FOLCLORE E HISTORIAS POPULARES SOBRE LA VIRGEN DE LAS VIZCACHAS

 

Vista del conjunto en las rocas del cerro. La escala de piedra que se ve conduce hacia los senderos que llevan a la cima del cerro, donde está la estación de telecomunicaciones, y a un acceso secundario del Parque Las Vizcachas.
Coordenadas:  33°35'50.02"S 70°31'45.85"W
Por la continuación de la avenida La Florida hacia el Sur, la avenida Camilo Enríquez, se llega a Las Vizcachas pasando la curva donde empalma la avenida Eyzaguirre, torciendo hacia las puertas del Cajón del Maipo y pasando a ser el Camino a San José de Maipo desde este punto hacia el interior. Justo atrás de esta vuelta al oriente, está el llamado Cerrillo de las Vizcachas, destacando por su forma redondeada y por la pequeña estación de telecomunicaciones que se encuentra en su baja cumbre, además de una copa de agua.
Ahí, al costado de la ruta y a mitad de la altura del cerrito, se observa la llamada Gruta de la Virgen del Carmen de las Vizcachas, más conocida como la Virgen de las Vizcachas, importante centro de la fe popular y las leyendas en los deslindes urbanos santiaguinos.
La historia de esta gruta y su imagen mariana es poco conocida para el resto de los habitantes de la Región Metropolitana, pues muchos practicantes del turismo cultural por el Cajón del Maipo la pasan de largo, creyendo quizás que su valor sólo se reduce a un asunto de religiosidad.
Vista del cerro desde la orilla del retén de carabineros.
Vista de la gruta desde el paso peatonal sobre nivel de la carretera.
Para llegar a la gruta, es necesario entrar por el senderillo frente al retén de carabineros y al lado de un paso peatonal superior, camino estrecho que bordea al Canal San Carlos desde la avenida hasta unos metros más hacia el interior, para torcer después a la derecha y terminar en el gran portón del suntuoso Parque Las Vizcachas (no confundir con el club homónimo, que está al otro lado de la avenida), a cuyo costado está el acceso de escalinatas hacia la gruta. Esta entrada está abierta sólo en el día, porque se cierra durante las noches.
Se sube por el empinado camino escalonado, formando un corto zig-zag y pasando por un sendero de tierra entre la vegetación del cerrillo antes de llegar a los gastados escalones de roca canteada, probablemente de la misma que forma en grandes bloques toda la estructura de la gruta, provocando cierta inquietud lo resbaloso de este piso a causa de la esperma y el aceite acumulados por miles de velas, además de lo endeble de la rústica reja con pasamos para quienes suben por la escalinata.
Cientos de placas de agradecimientos llenan piedras y paredes en torno a la gruta, pues aquí el culto a la Virgen del Carmen con el Niño Jesús representado en la imagen de buen tamaño, se da de la misma manera que sucede con los altares populares: siguiendo el patrón de culto propio de las animitas, con peticiones, mandas-rogativas y demostraciones de gratitud expresadas en dichas piezas con inscripciones. Las placas más antiguas que logro distinguir son del 40 y 50, llamado a la imagen con apodos como Carmencita o bien "Madre de los Afligidos", además de algunos dibujos hechos sobre la roca misma y que resultan ilegibles ya por su antigüedad y desgaste. Los favores relacionados con salud parecen estar entre los más solicitados, según se lee.
La imagen de la Virgen con el Niño está dentro de una concavidad esculpida en forma de arco, pero cerrada por una sólida reja metálica, pues dicen que ha sido vandalizada ya en el pasado. Innumerables flores y banderas chilenas decoran el lugar, hasta donde llegan residentes de la zona además de algunos viajeros que pasan por allí. Por todo este lugar se pueden hallar también crucifijos, estampas, rosarios, estatuillas religiosas y cuadros con oraciones.
Vista desde la gruta. Abajo, atrás de la calzada, el retén.
El cómo y por qué se instaló acá esta imagen, se debería a un hecho pintoresco contado por sus devotos, y que habría ocurrido hacia el año 1940, aproximadamente.
 
Tenía acá su Fundo Las Vizcachas don Juan Enrique Tocornal Doursther, hijo de don Manuel Tocornal Grez, al igual que él diputado, empresario ligado a la familia de la célebre viña y recordado como un gran benefactor. Allí en el cerrillo de su propiedad, entre el conjunto de rocas donde ahora está la gruta, había antes una de forma erguida y de remate más esbelto que los lugareños y trabajadores de la zona llamaban La Virgen y veneraban como tal. Cabe recordar, pues, que los criollos no pocas veces acusan avistamiento de figuras marianas en formaciones rocosas naturales, como la que da nombre a la Playa La Virgen cerca de Copiapó, o la Virgen de la Piedra de Combarbalá (con fiesta religiosa y todo) y hasta un tramo montañoso de los Andes patagónicos apodado Cordillera de las Vírgenes al interior de Palena.
Resulta que una tarde tirando para noche, un huaso o peón borracho del sector pasó por el cercano camino que hoy es la carretera, y dentro de su ebriedad no tuvo mejor idea ir a hacerle puntería a la roca con un revólver, resultando destruida la forma que encantaba a los lugareños y que inspiraba su fe para ir a encenderle velas o rezarle, desapareciendo así la primera y original Virgen de las Vizcachas.
Acongojados, los miembros de la comunidad se organizaron, juntaron fondos y compraron una imagen de la Virgen del Carmen para sustituir la destruida roca, construyéndole la gruta (al parecer, en la misma que había tenido aquella forma sugerente hasta el día del ataque) para seguir llevando sus devociones y peticiones de intervención hasta nuestros días.
Esta historia de fuentes orales no la encuentro comentada en ninguna parte, salvo en una fuente que me resultó inesperada: la "Revista Musical Chilena" N° 74 de la Facultad de Ciencias y Arte de la Universidad de Chile, publicada en noviembre-diciembre de 1960 bajo dirección de Alfonso Letelier. Dice allí, en el artículo titulado "El guitarrón en el Departamento de Puente Alto", de Raquel Barros y Manuel Dannemann:
Tampoco faltan en Puente Alto las creencias tradicionales: la Virgen de las Vizcachas es una de ellas. Al respecto se cuenta que a la entrada de las tierras de don J. E. Tocornal, había hace veinticinco años un relieve natural en piedra con forma humana, en el que se creía ver a la Virgen. Un borracho lo destruyó a balazos, y los vecinos lo reemplazaron por una imagen, objeto de la devoción popular.
Acercamiento a la vista de la gruta desde el paso peatonal sobre la calzada. Al parecer, la misma roca donde está la gruta, con su forma puntiaguda, es la que -según la leyenda- correspondía a la piedra con forma de Virgen y que fuera destruida a tiros.
OTRAS LEYENDAS
Existe otra creencia menos popular sobre supuesto el origen de la Virgen de las Vizcachas, más espectacular que la revisada aunque más sencilla y ambigua, según la cual la Madre de Dios solía aparecerse en este grupo de rocas a los habitantes de Las Vizcachas, casi al estilo Virgen de Lourdes. Le hicieron la gruta y el altar en homenaje o recordando sus visitas.
Una versión de la misma historia, que he escuchado menos veces aún, asegura que las apariciones y la construcción de la gruta se remontaban a tiempos coloniales, creencia cronológicamente imprecisa. Se cuenta de un milagro allí realizado por la Virgen, o también de la construcción del altar para "santificar" el cerrito, porque habría tenido alguna clase de fama oscura.
Por otro lado, si acaso tuviera algo de real la revisada historia de la roca destruida, quizás esta misma dio origen a otra leyenda de la tradición oral descrita por la profesora de historia y geografía Cecilia Sandana González para la revista "Dedal de Oro" del Cajón del Maipo, según la cual un huaso del sector El Manzano, inquilino con esposa y ocho hijos que se pasaba la vida criando ganado y empinando botellas de vino, detuvo su caballo frente a la imagen de la Virgen de las Vizcachas en un viaje a las cantinas de Puente Alto y, en lugar de saludarla como solía hacerlo, en un arranque inexplicable de su borrachera sacó un arma de fuego del cinto y le descargó tiros encima, para luego seguir su camino. Castigado desde el Cielo por su sacrilegio, el huaso despertó al otro día totalmente ciego, entrando en desesperación y confesando a su familia la locura que había cometido el día anterior.
Pero esta historia termina en un compasivo milagro, como es de esperar: el sujeto ciego rogó a su familia que lo condujeran hasta la gruta, llevándolo del brazo por las escalinatas hasta donde la Santa Madre, y allí rogó llorando que lo perdonase y le devolviera la vista, prometiéndole peregrinar por siempre hasta ella. Esa misma tarde comenzó a volver la visión a sus ojos, y desde entonces nunca dejó de visitarla y llevarle velas, como lo siguen haciendo muchos otros fieles.
Velas y ofrendas varias en el altar popular.
Placas de agradecimientos por favores concedidos.
Aunque ya vimos que a la Carmencita del Cerrillo de Las Vizcachas se le atribuyen especialmente milagros de salud, hay uno en particular que ha generado toda una tradición propia y la existencia de una cofradía de huasos devotos alrededor de su imagen, con una gran peregrinación anual. Se trata de la llamada "Manda del 12 de Octubre", fundada por Roberto Maturana y Santos Rubio.
 
Sucedió que, en 1968, comenzó la llamada Gran Sequía de Chile, que se extendió hasta el año siguiente, provocando un desastre en la agricultura y la ganadería nacional desde Atacama hasta Biobío. Entre otras cosas, un recuerdo vigente de aquella catástrofe es el cambio de hora de verano decretado entonces, con la intención de ahorrar el consumo de energía eléctrica.
Desesperados por los estragos que la sequía causaba en los campos de San Juan de Pirque, como el secado total del Estero El Coipo y la reducción del Canal de la Sirena a un mísero hilito de agua, un grupo de agricultores liderados por Maturana y Rubio comenzaron a organizar una gran petición cristiana o "manda" solicitando que la voluntad divina les echara una mano. Así, la mañana del sábado 12 de octubre de 1968 salieron en montura desde la Escuela de San Juan, en un gran grupo elegantemente vestidos de sombrero, manta y espuelas. Pasaron por la Parroquia del Santísimo Sacramento de Pirque para recibir las bendiciones y continuaron hasta el portal de la Viña Concha y Toro, pasando al cercano Altar del Cristo Negro a rendirle honores, y desde allí seguir por el Puente San Ramón al Camino de Casa Viejas, hasta llegar a Las Vizcachas y subir a pie a la gruta de la Virgen, donde estuvieron por horas tocando guitarras con el canto a lo divino, cuecas campesinas y tributos para que intercediera en el clima. Todos se retiraron con esperanzados en los resultados de su rogativa.
Pasó un tiempo y, efectivamente según recuerdan, llovió durante ese mismo año. La precipitación fue poca pero suficiente para que el Estero El Coipo volviera a correr y salvar a los animales y parte de las plantaciones de la sequía que continuaría hasta mediados del año siguiente. En agradecimiento, como lo señala un interesante artículo de Mauricio Pineda Gardella publicado el año 2014 en el Portal Pirque, se repite todos los años e ininterrumpidamente la procesión de jinetes. Acuden a ella huasos de San Juan, Principal, Santa Rita Pirque interior y Puente Alto, montado caballos y con banderas chilenas al frente, que parten en caravana desde la plaza del Altar del Cristo Negro en la bajada del puente con dirección a la Virgen de las Vizcachas, donde vuelven a agradecer el milagro de la "Manda del 12 de Octubre".
La Virgen de las Vizcachas es, como queda demostrado, un referente cultural innegable de la zona, dada su categórica importancia en el folclore y las tradiciones locales.

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