HACIA EL SIGLO DE TRISTEZAS, ESPERANZAS Y ALEGRÍAS DEL EX SANATORIO SAN JOSÉ DE MAIPO
Pabellón de la Casa de Salud, terrazas.
Coordenadas: 33°38'52.15"S 70°21'0.62"W (Entrada) / Coordenadas: 33°38'37.78"S 70°21'0.66"W (Pabellón Casa de Salud) / 33°38'45.68"S 70°20'59.72"W (Pabellón Roosvelt) / 33°38'50.15"S 70°20'59.34"W (Pabellón Central)
Hoy (inicios de 2016),
tengo tiempo y ánimo para concluir este texto dedicado al Complejo
Hospitalario San José de Maipo, en el que he estado de visita tantas
veces sólo por el gusto de seguir conociéndolo. La deuda de publicar
esto es otra deuda contraida más conmigo que con el hospital, por lo
tanto, pero será útil para reunir la información que he ido recolectando
de la historia del ex sanatorio.
Tantos
episodios bellos y tristes se han conocido en este sitio, levantado
sobre la localidad de San José de Maipo y casi colgando del borde de los
cerros, unos 50 o 60 metros sobre el poblado, con sus ventanales a 1100
metros sobre el nivel del mar relucientes en verano y tocados por la
nieve en invierno. Casi un siglo de historias de recuperaciones y vidas
salvadas hay acá, pero también historias de muerte y sufrimiento
conmovedoras. La mayoría se ha ido perdiendo, arrastrada por la ventisca
cordillerana o las aguas del río Maipo, y hasta la propia historia del
complejo aparece a veces mal contada, imprecisa e incompleta.
Nuestra
primer Premio Nobel de Literatura, la gran Gabriela Mistral, pudo
observar estas casonas sanitarias en su paso por San José de Maipo. Fue
en una de ellas, además, donde el poeta Miguel Serrano conoció a Irene Klatt, su amada Allouine,
cuando era atendida por la misma enfermedad que llevaría a la muchacha
alemana a la muerte, poco después, en una hermosa pero trágica historia
de amor que revelara con detalles en sus memorias. También sería en sus
jardines, salas y pabellones en donde el literato peruano Ciro Alegría
escribió algunos cuentos como "Desmonte" en los años treinta, mientras
se recuperaba de la tuberculosis y cuando casi muere por las
complicaciones de un neumotórax.
Y
aquí en el mismo poblado escribió parte de su dramático diario Lucía
Manterola, hija del Dr. Benjamín Manterola de la Fuente, mientras
residió entre 1921 y 1923, extraordinario documento que fue guardado por
su sobrina Soledad Manterola y publicado recién a fines de 2011 por la
Unidad de Patrimonio Cultural de la Salud con colaboración del equipo de
divulgación "Dedal de Oro", con el título "Diario de Lucía Manterola
1903-1927. Una joven tuberculosa", obra que concluye con la propia
muerte de la muchacha a los 24 años, al perder la lucha contra este mal
el 12 de mayo de 1927.
Cuentan
que los párrocos de la iglesia en este pueblo montañés, como el Padre
Luis Farré Ortego, a veces subían por el camino empedrado y empinado que
lleva al complejo, para atender las angustias de los pacientes y,
cuando no, dar la triste extrema unción.
Se
mezclan aquí ciencia médica, tragedias y esperanzas, patrimonio
cultural, apariciones de fantasmas y arquitectura ecléctica, en la
precordillera del Cajón del Río Maipo. Un sitio dotado de senderos que
bordean montañas rocosas, caminos entre un pequeño bosque propio de
coníferas, eucaliptos y restos de monumentos vetustos que ya han
desaparecido o se volvieron irreconocibles. El complejo es visible desde
todo San José de Maipo y sus calles. Sólo un talud contorneado por
senderos menores lo separan de los faldeos del cerro y de sus amenazadas
de rodados, aparentando volcarse encima del complejo con toda su
enormidad geológica.
La
ubicación de este lugar entre paisajes de cerros y valles no es
antojadiza ni aleatoria: fue elegida precisamente por el limpio y seco
aire que domina aquellos parajes de la cadena andina pasando por la
Región Metropolitana, todavía abundantes en saludable vegetación y
eucaliptos que impregnan el viento del hospital con olores mentolados,
también considerados útiles a los tratamientos. Fue por esta
característica que se escogió tal lugar, en un panorámico predio sobre
el camino al Volcán San José, para instalar el primer edificio que daría
origen al complejo hospitalario existente, cuando la aristocrática dama
Carolina Doursther decidió convertir la propiedad en el sanatorio.
Es
una verdadera clase histórica de la salud en Chile la que se encuentra
pasando la vieja caseta del control en el acceso, muy bien reflejada en
las tres etapas-edificios principales del complejo: la Casa de Salud, el
Pabellón Roosevelt y el Pabellón Central, unidos por el sendero
interior de calle Dr. Octavio Gay Pasche. Los iremos viendo uno a uno, a
continuación, aunque apartaré -por ahora- los casos de otras dos etapas
del sanatorio correspondientes al Hospital de Agudos y Sanatorio
Laennec, por ser sectores bastante aislados del núcleo principal
hospitalario a pesar de hallarse en el mismo San José de Maipo.
Fachada de la Casa de Salud, imagen antigua en exposición del mismo edificio.
Vista de la Casa de Salud en sus primeros años. Fuente: Dedal de Oro.
Camas del sector popular del pensionado. Fuente: lugaresdeciencia.cl.
Vista del complejo desde sus viejos patios. Imagen en exposición del mismo edificio.
Bosque de pino dentro del complejo, junto al primer edificio.
El
nacimiento del hospital está en el edificio más antiguo e imponente del
complejo, su primera etapa como sanatorio, que puede verse al Norte del
mismo e imponiéndose perfectamente en el paisaje si se lo mira desde el
nivel del poblado. En sus primeros años fue conocido como la Casa de
Salud "Carolina Doursther de Toconal", homenajeando a su fundadora y
benefactora.
Sin
embargo, no es cierta una creencia que lo apunta como el primer
sanatorio de tipo respiratorio en Chile, pues ya habían existido otras
experiencias incluso en esta misma zona, como la del cercano Hotel
Sanatorium del Alfalfar, que a 1.460 metros de altitud funcionó entre
1886 y 1889; y también está el caso del Gran Hotel de Francia, fundado
en 1894 en el mismo poblado de San José de Maipo, pasando en los años
treinta a manos del Seguro Obrero Obligatorio que lo convirtió en el
mencionado Sanatorio Laennec. Más información al respecto puede
encontrarse en el artículo "Sanatorios para tuberculosos en Chile:
primeros establecimientos (1886-1920)" de Ignacio Duarte y Marcelo
López, publicado en los "Anales chilenos de la historia de la medicina"
(Volumen 16 Nº 2, noviembre 2006).
La
propiedad del sanatorio de nuestra atención, data del siglo XIX: era
del comerciante y joyero de perlas belga-holandés Juan José Doursther,
pasando después a manos de su hija Carolina Doursther Villavicencio,
casada con don Manuel Tocornal Grez, del célebre clan de los Tocornal.
Al verse afectada por la mortal enfermedad muy temida en la época, la
tuberculosis, doña Carolina adaptó y remodeló la residencia de descanso
familiar para ser su morada de convalecencia, esperando recuperarse allí
ante la escasez de recintos hospitalarios disponibles para enfermedades
respiratorias y a pesar de que el Consejo Superior de Higiene venía
presentado propuestas al Ministerio de Interior para crear un buen
centro de este tipo, desde 1897.
Su
inspiración parece hallarse en los "sanatorios de altura" que habían
ido implementando en Europa visionarios como el médico alemán Hermann
Brehmer, y la idea ya rondaba desde el I Congreso Médico Latinoamericano
realizado en Santiago, en enero de 1901, cuando el Dr. Ernesto Soza
propuso la creación de la Liga Contra la Tuberculosis y la promoción de
albergues para enfermos tísicos. De ahí sus grandes ventanales para la captación del calor y la luz solar en sus
interiores, ya que era parte del mismo tratamiento de antaño.
Interpretando
que el clima benigno de la zona y las características de su aire habían
ayudado en su mejoría, doña Carolina dispuso hacia 1900 en su
testamento, que el terreno de diez hectáreas fuera entregado para el
tratamiento de personas enfermas. Ya en años de la Guerra del Pacífico,
además, el Dr. Sandalio Letelier y la Revista Médica de Chile habían
hablado de las potencialidades de este sector de la cuenca del Maipo
para pacientes pulmonares, por lo que sus propiedades eran bien
conocidas. La voluntad de la fallecida fue cumplida por su hijo mayor
don Juan Enrique Tocornal, renombrado abogado y político de la época, al
traspasar el terreno a la Honorable Junta de Beneficencia de Santiago
el 25 de agosto de 1911. Así pues, no fue la mansión hasta hoy visible
allí la que traspasaría doña Carolina a la Junta, como aseguran
erróneamente varios textos en internet, sino el suelo de su propiedad en
el que ésta sería construida y sus fondos.
Las
obras de construcción que del edificio se ejecutaron hacia 1917 y
pertenecen al arquitecto Ricardo Larraín Bravo, aunque no tengo plena
seguridad de si se levantó reemplazando al edificio anterior (de 1870
aproximadaente, según la mayoría de las fuentes) o si este mismo fue
sometido a una remodelación total. Como sea, resultó de esto una suerte
de mansión palaciega con aires neoclásicos aunque no puristas.
Sobre
su sólido y alto sillar de piedra -hecho en tales proporciones para
nivelar la pendiente del terreno- se levantan terrazas, balcones
abundantes en madera, arcadas de medio punto, torreones laterales
(originalmente de tres pisos, hoy de sólo dos) y escaleras dobles de
gran elegancia, de cara al poniente y hacia el poblado con y el río a
sus pies. Lucía detallismos decorativos de evocación afrancesada, con
hermosos jardines; patios y paseos hoy casi desaparecidos la rodeaban
antes. También se levantarían bloqueos y forestaciones para el viento
Sur, haciendo mejores las condiciones interiores del sanatorio.
El
28 de septiembre de 1919, se funda el flamante edificio como centro
terapéutico y se declara creada allí la Casa de Salud de Mujeres
"Carolina Doursther de Toconal". En la ocasión, el administrador del
sanatorio don Alberto Mackenna Subercaseaux, dijo en el solemne discurso
inaugural, según lo que transcriben Duarte y López:
Abre
sus puertas hoy el primer pabellón de una obra de vasto desarrollo
futuro que ha de contribuir a robustecer los medios de defensa contra
los avances de la mas terrible enfermedad. El deseo de la Junta de
Beneficencia era ofrecer un amplio refugio en este sitio, a todos los
que necesitaren el clima reparador de la montaña: pero la escasez de
recursos y la dificultad permanente para obtenerlos, le ha impedido, por
el momento, realizar su anhelo. Mas tarde se han de levantar en esta
pintoresca región muchos otros pabellones, en los cuales han de
encontrar caloroso (sic) albergue los que carecen de recursos, y
son, por lo tanto, las víctimas fatales del terrible mal. De esta suerte
quedará cumplida en todas sus partes la intención del generoso
donatario de este terreno… Mientras se realizan los propósitos futuros,
damos hoy el primer paso en un terreno nuevo: la experiencia que resulte
de este ensayo servirá para proseguir la obra iniciada, mejorándola y
perfeccionándola.
Con el prestigioso Dr. Antonio Vega Macher como su primer Director General y llamado también Sanatorio de Beneficencia,
el edificio tenía 35 habitaciones disponibles, laboratorios, oficinas
administrativas, salas de reposo y de maquinarias médicas. En el
reglamento se establecía que la estadía en cada cuarto del sanatorio
tenía un valor sólo $15 diarios; todos los alimentos e insumos que
estuviesen fuera del programa diario eran cobrados por la Junta de
Beneficencia sin utilidades ni intereses, a precio de costo. Importante
en los tratamientos y métodos de recuperación dispuestos allí fue el
trabajo del Dr. José Grossi, de brillante servicio médico tras el
terremoto de Valparaíso de 1906 y contra plagas o pestes. Un pequeño
tramo al centro del corredor principal del edificio fue convertido,
hasta nuestros días, en un verdadero altar de conmemoración y
agradecimiento para doña Carolina Doursther, con su retrato observando a
los visitantes.
Más
tarde, el albergue pasó a ser llamado Sanatorio de San José de Maipo,
atendiendo a los pacientes que se consideraba "curables": los
convalecientes de enfermedades del pulmón, pretuberculosos o que
experimentaran los primeros síntomas de la tuberculosis. Esta condición
la acreditaba un certificado extendido por el Doctor Juan de la Vega en
Santiago que era verificado después por su colega el Dr. Vega Macher,
según exigía la Junta de Beneficencia a todo paciente para ser
internado. Eran rechazados aquellos con complicaciones como
cardiopatías, anemias pronunciadas, estados nerviosos de consideración,
úlceras de laringe y diagnósticos de tuberculosis de evolución rápida,
entre otras, además de los niños menores de 5 años. Había estrictos
protocolos de desinfección de los pasajeros y sus equipajes, además del
dormitorio, sus muebles y todo lo que ocuparan los pacientes en su
estadía.
En
1920, la Junta eligió a don Juan Enrique Tocornal como subadministrador
del sanatorio, y en 1922 al Dr. Ernesto Soza, iniciándose también
labores de ampliación y mejoramiento del recinto. Importantes eminencias
de la historia de la medicina chilena pasarán por aquí, como el Dr.
Otto Lenck y el entonces internista Félix Bulnes Cerda, quien realizó en
este servicio su memoria de título sobre tratamiento de tísicos
("Ensayo de cura dietético-higiénica en el tratamiento de la
tuberculosis pulmonar", 1923) dedicándose después al combate de esta
enfermedad de la que él mismo se contagió y sobrevivió años después, en
1952.
Por
razones no bien conocidas, sin embargo, pero en un hecho que aparece
perfectamente señalado y descrito en el diario de Lucía Manterola, la
casa permaneció cerrada (o en uso muy reducido, no lo sabemos con
seguridad) entre 1923 y 1929, por decisión de la Junta de Beneficencia,
período en que los alojados serían trasladados hasta el Sanatorio
Laennec, abajo en el poblado de San José de Maipo, como comenta el
encargado de la Unidad de Patrimonio Cultural del Servicio de Salud
Metropolitano Suroriente, don Alejandro Vial Latorre, en el artículo
"Diario de Lucía Manterola" publicado en la revista "Dedal de Oro" de
enero 2012. Empero, en ese mismo último año el edificio fue reinaugurado
como un sanatorio mixto, para hombres y mujeres afectados por
tuberculosis de diagnóstico curable, con cerca de medio centenar de
camas distribuidos en sus habitaciones. Se le habilitó también un
pabellón popular, recuperación del lugar que se debió al esfuerzo del
Jefe Nacional de los Servicios para Tuberculosos de la Caja de Seguro
Obrero, don Héctor Orrego Puelma, quien asumió como Director por tres
años.
El
edificio contaría con adiciones e instalaciones de tres pisos
laterales, con extensiones atrás rodeando el patio, y una pequeña
capilla en el bosque adyacente, aunque el terremoto del 4 de septiembre
de 1958 dañó gravemente parte de estas dependencias en los extremos,
obligando a demoler y reconstruir. Lamentablemente, su bello segundo
piso está prácticamente en desuso desde otro cataclismo: el terremoto de
1985, que dañó parte del corredor en donde antes había un pabellón de
camas con vista al valle. Toda su tabiquería, pisos de madera y marcos
de ventana son originales, existiendo propuestas como la del arquitecto
Humberto Espinosa para recuperar este espacio. Además, el elegante patio
que ostentó en el pasado el sanatorio ya no es el mismo que se veía tan
esplendoroso como cuando era el parque de los Doursther. Se cuenta
también de historias de fantasmas y aparecidos en este sitio, como era
esperable en esta clase de inmuebles, aunque las versiones no son
claras. Ha sido escenario del rodaje algunas películas y series como
"Fuga" de Ricardo Larraín, "Adiós al Séptimo de Línea" de Alex Bowen y
un capítulo de "El día menos pensado" de Carlos Pinto.
Cuando
la Casa de Salud dejó de funcionar como hospital respiratorio, sus
pacientes y sus funciones fueron trasladados hasta dependencias del
Sanatorio Laennec, esta vez definitivamente. Desde que quedaron sus
espacios dispuestos para el Centro de Responsabilidad de Atención
Cerrada, la mayor parte de los pacientes que allí se atienden llegan con
convalecencias como el pie diabético. Por Decreto Exento N.º 672 del 24
de agosto de 2004, este edificio hito de la historia de la medicina
chilena fue declarado Monumento Histórico Nacional. Desde entonces, su
viejo instrumental, las maquinarias, el mobiliario, los archivos y la
biblioteca del ex sanatorio están resguardados por la administración del
hospital bajo el régimen estricto del programa de la Unidad de
Patrimonio Cultural e Histórico del Ministerio de Salud y la exigencias
del Consejo de Monumentos Nacionales.
Parte exterior del complejo, fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
Galería de pabellón, fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
Camas de pacientes, fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
Camas de pacientes, fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
En
1935, el Consejo de la Caja de Empleados Particulares presentó un
proyecto de construcción de nuevos recintos hospitalarios respiratorios
en San José de Maipo y Villa Alemana. Encargando la tarea al arquitecto
Carlos Vera Mandujano, el pabellón propuesto para el sanatorio iba a
agregar capacidad para unos 80 residentes más en el complejo. Tres años
después, el hospital pasaba a ser formalmente el Sanatorio de San José
de Maipo, en el mismo año en que era propuesta en el Congreso Nacional
la ampliación de las dependencias, para abrir un pabellón para obreros
en el mismo recinto.
La
fama del recinto hospitalario como lugar de curación de enfermedades
respiratorias ya era internacional, a esas alturas, demandando la
ampliación de sus capacidades. Su importancia era tal que una gran
cantidad de residentes del poblado serían ocupados en las plazas
laborales del sanatorio, además de permitir una buena recaudación para
hostales, hoteles y restaurantes a partir de pasajeros que iban a
visitar a los enfermos. A diferencia de lo sucedido con intentos
anteriores por establecer un buen sanatorio en el Cajón del Maipo, la
disponibilidad del ferrocarril Puente Alto y El Volcán, construido entre
1910-1914, había facilitado enormemente el transporte hasta este lugar.
Según se cuenta en "Historia de la pediatría chilena: crónica de un
alegría" de Nelson A. Vargas Catalán, hacia 1938 el poblado de San José
de Maipo tenía cerca de 1.000 habitantes, de los cuales 350 era
pacientes tuberculosos que vivían en el sanatorio principal, en
sanatorios menores y en casa particulares o residenciales esperando
recuperarse. La incidencia de la tuberculosis en Chile rondaba los 600
casos por cada 100.000 personas, en esos años.
En
1944 y considerando el proyecto señalado de adición de pabellones, la
Junta de Beneficencia hizo entrega de las instalaciones del sanatorio al
Servicio Médico Nacional de Empleados (SERMENA), bajo cuya
administración se construirían los otros dos grandes edificios del
complejo. Un proyecto de colaboración de los Estados Unidos ya había
permitido proyectar entonces el gran pabellón que sería llamado
homenajeando el nombre del ex Presidente Franklin Delano Roosevelt,
fallecido precisamente durante esta gestión, hacia el final de la
Segunda Guerra Mundial.
El
edificio corresponde a un prolongado pabellón techado a dos aguas e
interiormente subdividido en habitaciones y oficinas, con cerca de 150
metros de largo. Está situado al medio del gran complejo hospitalario.
Su materialidad principal es de albañilería, aunque originalmente se lo
había propuesto de madera en el proyecto de Vera. Estudios de
factibilidad y conveniencias permitieron mejorar el plan con estas
características.
Durante
el Gobierno de Gabriel González Videla se concretó la construcción de
este singular edificio, en 1947, con grandes agradecimientos al
Presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, que aún permanecen
grabados en las placas metálicas inaugurales del edificio, donde se
destaca la obra como "símbolo de amistad entre los pueblos de Chile y de Estados Unidos de América".
La
construcción se realizó bajo la vicepresidencia ejecutiva del Dr.
Rolando Castañón S., considerado una eminencia en su época en temas de
salud respiratoria. A la inauguración asistieron el Ministro de Salud,
representantes del mundo de la medicina y la ilustre visita del Dr.
Theodore Gandy, delegado del Departamento Cooperativo Interamericano del
Departamento de Salubridad y figura de alta cotización científica en
Chile, Premio Nacional de Ciencias que, pocos años después, recibiera el
reconocimiento de Ciudadano Honorario de Santiago en honor a varios
méritos, como el haber conseguido becas de estudios especialización de
profesionales chilenos en Universidades de los Estados Unidos.
El
extenso edificio, situado justo a espadas del acceso al cerro y al
camino del actual talud, se caracteriza por su largo corredor seccionado
y con tramos de grandes ventanales laterales. Ampliado a cerca de 120
camas, en la actualidad el edificio acoge pacientes de hospitalización,
principalmente, más algunas camas para infectología, geriatría, para la
Unidad de Bebedores Problema y Tratamiento de Adicciones, y para el Área
de Cuidados Especiales.
Patios del edificio, en fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
Corredor de la Casa de Salud en fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
Radiografías y pantalla de luz, fotografía de Juan César A.C. (Museo Histórico Nacional).
El
llamado Pabellón Central en realidad no es "central" por su posición,
sino el principal dentro del complejo y ubicado al Sur del mismo, con un
edificio nuclear y adiciones o extensiones del mismo. Formaba parte del
proyecto trazado y ejecutado en los años cuarenta y que dio origen al
Pabellón Roosevelt. Tampoco es un solo edificio, sino varios
interconectados y armando una unidad, con una pequeña área verde llamada
Plazoleta de la Esperanza, con una cruz blanca erigida en ella..
Este
pabellón es un típico hospital de mediados del siglo XX, tanto en su
estilo funcionalista como en sus distribuciones adaptadas a la necesidad
del servicio. No difiere mucho de algunos elementos arquitectónicos que
podemos ver todavía en hospitales santiaguinos como el Barros Luco, el
Sótero del Río o el J. J. Aguirre, aunque también tenía bellos jardines
que el tiempo se ha encargado de hacer desaparecer, reemplazándolos por
matorrales y cactos usados como suplentes más sencillos y menos
demandantes de atención.
La
fusión de los organismos sanitarios en el Servicio Nacional de Salud
sucede hacia 1954, quedando bajo su jerarquía el recinto. En 1979,
SERMENA traspasó el complejo hospitalario al Servicio de Salud
Metropolitano Sur Oriente, cambiándose así el antiguo servicio del lugar
como casa de enfermos respiratorios, con cerca de 200 personas
trabajando para este hospital. La época negra de la tuberculosis en
Chile comenzaba a quedar cada vez más atrás, por esos años.
En
los noventa se hicieron ampliaciones y mejoramientos, siendo
reinaugurado el Pabellón Central "Dr. Roberto Koch" el día 24 de marzo
de 1997. Actualmente, el Pabellón Central del Complejo Hospitalario San
José de Maipo está destinado al alojamiento de los pacientes del
Programa de Derivación Nacional de Tisiología. También acoge pacientes
VIH positivo. Un plan de recuperación del lugar, iniciado en 2005, le ha
ido agregando talleres, buscando mejorar el inmueble y reponeniendo un
parque con paseos a su aldededor, conectando los demás edificios que
deberían ser restaurados y con sus senderos interiores abiertos al
público.
Las
visitas a pacientes se pueden hacer entre 12 y 14 horas, y de 16 a 18
horas. Se pueden hacer también visitas de curiosos por el exterior del
complejo, aunque se pide discreción a quienes llegan, especialmente con
el asunto de las fotografías de los pabellones, el acceso a áreas
restringidas en los edificios y la perturbación de la paz en que reposa
este histórico sitio, extendido en el descanso de su propia antigüedad y
de su relevancia en la historia de la medicina chilena.
GALERÍA DE IMÁGENES:
Vista desde el camino El Toyo.
Vista Casa de Salud, desde San José de Maipo, calle Canadá Sur con Camino al Volcán.
Acercamiento a la vieja Casa de Salud.
Pabellón de la Casa de Salud, zócalo y arcadas.
Pabellón de la Casa de Salud, vista lateral, con el sendero adyacente.
Mirador junto al sendero, frente a la Casa de Salud.
Pabellón de la Casa de Salud, terraza y porche.
Vista del paisaje montañoso desde las arcadas.
Pabellón de la Casa de Salud, pasillos interiores, sector del hall.
Pabellón de la Casa de Salud, pasillos interiores y oficinas.
Pabellón de la Casa de Salud, retrato de doña Carolina Doursther de Tocornal, donadora de los terrenos.
Pabellón de la Casa de Salud. Muebles en el espacio cerca de las escalas al segundo piso.
Pabellón de la Casa de Salud. Vista de los ventanales desde los patios interiores.
Pabellón de la Casa de Salud. Detalle de los patios interiores.
Pabellón de la Casa de Salud. Espacios del segundo piso, en desuso.
Pabellón de la Casa de Salud. Vista del corredor completo del segundo piso y sus ventanales.
Pabellón de la Casa de Salud. Ventanales del segundo piso.
Pabellón de la Casa de Salud. Ventanales del segundo piso.
Pabellón Franklin D. Roosevelt. Sector central del acceso al público.
Pabellón Franklin D. Roosevelt. Sector de acceso, vista frontal.
Pabellón Franklin D. Roosevelt. Puertas de acceso al gran corredor.
Pabellón Franklin D. Roosevelt. Placa inaugural, junto al acceso.
Pabellón Franklin D. Roosevelt. Placa inaugural, junto al acceso.
Pabellón Franklin D. Roosevelt. Vista de los ventanales desde el interior.
Pabellón Central. Vista del edificio desde el camino de acceso al recinto.
Pabellón Central. Escalas de acceso al edificio principal del pabellón.
Pabellón Central. Patios y edificio lateral, con parte del Pabellón Roosevelt a la izquierda.
Cruz en los patios del edificio lateral, en la Plazoleta de la Esperanza.
Vista de la arquitectura del edificio lateral.
Pasillos interiores del pabellón.
Pasillos interiores del pabellón.
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Comentarios recuperados desde el primer lugar de publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:
ResponderEliminarcarmen9 de enero de 2018, 13:01
Mi querida hermana lucia estuvo hospitalizada en este sanatorio después que la atropellaron,años 1980 ya que la maldita familia adinerada jamas ayudaron teniendo ella la enfermedad síndrome de poland. Jamás se los perdonare, que se pudran
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cristian31 de enero de 2018, 17:59
Muy fuera de lugar el anterior Comentario.
Muy interesante revision historica
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Unknown15 de junio de 2019, 00:53
Hola, saben si se puede visitar el edificio de la casa de salud? Y si es así dónde puedo obtener información? Gracias
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Criss Salazar15 de junio de 2019, 02:26
Solo vaya y pida permiso. Asi lo hice.
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Unknown15 de junio de 2019, 00:54
Hola, saben si se puede visitar el edificio de la casa de salud? Y si es así dónde puedo obtener información? Gracias
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Unknown29 de marzo de 2020, 12:09
Es un edificio hermoso. Espero el Estado se haga cargo del cuidado del inmueble, ahora que es monumento nacional.
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Unknown30 de marzo de 2020, 03:14
Cada vez que iba al cajon del maipo me llamaba la atencion esa casona, mas de alguna vez saque fotografias,pero no sabia de su historia, hasta hoy que vi un reportaje en la televion sobre las enfermedades "con el tema del Cov19", vi la imagen del lugar y la reconoci de inmediaro, entonces decidi investigar un poquito.
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Paola7 de mayo de 2020, 16:00
Mi madre estuvo hospitalizada en Pabellón Roosvelt y la trataron excelente con mucho cariño, estoy agradecida de todo el personal. Que ganas de tener mucho dinero y regalarles para que puedan restaurar el edificio, ya que la atención es muy humana. Gracias por contarnos la historia de su construcción.
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Paola7 de mayo de 2020, 16:05
El pabellón Roosevelt me trae recuerdos de mi madre cuando estuvo hospitalizada, el personal se portó muy bien con ella. Que ganas de tener mucho dinero y regalarles para que pudieran restaurar las instalaciones. Muy agradecida de ellos y leer este artículo me enseñó algo más del lugar.