como La Chimba, para iniciar la época del salitre en la zona. El aniversario que identifica a Antofagasta es en realidad el de la ocupación chilena del 14 de febrero de 1879, en el inicio de la Guerra del Pacífico.
Se puede encontrar información sobre este conflicto en las exposiciones permanentes del Museo Regional de Antofagasta, ubicado en Avenida Balmaceda 2786 esquina Simón Bolívar, frente a ex Gobernación Marítima y con su acceso principal por esta última arteria. Sin embargo, el edificio está mucho más ligado a la Guerra del 79 que sólo por lo que pueda hallarse en sus vitrinas: como ex Aduana de Mejillones y luego de Antofagasta, la construcción pertenece al tiempo mismo en que se gestó la larga controversia territorial y comercial que condujo a la beligerancia.
Este edificio de estilo británico con influencia georgiana y victoriana, tiene una planta en "U" y se conforma de dos bloques paralelos y simétricos con conexión posterior, con techos llanos de cornisa-alero y sus dos pisos divididos por un elegante sistema de balcones voladizos. Interiormente, cuenta con salones y pasillos amplios, que a pesar de su conversión en importante centro museológico todavía mantienen detalles de su aspecto original, como los pisos de madera sólida y las estructuras de sostén.
Qué mejor momento, entonces, para repasar la historia de este extraordinario edificio que ahora, en plenas fiestas de la ciudad de Antofagasta y de un importante aniversario en la historia de Chile.
 
Vista del Edificio de la Aduana de Antofagasta en 1888, recién retirado de Mejillones e instalado allí. Se observa la caseta de resguardo y el ingreso al muelles fiscal o de pasajeros. Imagen de las exposiciones del Museo Regional de Antofagasta.
Imagen histórica de la ex Aduana (Fuente imagen: Educarchile.cl).
La ex aduana, hacia los 90 vista desde el frente (Fuente imagen: Educarchile.cl).
El origen de este edificio está en la misma gestación de la Guerra del Pacífico, y es por eso que quise recordarlo precisamente en este aniversario, además.
Sucedía que después de varios años de agrias discusiones entre Chile y Bolivia por la cuestión de los derechos territoriales sobre el Desierto de Atacama, episodios de repercusión internacional como la invasión de los imperios europeos a México en 1862 y la ocupación española de las islas peruanas Chinchas en 1865, hicieron cundir por casi todo el continente un sentimiento febril de americanismo violento y una verdadera paranoia contra la posibilidad de incursiones de reconquista.
En medio de este arrebato de aparente unidad latinoamericana y de impulsivas proclamas de hermandad, Chile y Bolivia pretendieron alejar sus asperezas diplomáticas participando de la alianza regional en favor de Perú y solucionado sus rencillas territoriales con el Tratado de 1866, concebido de manera tan poco juiciosa y mesurada que sólo acabaría empeorando la situación. Por este acuerdo, como es sabido, ambos países se comprometían a fijar una frontera intermedia a sus aspiraciones, en el paralelo 24°, y destinar a condominio económico todo el territorio comprendido entre los paralelos 23° y 25°, repartiendo entre sí todas las riquezas recaudadas entre ambos.
Con este iluso acuerdo, se hizo necesaria la instalación de una aduana chilena especialmente destinada al resguardo de su parte de los derechos recaudados por importaciones y exportaciones en el territorio de condominio, escogiéndose llevarla hasta Mejillones, donde también tendría encargadas algunas labores de intendencia, y ésta es la razón por la que fue llamado también como el Edificio de Intervención Chilena. Si bien dicho puerto había pasado a ser territorio boliviano por el Tratado de 1866 al igual que el de la naciente ciudad de Antofagasta, ambos se encontraban en el área de medianía con condominio económico.
Según la placa informativa instalada en el actual Museo Regional de Antofagasta desde 2003 por el Consejo de Monumentos Nacionales, el diseño y confección del edificio aduanero quedó a cargo de la firma Westmare & Cía. (en otras fuentes: Wetmare & Cía), que construyó sus partes y piezas en Valparaíso en 1867. Sin embargo, Juan Floreal Recabarren Rojas tiene otra información publicada en sus "Episodios de la vida regional":
El 8 de abril de 1869 ancló en esa bahía el vapor "Arauco" y desembarcó los módulos destinados a la construcción del edificio de la Aduana interventora. El diseño y la construcción de todos los elementos fueron encargados por el Gobierno a la empresa Vetman y Cia., de Valparaíso. Sólo los cimientos para levantar la construcción, fueron  hechos en Mejillones. El edificio quedó cara al mar en la manzana denominada "Nueva Población Chile". En el primer piso estaban las oficinas controladoras y en el segundo, las habitaciones de los funcionarios chilenos.
Empero, el concepto del condominio económico resultaría en un tremendo fracaso, generando sólo más conflictos a partir de las riquezas de la industria salitrera que ya relevaba a las del guano de las covaderas dentro del mismo mercado internacional de fertilizantes, y también por el hallazgo del rico mineral de plata de Caracoles en 1870, justo dentro del área común de repartición por sus pocos kilómetros al Sur del paralelo 23°.
Observación de cómo hace esquina en Balmaceda con Bolívar.
Vértice opuesto, por el patio interior.
Patio de la Plaza de la Cultura Osvaldo Ventura López.
Doble escala exterior, aparentemente adicionada al edificio original.
Segundo piso, balcones. Al fondo de la avenida, el Edificio de la Casa Gibbs.
Dadas las crecientes discrepancias por la aplicación del acuerdo de 1866, sucedió que la repartición contemplada en el tratado se postergó en la práctica por cuatro años cuanto menos, generando nuevas tensiones y nudos en las relaciones de ambos firmantes.
Así, a insistencias del Gobierno de Chile, Bolivia se comprometió a medidos de 1871 en depositar en el Banco Edwards y luego en el Banco Inglés sólo $5.000 de los correspondientes a la parte chilena del dinero recaudado en Mejillones. Chile accedió a la exigua ganancia sólo por la urgencia de iniciar la repartición pendiente y así salvar del desahucio el mentado Tratado de 1866 que en realidad había nacido muerto, pues la recaudación por este concepto se calculaba en unos $100.000. Además, recién en 1873 se abrió el primer libro de cuentas y registros formal en la Aduana de Antofagasta, sospechosamente postergado por tantos años. Para peor, Bolivia y Perú ya venían conversando de un acercamiento que concluiría en la Alianza, mientras que las tensiones entre Chile y Argentina por la posesión de Magallanes y la Patagonia Oriental sólo empeoraban.
La pobre Aduana de Mejillones, entonces, prácticamente no vio los movimientos de riqueza para los cuales se había construido, siendo testigo más bien de cómo las cuestiones diplomáticas de la región se hacían más y más complicadas por los choques de intereses comerciales sobre dichos territorios.
Comprendiendo fracasado ya el Tratado de 1866, Chile y Bolivia se allanaron a un nuevo acuerdo sólo un poco menos experimental que el anterior: el Tratado de 1874, por el cual se eliminaba el área de medianía y la fábula de las reparticiones, fijando el límite definitivo en el paralelo 24° a condición resolutoria, en este caso imponiendo a Bolivia la necesidad de no adicionar ni aumentar los impuestos a las personas, industrias y capitales mineros chilenos, por un plazo de 25 años.
Ahí iba a estar, precisamente, la semilla del estallido de la Guerra del Pacífico, con la ruptura del Tratado de 1874 cuando, durante el gobierno del controvertido General Hilarión Daza, la Asamblea de Bolivia aprobó exigir el famoso impuesto de los 10 centavos por quintal salitrero exportado por la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, exigiéndole después pagar el derecho municipal para alumbrado público y el de embarque de navíos en el puerto, con lo que se desató el vendaval diplomático. Al negarse la compañía a responder a tales exigencias, Daza notificó que el 11 de febrero de 1879 confiscaría sus propiedades expulsando a todo el personal (incluidos más de 2.000 trabajadores chilenos), y que llamaría a remate el día 14, declarando nulo después el Tratado de 1874.
Así pues, el día 14 de febrero de 1879 en que iban a ser rematadas las instalaciones de la Compañía de Antofagasta, la Escuadra de Chile llegó a ocupar el territorio, notificándose al Prefecto Zapata y a sus 40 de sus hombres que, desde ese momento, Antofagasta volvía a la administración chilena. Lo propio hizo el blindado "Cochrane" en Tocopilla y la corbeta "O'Higgins" en Mejillones, donde se hallaba el edificio de la Aduana casi como un símbolo palpable del fracaso diplomático que condujo a este punto inevitable de quiebre.
Al menos el aletargado inmueble comenzaría a tener agitación en esos días: había comenzado, pues, la Guerra del Pacífico.
Pasillo por las salas de arqueología y etnología, primer piso.
Reconstrucción de un enterramiento ancestral de la zona costera.
Vitrinas con vestigios de los habitantes originarios del litoral antofagastino.
Botellón cerámico negro pulido, complejo cultural El Vertedero.
Mazo de piedra con mango de madera, punta de lanza de fierro y hoja de hacha fragmentada encontrados en Cobija, que datan del siglo XIX. Expuestos en el segundo piso del museo. Cobija había sido la caleta donde se estableció Bolivia en tiempos remontados a los antecedentes del conflicto por la posesión del litoral atacameño en esta región.
Concluida la guerra con la Batalla de Huamachuco, Perú, vino el fin de las hostilidades a través del Tratado de Ancón de 1883. Al año siguiente, era pactada la tregua entre Chile y Bolivia, mismo año en que las fuerzas chilenas se retiran de Lima.
Por entonces, Mejillones se hallaba privado de los ferrocarriles y de la prosperidad salitrera de Antofagasta. En el edificio de la Aduana probablemente penaban las ánimas por algunos períodos de aquellos días. Sin embargo, iba a  suceder algo que decidiría su destino, cuando la Aduana de Antofagasta ubicada en Colón (hoy Balmaceda) esquina Bolívar, apodada la Aduana Boliviana por haber sido hecha durante dicha administración, quedó reducida a cenizas a causa de un incendio ocurrido en 1885.
Tras el siniestro y ante la necesidad de tener en funciones este servicio, las oficinas de la Aduana fueron trasladas hasta instalaciones municipales mucho más pequeñas e incómodas. Los restos calcinados del edificio de un piso terminaron de ser retirados, al parecer cumpliendo con una trágica maldición, porque Isaac Arce dice en sus "Narraciones históricas de Antofagasta" que ya antes había sido arrancado de su lugar y arrastrado hasta el medio de la calle Bolívar, con el maremoto que siguió al terremoto del 9 de mayo de 1877.
No bien asumió el Gobierno el Presidente José Manuel Balmaceda en 1886, se hizo saber el clamor de los antofagastinos por recuperar la Aduana y reponerla con un buen edificio en el mismo lugar donde había estado el ya desaparecido. Así las cosas, el gobierno estableció un contrato con la compañía de Eduardo Orchard & Hnos., de gran presencia en obras de la misma ciudad, para trasladar y rearmar el subutilizado edificio de la Aduana de Mejillones en Antofagasta. Para tales efectos, dice Recabarren Rojas que el Ministerio de Obras Públicas había recibido dineros por un presupuesto de $21.000.
El edificio aduanero quedó repuesto en aquella esquina del barrio histórico en menos de un año, en 1888, apareciendo completo ya en fotografías que parecen corresponden al año 1890, aproximadamente. Tenía ciertas diferencias con el actual, sin embargo: al centro del mismo se observaba un mirador con campanario y cúpula sobre el techo, llamada la Torre Vigía, que debió ser retirada a inicios del los 40 por su mal estado. También se observa que su entrada principal debía estar por detrás de la actual escala doble exterior, en el frente.
A pesar de lo lejos que había quedado ya la guerra, la Aduana de Antofagasta fue objeto de algunas preocupaciones del gobierno, además de controversias y rencillas que incluso llegaron al parlamento hacia el año 1902, ante las suspicacias que generaba la baja de actividades y entradas en este servicio, a causa aparente del mejoramiento y crecimiento del puerto de Arica. Todavía en los años del Primer Centenario Nacional se hacían propuestas para mejorar y hacer crecer el servicio.
Artículos propios de una botica antofagastina, segundo piso.
Pequeño buzón de correos del antiguo servicio postal.
Herramientas de la época calichera del Salar del Carmen.
Chaqueta de uniforme militar, Guerra del Pacífico.
La Aduana de Antofagasta permaneció en operaciones hasta 1966, justo cuando el edificio se acercaba al cumplimiento de su centenario de existencia. Las oficinas aduaneras fueron trasladadas un poco más al Sur, hasta las modernas instalaciones donde comenzaron a funcionar, desde entonces.
Situado justo frente a la cuadra histórica de la costanera de Antofagasta, junto al complejo de los ferrocarriles y frente a los inmuebles de la ex Gobernación Marítima y de Resguardo Naval, la ex Aduana se volvería un punto imperdible en la ruta turística de las guías para viajeros por la ciudad Perla del Norte. El estupendo y espacioso también edificio fue utilizado durante algunos años como centro de exposiciones y de recreaciones históricas, siendo elevado a Monumento Histórico Nacional por Decreto Supremo N° 2.017 del 24 de octubre de 1972, declaratoria modificada por un nuevo Decreto Supremo N° 1.211 del 3 de diciembre de 1976, mismo año en que se hicieron algunas intervenciones en favor del aspecto original del inmueble.
El edificio es hoy la sede del Museo Regional de Antofagasta, institución que había nacido en 1964 como un área de conservación de la ex Universidad del Norte, pero que traspasó sus bienes patrimoniales por convenio de comodato a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile, constituyéndose así como museo el 17 de abril de 1984. Su primer piso es ocupado con exhibiciones relativas a la flora y fauna litoral de la zona, geología, etnografía cultural y antropología-arqueología desde la prehistoria hasta la actualidad, mientras que el segundo nivel se abordan aspectos históricos más relativos a la semblanza de la ciudad, la Guerra del 79, aspectos económicos, urbanos, culturales, reliquias del siglo XIX y personajes antofagastinos contemporáneos.
El museo cuenta, además, con espaciosos patios municipales donde suelen realizarse ferias, exposiciones transitorias y algunos eventos, encontrándose allí también la sede local del Registro Civil. Según la información con la que cuento, este espacio era un sector de acopio y almacenaje de la Aduana y hoy corresponde a la Plaza de la Cultura Osvaldo Ventura López, artista plástico antofagastino nacido en 1916 y fallecido en 1998, quien recibiera el grado de Caballero del Ancla en 1985, siendo homenajeado y recordado con un monolito dentro del mismo recinto. También le pertenecen al museo los dos edificios históricos de enfrente: el ex Resguardo y la ex Gobernación Marítima en avenida Balmaceda, donde se alojan las oficinas administrativas, la biblioteca, los laboratorios y los depósitos de las colecciones culturales.
La ex Aduana ha sido restaurada a principios de los noventa, con la incorporación de vigas de resistencia entre ambos pisos, y también durante la década pasada cuando se mejoró su aspecto y se dio el color rojizo que actualmente conserva. Se cree que es el edificio más antiguo que existe actualmente en la ciudad de Antofagasta, aunque su vida no haya comenzado exactamente en ella.
Vaya entonces este saludo a la histórica ciudad de Antofagasta en su principal día de celebraciones, representado en este pequeño artículo dedicado al edificio de su ex Aduana y actual Museo Regional.

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