HISTORIA Y LEGENDARIO DE LA IGLESIA SERENENSE DE SANTO DOMINGO
Coordenadas: 29°54'12.51"S 71°15'13.40"W
Ubicada
en calle Gregorio Cordovez 235, haciendo esquina con Pedro Pablo Muñoz,
la colonial Iglesia de Santo Domingo o de los Carmelitas de La Serena
es uno de los edificios más característicos de la Ciudad de los Campanarios, especialmente por su torre de ecléctico diseño.
Por
su posición al inicio de la planta alta urbanizada, además, este
campanario y el ábside del edificio antes se podían divisar
perfectamente desde el borde costero y por los barcos que pasaban por
allí, frente a la ciudad. Aún es uno de los elementos más distinguidos e
icónicos que se observan desde las avenidas bajas hacia el oriente,
sobre el cambio de nivel de suelo que, por la misma presencia de la
iglesia allí, fue llamado el Barranco de Santo Domingo.
Dedicado
desde su origen a Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden
dominicana, el templo fue construido con piedra canteada y madera, y sus
estructuras originales se remontan allí a una primera iglesia levantada
entre 1673 y 1675. El pirata inglés Edward Davis y sus 200 bucaneros se
apoderaran de ella y del convento el domingo 15 de septiembre de 1686
para convertirlo en su fuerte, quemándolos parcialmente durante la
retirada en horas de la madrugada de aquel conflictivo día, y luego de
ser duramente repelidos por la defensa de la ciudad constituida por
soldados y milicianos, protagonistas de una heroica acción que ha pasado
a tener ribetes de leyenda.
En
el informe que eleva al día siguiente el subdelegado Francisco de
Aguirre y Guerrero al Presidente Garro, le describe estos hechos
detallando que los filibusteros "dieron fuego a la iglesia y celdas
del Señor Santo Domingo, y sin embargo de irles siguiendo, dispuse que
la gente que había sin armas reparase el fuego y dos celdillas se
quemaron". Los daños debieron ser reparados, pero el terremoto del 8
de julio de 1730 que echó al suelo casi toda la ciudad, también dañó
gravemente a la antigua iglesia.
El
aspecto que tenía por entonces el templo y el convento, aparece
descrito de manera general por un informe del Corregimiento de La Serena
enviado al Rey en 1755 y que es comentado por Manuel Concha en sus
"Crónica de La Serena" de 1871. Dice allí la autoridad colonial que el
edificio del convento estaba claustrado, con techos de paja y los muros
de la iglesia principal elaborados en piedra labrada. A la sazón,
además, en el mismo convento había de 8 a 9 religiosos residentes, con
una renta de 509 pesos.
Vista del viejo muro exterior Norte del templo (Fuente imagen: educarchile.cl).
Frente actual del edificio religioso, acceso principal y atrio.
Muro exterior norte, por calle Cordovez.
El
templo que hoy vemos, fue reconstruido y puesto en servicio hacia 1775,
con el aspecto general que actualmente se le puede reconocer (nave
única, campanario adjunto, ábside hacia el poniente, etc.), al que
después se le agregó la actual torre en reemplazo de la anterior, como
veremos. Con 45 metros de largo por 9 metros de ancho, fue levantado con
piedra caliza del sector Alto Peñuelas, valiéndose también de armazones
de madera y reutilizándose gran parte de los materiales de la iglesia
anterior, según se deduce la presencia de una roca canteada con la fecha
de 1673, hoy situada en el costado Sur al exterior del edificio en el
patio lateral, pudiendo corresponder a la piedra de inicio de los
trabajos del primer templo.
La
iglesia fue inaugurada y consagrada ese mismos año de 1775: aunque se
han dado datos equivocados al respecto, esta fecha de construcción fue
confirmada en una placa colocada dentro del templo, junto a la escala
hacia el coro alto. Su estilo es rotundamente colonial aunque no llega a
la separación total del campanario respecto del resto del edificio,
como se observa en la arquitectura de influencia arequipeña en la
Colonia tardía. Sí ofrece, en cambio, una fachada de impecable canteo y
portalón, elementos propios del estilo hispano-colonial indiano, que ha
determinado líneas definitivas en la estética de la ciudad. En este
acceso de arco de medio punto, las puertas son de madera de credo y se
coronan con la imagen de la Virgen María y el Niño Jesús. Un atrio o
pequeña explanada lo antecede, mientras que los accesos laterales llevan
a calle Cordovez por el Norte y al patio del convento por el Sur.
En
tanto, el ábside se mantuvo hacia el lado de calle Muñoz, dando la
espalda a la postal del océano. Antes existía, además, una hilera de
vanos con vitrales en arco ojival hacia el costado Norte, distribuidos
en las formas curvas de absidiolos laterales también desaparecidos.
El primer día de 1801, el templo fue golpeado por el Terremoto del Año Nuevo
que azotó a La Serena, debiendo ser reparado en otra de las varias
reconstrucciones y restauraciones que registra a lo largo de su
historia. Empero, no todo fue una seguidilla de desastres: el
descubrimiento del mineral argentífero de Arqueros, en 1825, permitió
dar gran prosperidad a la ciudad y disponer de generosas contribuciones
para ir mejorando ésta y otras iglesias serenenses. Una remodelación se
realizó un tiempo después, hacia 1850, al año siguiente de otro fuerte
terremoto en Coquimbo.
Vista del campanario de base octogonal y sus columnas en arcadas.
Vista del ábside, en calle Muñoz.
En
1904 se le construyó la Gruta de Lourdes ocupando el patio lateral,
mismo que atesora algunos de los elementos más antiguos de la primera
iglesia del siglo XVII, incluyendo una hermosa pila-lavatorio que muchos
señalan como el elemento más antiguo que aún se conserva en la ciudad
de La Serena, y de la que hablaré en alguna futura entrada por tratarse
de una pieza de enorme valor junto a la capilla mariana allí consagrada y
que constituye uno de los puntos más importantes para la reunión de la
fe popular serenense.
El
característico campanario que combina estilos data trabajos realizados
entre 1906 y 1911 en reemplazo de una demolida torre previa, aunque se
remonta a planes y gestiones del siglo anterior. Tiene un remate cupular
con la cruz y su estructura se basa en arcos de influencia neogótica,
pero con columnas de estética románica y neoclásica, singular mezcla de
estilos que, unidos a la base colonial del templo, lo hacen bastante
especial. Se sostiene de un armazón o esqueleto interior de sólida
madera que soporta no sólo el peso de la albañilería, sino también de la
enorme y sonora campana que se alberga dentro de esta magnífica torre.
En
su interior, la nave única tiene techado de vigas rectas horizontales
que no siguen los ángulos del techo externo y central a dos aguas. Allí
se resguardan varias figuras interesantes para la historia y el culto
local, entre ellas las de Santo Domingo de Guzmán en el altar con la
Cruz del Calvario. Destaca la imagen de la Virgen del Rosario de
Pompeya, que es objeto de procesiones y celebraciones con bailes allí
mismo en la explanada del templo, durante las fiestas de esta
advocación. Esta misma Virgen habría salvado a la ciudad, según su
leyenda: cuando se estaba construyendo el templo, el mar comenzó a
salirse con inusitada violencia y amenazando con tragarse a La Serena
completa, con olas tan feroces que llegaron a estrellarse con el borde
de la mencionada barranca sobre la que se encuentra la iglesia.
Aterrados, los desesperados serenenses sacaron en procesión a esta
imagen de la Virgen del Rosario y, milagrosamente, el mar se retiró
escuchando las rogativas, evitándose así lo que parecía iba a ser una
destrucción segura.
La
iglesia mantiene también altares laterales menores y guarda en el coro,
en el segundo nivel, un hermoso órgano europeo modelo Abbey del siglo
XIX. Al interior del acceso al templo aún se encuentra sobre el piso él
símbolo de la orden de Santo Domingo en piedra y bronce, con la cruz
flordelisada rodeada por su conocido eslogan "Laudare-Benedicere-Praedicate" y una estrella octogonal.
Imagen de la Virgen del Rosario.
Altar lateral e imagen de Cristo cargando la cruz.
Vista interior hacia el altar.
Vista interior hacia el acceso.
El
templo debió ser restaurado nuevamente en 1957, esta vez gracias a
aportes y donaciones proporcionadas por la ciudadanía serenense en los
preparativos del primer centenario de las apariciones de la Virgen de
Lourdes (11 de febrero al 16 de julio de 1858), la que tiene su propio
altar en el patio de esta iglesia, como vimos. Estos trabajos incluyeron reconstrucciones de algunas partes y dieron a
la iglesia el aspecto más o menos definitivo que le vemos hasta ahora. Se instaló una placa de mármol conmemorándolos al interior del templo,
con sus inscripciones en latín.
Sin
embargo, con éstas modificaciones y aun con posteriores intervenciones,
desaparecieron las formas del muro Norte que daba hacia calle Cordovez,
con las ventanas de arco ojival que allí existían, quedando el muro de
piedra con sus refuerzos y contrafuertes de piedra y ventanales de arco
de medio punto (de los altares y acceso laterales). Las leyendas de los
serenenses cuentan que la desaparición de estas y otras ventanas se
debía al encierro de esclavos o prisioneros que fueron "emparedados"
dentro de esos espacios, o bien por haber sido usados como escondites
para tesoros arrebatados a los piratas.
También quedó una puerta
condenada en el segundo piso a causa de estos cambios, por el lado del
coro hacia el Sur, que en alguna época era llamada popularmente "la puerta al suicidio" o "el suicidario",
porque se veía por el lado del patio allí en la altura cerca del acceso
a la gruta, conduciendo sólo a un formidable golpe sobre el piso de
piedra a quien osara atravesarla.
Además
de la piedra con el grabado de 1673, se guarda allí en el patio un
antiguo baúl metálico encontrado enterrado en el recinto y que contenía
una figura cerámica destruida, probablemente los restos de alguna imagen
de importante veneración en el templo que acabó destrozada en alguno de
los terremotos. Esta pieza se hallaba antes en el sector del patio,
donde está la gruta, pero en mi última visita a este lugar ya no estaba
visible. Y frente a las puertas del templo, hacia el lado de calle
Matta, se extiende la hermosa Plazoleta Gabriel González Videla, más
conocida como la Placilla de Santo Domingo, que funcionaba como una
prolongación del atrio del edificio religioso y que se extiende por el
resto de este tramo de la cuadra hasta la esquina poniente. Es un bello
lugar con una fuente de estilo francés al centro y rodeada de cuatro
estatuas de mármol que simbolizan las estaciones del año. Por tratarse
también de un sitio con vida e identidad propia dentro de la urbe,
dejaré más detalles del mismo para el futuro.
Por
la iglesia han pasado también carmelitas y diocesanos.
Actualmente, y por una concesión en régimen de comodato otorgada por la
Orden de Santo Domingo, el templo está administrado por el Instituto
Secular Voluntad Dei. Algunos deterioros en sus muros y en el techado
todavía perturban el estado de conservación y su buen aspecto, no
obstante que, por Decreto N° 253 del 16 de mayo de 2001, la Iglesia de
Santo Domingo fue declarada Monumento Histórico Nacional. Un posterior
Decreto N° 520 del 6 de agosto de ese mismo año, rectificó algunos
puntos del anterior y confirmó la categoría en que se encuentra esta
hermosa iglesia, de una ciudad que ha sido generosa ofreciéndole
monumentos históricos a nuestro país.
Comentario recuperado desde el sitio anterior de publicación de este artículo:
ResponderEliminarUnknown14 de agosto de 2021, 08:53
La reconstrucción del año 1957, fue a cargo de Don Miguel Ramirez Camilo...quien no aparece públicamente como tal debido a que en esa época el pertenecía a la Masoneria.
Con gran orgullo.
Su hija.