IGLESIA DE SAN PEDRO DE ATACAMA: EN EL CORAZÓN DE UN PUEBLO Y SU HISTORIA
Coordenadas: 22°54'39.1"S 68°12'01.8"W
A
pesar de la exhuberancia cultural de la localidad de San Pedro de
Atacama y sus alrededores en la Provincia del Loa, la postal turística
más característica del poblado parece seguir siendo su antigua iglesia,
sede de las grandes fiestas santorales la de su patrono cada 29 de
junio, el apóstol San Pedro.
Esta
iglesia nace en lo que iba a ser el actual centro histórico del poblado
a partir del siglo XVII, reemplazando a un templo anterior. Su
ubicación es en la esquina de las actuales calles Gustavo Le Paige y
Vilana, exactamente a un lado de la plaza principal y casi enfrente del
edificio municipal y del cuartel de Carabineros de Chile. La posición
tan céntrica favorece el que sea identificado como uno de los iconos más
característicos del poblado, además de encontrarse a sólo pasos de los
edificios de arcadas y la llamada casa inca, también alrededor de la plaza.
Con
planta de cruz latina de 41 metros de largo por 7,5 metros de ancho,
abarcando 765 metros cuadrados, el estilo dominante del edificio de una
sola nave es acorde al período del barroco mestizo andino, siendo uno de
sus exponentes de mayores proporciones en Chile. La materialidad de
adobe, vigas de madera y piedra montadas con argamasa coincide con las
técnicas de la histórica arquitectura zonal. Su altar mayor, altares
menores y retablos también son fieles representantes del estilo general
del templo. Sus muros miden cerca de un metro de ancho.
Debe
recordarse, sin embargo, que la actual distribución urbana del poblado
de Atacama La Alta o San Pedro de Atacama proviene de renovaciones
habitacionales y reconstrucciones dirigidas por el Corregidor Francisco
de Argumaniz entre 1770 y 1775, algo que se refleja en la arquitectura
dominante. Hasta entonces, las residencias y principales edificios no
estaban concentrados en un barrio o núcleo, sino dispersos y sin mucho
orden ni planificación.
Aspecto
de la iglesia antes de tener su campanario y la plaza aún sin árboles,
hacia 1860, en ilustración publicada ese año en el trabajo "Viaje al
Desierto de Atacama hecho de orden del gobierno de Chile en el verano
1853-54", del doctor Rodulfo Amando Philippi. Se observa el antiguo muro
perimetral del templo.
El
templo en 1931, con el campanil de madera construido en 1906. Se
observan vigas de reforzamiento del muro lateral, aún carente de
contrafuertes. Imagen publicada originalmente en "La nueva era de las
Municipalidades de Chile, 1931". Fuente imagen: Enterreno.com.
La iglesia hacia 1950, con campanil de madera. Fuente imagen: Memoriachilena.cl.
La
iglesia de San Pedro de Atacama antes de la última gran restauración.
Se observa su único contrafuerte en el muro oriental y el color blanco
que lucía en aquellos días. Fuente imagen:
centroderecursos.educarchile.cl.
La iglesia con su campanario ya modificado y con sus muros blancos, hacia 1980. Imagen de publicaciones de Editorial Antártica.
A
pesar de la céntrica ubicación actual, entonces, la del templo también
debió tener aquella característica en sus orígenes. Mas, como lugar
neurálgico para la misión de cristianizar a los indígenas atacameños, no
extraña que se haya convertido después en el punto central de la
urbanidad mestiza del pueblo.
Sin
embargo, la iglesia más antigua de San Pedro de Atacama fue levantada
en tiempos coloniales casi de plena Conquista, creyéndose que esto
sucedió al alero del Obispado de Cuzco. La construcción de este primer
templo debe haber tenido lugar después de sellarse el acuerdo de
Suipacha de 1556, celebrado entre los españoles y el cacicazgo de
Atacama.
Por
supuesto, se trataba aquél de un edificio primitivo y de proporciones
menores al actual, ubicado por entonces en un sector más al oriente,
cercano al cementerio de San Pedro de Atacama, aunque nada quedó de ella
como vestigio.
Tal
presencia religiosa es mencionada por primera vez en 1557, cuando su
primer presbítero, el sacerdote Cristóbal Díaz de los Santos, aparece en
un documento catalogado como Patronato, 2-2-4/9 del Archivo
General de Indias, fechado el 5 de marzo de ese año y que hoy se
encuentra transcrito en una placa conmemorativa cerca del atrio:
Juan
Velásquez rogó a Cristóbal Díaz, clérigo presbítero, que así mismo
había estado presente a lo susodicho que dijese misa en la iglesia que
estaba hecha en el dicho pueblo, el cual luego se fue a revistir e
revistido dijo misa con la solemnidad que más pudo; y estando juntos el
dicho cacique don Juan e sus principales e muchos indios, les predicó e
habló en su lengua cuánto bien Dios les había hecho y hacía...
Desde
aquella primera iglesia, o más bien capilla, se mantenían las misiones
para la llamada "Doctrina de Indios" de aquellas comunidades de San
Pedro de Atacama. Lautaro Núñez, sin embargo, sospecha en su trabajo
"Cultura y conflicto en los oasis de San Pedro de Atacama" que puede ser
anterior, habiendo dependido hasta 1552 del Obispado del Cuzco para
pasar al Obispado de La Plata (hoy Sucre), creado ese año y dependiente
de la Audiencia de Charcas, actual Bolivia. Se sabe también que esta
capilla fue la sede parroquial, antes de 1641.
Acceso principal y parte del frente del edificio, en 1997.
Fachada y acceso del edificio, en 1997.
Vista actual del edificio desde calle Gustavo Le Paige.
Frente y arco de ingreso al perímetro de la iglesia.
Vista del edificio desde su explanada, al frente.
Sin
embargo, la fecha de construcción de los muros del posterior templo en
su actual ubicación, se ha estimado hacia 1744. La primera descripción
conocida del mismo data de ese año, en plenas renovaciones urbanas del
Corregidor Argumaniz, por lo que su servicio vino a reemplazar el de la
antigua capilla.
A
la sazón, y por testimonios del propio Argumaniz y personeros de la
época, el único núcleo del poblado de San Pedro de Atacama estaba
constituido por este templo y las casas de los cabildantes, desde donde
comenzó a trazar el nuevo plano urbano de la localidad (cárcel, escuela,
caja de la comunidad, etc.). Empero, estas obras quedaron paralizadas
tras la partida del Corregidor desde la provincia, en 1777, seguida de
un levantamiento indígena iniciado en Incahuasi, de acuerdo a los
documentos coloniales que observa el investigador Jorge Hidalgo Lehuedé
en su "Historia andina en Chile". De todos modos, el plano que definió
urbanísticamente al pueblo, ya había quedado trazado.
En
1782, la iglesia es descrita con su primer campanario, con cuatro
campanas, aunque éste desaparecerá con el tiempo. Después experimentará
reparaciones e intervenciones desde 1839, año en que un incendio
destruye prácticamente todo el edificio; y en 1844, cuando se concluye
la reconstrucción y se rehace el retablo del altar mayor, con hornacinas
y pilastras en madera y estucados artísticos. Otras modificaciones
provienen del período posterior a la Guerra del Pacífico, aunque muchas
de aquellas intervenciones han sido juzgadas como poco apropiadas, en
nuestra época.
La
iglesia reconstruida es la misma de nuestros días. Cuenta con
fundaciones de sillería de piedra y un envigado en madera de chañar y
algarrobo (árboles propios de la zona), atadas con amarras de cuero de
llama. Se destacan los arcos de medio punto contorneando los ingresos,
como elementos rotundamente barrocos y andinos. Su techumbre está hecha
con tablillas de madera de cacto cardón revestidas con revoques de barro
y paja, en dos aguas de alero continuo.
Los
pisos de la nave y espacios interiores están confeccionados en pino
oregón, madera que antaño llegaba en gran cantidad a lo que es el actual
Norte Grande de Chile, por ser usada como lastre en navíos mercantes
que tocaban aquellos puertos. Estas maderas corresponden a una donación
del Ferrocarril de Antofagasta y fueron instaladas en 1906, usándose
parte de ellas también para levantar el campanil, cuya torre de adobe
había sido construida entre la segunda mitad del siglo XIX y la
proximidad del 1900.
Torre del campanario, vista entre las arcadas de la municipalidad, en 1997.
Campanario del templo, en 1997.
Vista actual del campanario, tras las restauraciones.
Vista desde el lado del campanario y la torre.
Vista de la campana colonial, desde el interior del campanario, en 1997.
Vista actual de una de las campanas, desde el exterior de la torre.
Hacia
fines de los años veinte, probablemente por la combinación del
envejecimiento con los grandes sismos, el muro oriental del templo había
sido reforzado con feas vigas a modo de ángulos de resistencia. De
todos modos, el gran terremoto de Calama del 9 de diciembre de 1950
causó grandes daños en el templo, derrumbando gran parte de uno de los
muros laterales. Sin embargo, el gobierno del presidente Gabriel
González Videla, por Decreto N° 5058 del 6 de julio de 1951, lo declaró
Monumento Histórico Nacional junto a varios otros templos y capillas
antiguas del país, permitiendo sus reconstrucciones y conservación.
Pocos
años después, en 1955, toma el cargo de la iglesia el sacerdote belga
Gustavo Le Paige, mismo que desarrollará trabajos de gran importancia
arqueológica en la zona. Él mismo decide reemplazar el campanil por uno
de adobe, aunque por mucho tiempo más la torre mantuvo el campanario de
madera de pino oregón con remate más bien neoclásico, muy en desacuerdo
con el resto de la arquitectura y la materialidad del templo.
Después
de los terremotos de Calama sucedidos en los años cincuenta, se
concretó el reemplazo del campanil con obras realizadas en 1964, con el
último nivel del campanario que actualmente luce, confeccionado en
madera y adobe. Le Peige procuró desde el principio que el estilo de
este último nivel de la torre se ajustara al estilo histórico y al de la
propia iglesia. Se asciende hasta él por una estrecha y tosca escala en
espiral.
En
1975, el Instituto de Conmemoración Histórica de Chile instaló una
placa conmemorativa en la fachada del templo, junto al acceso principal,
con la siguiente leyenda dedicada al pueblo y en su lugar más
característico:
San Pedro de Atacama
Antiguo ayllú atacameño, doctrina de indios siglo XVI.
Cristóbal
Díaz de los Santos, presbítero, dijo misa aquí, 5 de marzo de 1557,
ante Juan, cacique principal de Atacama y demás aborígenes (Archivo
Indias).
Entre los párrocos, José B. Maglio y Emilio Vaisse (Omer Emeth), cultivadores de la lengua kunza.
Monumento Nacional, Dto. Gobierno 5058, 1951
Entrada lateral oriente, vista desde la plaza en 1997.
Entrada lateral oriental, en nuestros días.
Vista actual del costado oriente. Se observan los contrafuertes adicionados.
Los macizos contrafuertes adicionados en la última restauración del edificio.
Sector del muro y los patios al poniente del templo.
El
muro perimetral que demarca la propiedad religiosa en la manzana, fue
construido también en estilo andino de influencia barroca colonial. Este
cerco se levantó recién en 1978, pero reemplazando otro casi
completamente desaparecido a la sazón. Se usó por modelo el dibujo del
templo que había publicado más de cien años antes el doctor Rodulfo
Amando Philippi, en su "Viaje al Desierto de Atacama hecho de orden del
gobierno de Chile en el verano 1853-54".
Perteneciente a la Diócesis de San Juan Bautista de Calama,
la iglesia ha sufrido varios daños a lo largo de su historia, a veces
no sólo por obra de la naturaleza. Un incendio de año 1981, por ejemplo,
destruyó gran parte de la sacristía, y atentados incendiarios contra la
imaginería religiosa tendrán lugar en 1996 y 2001, este último ocurrido
en horas de la madrugada del 13 de febrero y destruyendo la más
importante de sus imágenes, correspondiente a San Pedro, además de las
efigies de Santa Rosa de Lima, la Virgen Purísima, la Santísima
Concepción y la Virgen del Rosario, dañando en parte también una de San
Roque.
Después
del terremoto de Tocopilla del 14 de noviembre de 2007 y su
inmisericorde castigo al vetusto edificio, debió planificarse una gran
restauración a cargo de la Fundación Altiplano, por el programa "Puesta
en Valor del Patrimonio" iniciado al año siguiente y que incluyó otros
inmuebles patrimoniales del Norte Grande. El proyecto fue aprobado por
la comunidad atacameña y por el Consejo de Monumentos en 2009.
Ese
mismo año, se restaurará también la torre del campanario. Sin embargo,
los trabajos no estuvieron exentos de polémica a causa de la muy poca
juiciosa decisión del sacerdote a cargo, Ricardo Sotelo, de remover
parte del arco exterior de ingreso en el muro perimetral sin
autorización del Consejo de Monumentos Nacionales, porque dificultaba el
acceso a algunos vehículos pesados necesarios para la restauración de
la torre. La precipitada decisión, que se tomó en parte protestando por
la demora de la asistencia estatal a las obras, obligó a que el arco
debiese ser reconstruido con bloques de ladrillo recubiertos de adobe en
junio de 2009, aunque esta vez con la precaución de dejarlo 30
centímetros más alto que el anterior. Las obras estuvieron a cargo del
arquitecto Robert Maizares, con cuatro trabajadores de la misma
comunidad atacameña.
Aspecto
del altar mayor y el retablo en diferentes épocas. Imágenes en
exposición dentro del mismo templo, montadas tras la restauración de
2014.
Vista
hacia el altar mayor y el retablo en 1997. Varias de las imágenes que
se ven feron destruidas en el atentado incendiario de 2001, incluyendo
la del santo patrono San Pedro en la hornacina central, decorada con
fondo azul y estrellas doradas.
Altar mayor y retablo, en nuestros días.
Observación desde el costado del transepto.
Imagen
central de San Pedro en la hornacina del retablo. Se observan las
pinturas de los ángeles turiferarios en los lados del santo patrono,
recuperados en 2015.
En
la espera de que se iniciaran los trabajos generales de restauración,
además, se produce una inundación en el templo y otros edificios del
pueblo, en febrero de 2012 y producto del llamado invierno altiplánico,
por lo que se adicionó al proyecto un plan de evacuación de aguas
lluvias, haciéndolo algo más amplio e integral para la correcta
conservación del edificio.
Las
obras generales de restauración comenzaron por fin en junio de 2014,
con financiamiento del Fondo Nacional de Desarrollo Regional de la
Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo, por cerca de 873
millones de pesos que quedaron a disposición del Gobierno Regional de
Antofagasta.
Las
obras abarcaban reparaciones y reconstrucciones en techumbre, muros,
restauración de imaginería sacra y del altar mayor, además de un
enmallado antisísmico en la torre del campanario, hecho con sogas
sintéticas usadas también como refuerzos estructurales de la nave y los
vanos del edificio. Se adicionaron dos gruesos contrafuertes al muro
oriental, que anteriormente sólo poseía uno entre los dos vanos
laterales (ventana y puerta).
La
restauración incluyó al órgano indiano de factura cuzqueña en el coro,
estilo barroco temprano, del que aparecen registros en 1776. Conserva de
aquella época su teclado, secreto y mecánica. Tras más de un siglo mudo
y deteriorándose, pudo volver a sonar luego de ser reparado y puesto en
funciones con un motor de viento. Este órgano de estilo andino, de
cinco registros (octava, docena, lleno, tapado y quincena) y de 294
tubos, había sido dañado por el incendio de 1839, siendo reconstruido su
mueble y fuellería en 1844, pero quedando descompuesto otra vez hacia
fines de aquel siglo.
Durante
las obras, también se restauró y recuperó el marmoleado original del
retablo ubicado al fondo poniente del transepto, confeccionado a
mediados del siglo XX, reinterpretándolo y aplicándolo a las cornisas en
el acceso a este mismo espacio. También se recuperó el marmoleado
original de la capilla bautismal de San Juan, espacio situado al costado
derecho del templo cerca del coro, en donde está una pila del período
siglo XIX-XX.
Interior del templo en 1997, visto desde el púlpito hacia el acceso principal.
Vista actual desde el fondo de la nave hacia el acceso y el coro con el órgano indiano.
Vista actual del interior de la nave, hacia el altar mayor.
Envigado del cielo de la nave, con maderas de la zona.
Púlpito y acceso al espacio oriental del transepto.
Vista del acceso que conecta con la plaza, desde el interior.
Capilla de la pila bautismal, con imagen de San Juan Bautista.
Espacio
al oriente del crucero, con altar de la crucifixión. Al pie de este
conjunto, están sepultados los restos de la histórica figura de San
Pedro, destruida por el atentado del año 2001.
Espacio
al poniente del crucero, con altar consagrado a la Virgen de la
Candelaria (centro), el Sagrado Corazón de Jesús (derecha) y a San Roque
(izquierda).
El
papel mural de la sala ubicada al oriente del transepto también fue
recuperado y reparado durante los trabajos, correspondiendo a un altar
del mismo período que la pila en la capilla de San Juan Butista,
aproximadamente. Al centro de este espacio cercano al púlpito, se
sepultaron los restos de la imagen patronal de San Pedro, quemada por
manos anónimas en el atentado del verano de 2001. Está al pie de la
escena del calvario, con Cristo en la Cruz, la Virgen y San Juan
Evangelista, al fondo de este lado del transepto.
Al
retablo del altar mayor se le retiraron pinturas sintéticas hasta un
cuarto momento anterior, de policromado con pinturas al óleo. En enero
de 2015, se descubrieron allí las figuras coloridas de dos ángeles
tenantes con incensarios, que habían permanecido escondidos bajo cuatro
capas de pintura, la más exterior de ellas sintética en azul con
estrellas, en la hornacina central del retablo. Había uno estaba a un
lado de la imagen sacra de San Pedro.
A
mayor abundamiento, no se tenía conocimiento de la existencia de las
imágenes de los ángeles, por lo que concitaron gran atención de
historiadores y arqueólogos, además de los restauradores encargados de
recuperarlas, creyéndose que podrían haber sido hechas a mediados del
siglo XIX, pero tapadas por la pintura en 1894. Corresponden a ángeles
turiferarios, de aspecto y técnica parecidas a las de otras obras de
influencia altiplánica, particularmente en la iconografía religiosa de
Bolivia. Uno de ellos pudo ser recuperado en gran parte, un 90%, pero el
izquierdo sólo se pudo en un 30%, aunque conservando el rostro y su
mano.
Varios
otros hallazgos y excavaciones arqueológicas dirigidas por los expertos
Ana María Barón y Ulises Cárdenas, se debieron realizar durante estas
labores. Fueron arrojando sorpresas prehispánicas y coloniales a los
equipos de la fundación durante prácticamente toda la obra: entre otras
cosas, aparecieron restos óseos, cerámica negra pulida, cerámica inca,
loza, puntas de flechas, candeleros, monedas y herramientas antiguas.
Otros
descubrimientos de interés fueron los de algunos rasgos de fundaciones
de muros de adobe, en el sector exterior de los estribos de las paredes;
también los restos de una vasija usada como benditero de 1800 en el
borde oriente del acceso bajo el portal de arco, al que se le hizo una
copia para dejarla del lado poniente. También se pudo determinar que una
gruesa estructura ubicada al costado Oeste del templo, por el centro al
exterior, era un contrafuerte firmemente adosado al muro.
Vitrina con la imagen de la Virgen del Carmen, cerca de la capilla bautismal.
Imagen
de la Virgen de la Inmaculada Concepción en sus andas, período de la
fiesta patronal de esta advocación mariana (8 de diciembre).
Vitrina
con restos arqueológicos hallados durante las restauraciones. Se
observan trozos de cerámica, candeleros rústicos de arcilla con agujero
para la vela al medio, clavos y estacas, herraduras, fragmentos de loza,
un cuerno de buey (encontrado bajo la sacristía) y otros objetos.
Campana antigua de oro y bronce, hoy en una vitrina dentro de la iglesia.
Acceso principal a la nave, aspecto actual.
Restos del benditero antiguo encontrado en la restauración del templo.
Copia del benditero antiguo, colocado en el borde opuesto del portal de acceso.
Muchos
paneles, vitrinas y cuadros informativos debieron ser incorporados al
templo después de aquellos descubrimientos, además de dejar a la vista
restos de etapas anteriores del mismo, como una parte del primitivo piso
cerámico de palmetas de arcilla que apareció hacia el centro de la
nave, enfrente del presbiterio, hoy bajo un cristal. Otra vitrina
muestra objetos hallados durante las excavaciones arqueológicas.
La
iglesia fue reinaugurada el 26 junio de 2015, en una ceremonia que
contó con la presencia de la Presidente de la República, doña Michelle
Bachelet, además de representantes de la comunidad y las autoridades
regionales. La reapertura oficial del templo fue seguida de la fiesta de
San Pedro y San Pablo, realizada el 28 y 29 de junio siguientes, con
bailes típicos y pasacalles.
En
aquel momento, sólo un 20% de los trabajos de restauración estaba aún
pendiente, principalmente en el sector del atrio, exterior y muros
perimetrales. Fueron retomados a los pocos días y concluidos ese mismo
año, mientras la iglesia seguía siendo visitada por fieles y turistas.
Uno
de los cambios más evidentes del edificio a consecuencia de la
restauración, fue la eliminación del revestimiento blanco de cal o
pintura que conservaba desde hacía décadas y que se reemplazó por uno de
cal mezclada con arcilla, en color gredoso, tal como se veía el templo
hasta la década del setenta, en los años de la actividad religiosa y
científica del sacerdote Le Paige. Sin embargo, no todos quedaron
conformes con esto: a pesar de que la modificación del color exterior
fue consultada a los residentes de San Pedro de Atacama y la Fundación
Altiplano consiguió que la mayoría de ellos lo aprobara, no bien se
abrió otra vez al público el edificio, muchos consideraron que el color
tierra le daba un aspecto deslucido y menos pulcro que antes. A pesar de
todo, así se ha mantenido.
Cabe
indicar que también la implementación de sistemas de canalización y
eliminación de aguas pluviales durante las remodelaciones, se demostró
totalmente eficiente y necesaria en las últimas grandes lluvias, caídas
durante el frente de mal tiempo que afectó al Norte Grande en el pasado
verano de 2019.
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