EL TEMPLO DEL COBRE: LA CATEDRAL DE SAN JUAN BAUTISTA DE CALAMA
Según
la fuente que reviso, éste era el aspecto original de la Iglesia
Parroquial de Calama, luego Catedral de San Juan Bautista, vista desde
calle Sotomayor, en imagen publicada por la revista "Zig Zag" de enero
de 1909, sólo tres años después de iniciados los trabajos de
construcción.
Coordenadas: 22°27'44.3"S 68°55'39.4"W
La
Plaza de Armas 23 de Marzo de Calama, en la Región de Antofagasta, ha
sufrido varios cambios a lo largo de su historia en las puertas del
céntrico barrio comercial de esta ciudad minera chilena. En todas sus
épocas y aspectos, sin embargo, ha destacado el telón de fondo de la
misma plaza, con la fachada y torre del campanario de la Catedral de San
Juan Bautista.
Las
obras de construcción de la iglesia fueron ordenadas a inicios del
siglo XX, por el entonces Vicario Apostólico y Obispo de Antofagasta,
Monseñor Luis Silva Lezaeta, tras regresar al país en 1904 y después de
realizar servicios en Bolivia, precisamente cuando este país preparaba
con Chile la firma del tratado que puso fin a las cuestiones derivadas
de la Guerra del Pacífico. El Obispo es recordado hasta nuestros días en
la región antofagastina, como un importante agente del progreso
material y las obras de modernidad para la feligresía.
Sucedió
también que, el día 22 de enero de 1906, la Iglesia de Calama fue
separada por decreto eclesiástico de la administración parroquial de
Chiu-Chiu, por lo que a Monseñor Silva Lazaeta le urgía la pronta
existencia de una iglesia parroquial como centro religioso propio para
la ciudad minera, en reemplazo de la vieja primera capilla religiosa
que, ubicada en calle Balmaceda cerca de la estación de trenes, había
sido consumida por un incendio.
Para
acelerar las cosas, el Obispo había nombrando como primer párroco al
padre Rafael Millán. A la sazón, pues, las condiciones de paz permitidas
por el Tratado de 1904 y la certeza de los yacimientos cupríferos de
Chuquicamata sonaban como alicientes y proyecciones favorables para el
crecimiento de la vecina comuna de Calama, además.
El
encargado de dirigir los trabajos de construcción fue el sacerdote José
Franta, quien puso en marcha las labores de ingenieros y cuadrillas
durante ese mismo año 1906, valiéndose de los presupuestos reunidos con
fondos de la Iglesia y los aportes de benefactores. Sólo unos años
después, además, entraban en prósperas operaciones en Chuquicamata las
compañías Guggenheim Bros. de Estados Unidos, rebautizada Chile Copper Co., seguida de la American Brass y, en los años veinte, la Anaconda Copper Co.
Información publicada por el investigador Walter Foral Liebsch en su blog Nuestras Iglesias Chilenas,
consigna que en el libro de registro bautismal de la parroquia, figura
como primera persona bautizada doña Carolina Vásquez García, el 1° de
abril de 1906.
Si
bien la distribución geométrica y arquitectónica base es la misma que
la actual, el aspecto de este primer templo parroquial era muy
diferente: más tosco y rígido, con un campanario rectangular y de
ángulos duros, todavía carente de chapitel.
En
diferentes etapas, la iglesia consagrada a San Juan Bautista fue
quedando concluida sólo en 1927, alcanzando el Obispo Silva Lazaeta a
verla terminada antes de morir en Antofagasta, sólo dos años después.
Coincidentemente, se creaban por entonces las vicarías de Calama, Taltal
y Tocopilla, dependientes de la Diócesis de Antofagasta. Era el mismo
período de riqueza estratosférica para los hermanos Guggenheim y su
compañía Anaconda, lo que atraía cada vez más aventureros hasta Calama y, en consecuencia, también más devotos.
El
terremoto del 6 de diciembre de 1953 dejó grandes daños en la iglesia
parroquial y en toda la ciudad, afortunadamente con pocos muertos, pero
obligando a implementar planes de reconstrucción y restauraciones. Es de
suponerse que la religiosidad en el templo fue algo de consuelo
espiritual para los cientos de damnificados que dejó aquel cataclismo.
Sin embargo, Calama no contaría con una prelatura sino hasta 1965, cuando fue creada por decreto de Su Santidad Paulo VI la "Prelatura Nullius",
dándose al templo la categoría de sede episcopal y, por lo tanto, el
estatus de catedral. Los años que vinieron serían controvertidos, con la
chilenización y la nacionalización del cobre, además de las tensiones
entre el mundo minero y el Gobierno de la Unidad Popular, lo que trajo
algunos ardores al seno mismo de la Iglesia y su catedral calameña,
abruptamente concluidos con la ruptura total de 1973.
Ya
entonces, la iglesia tenía algunos elementos con material proveniente
del cobre de Chuquicamata, como la cubierta y cúpula revestidas con
placas del metal rojo procedente de la vecina mina gigante. No ha sido
el único caso de templos en Chile haciendo ostentación de la principal
riqueza metálica del país en sus estructuras, por cierto.
Un
reportaje de "El Mercurio de Calama" del domingo 22 de enero de 2006,
titulado "La catedral es el centro de la historia de nuestra ciudad",
revive una poco conocida historia sucedida aquí el viernes 24 de abril
de 1980, protagonizada por miembros del Regimiento de Infantería,
Artillería, Reforzado, Motorizado del General Pedro Lagos N° 15 Calama.
Sucedía que los conscriptos habían sido llevados a ejecutar ejercicios
armados nocturnos en el sector Topáter, cerca del monumento del Combate
del 23 de Marzo librado allí en la ribera del Loa, en 1879. Sin embargo,
en la oscuridad se produjo una gran confusión a causa del estallido
accidental de una granada que amputó el brazo a uno de los muchachos, y
los disparos a tontas y a locas arrancaron solos de los fusiles de los
novatos uniformados, llegando algunos hasta la iglesia.
Justo
en aquel momento, encima de las 21 horas, estaba predicando a los
fieles en el templo el fallecido Obispo Juan Bautista Herrada Armijo.
Una de las balas locas entró al edificio y todos sintieron el ruido con
eco del proyectil, provocando gran alboroto por caer muy cerca de
Monseñor Herrada Armijo, quien se limitó a informar de lo sucedido a
Carabineros de Chile tras calmar al público. Al día siguiente, el
Coronel Hernán Chacón Soto, Comandante del Regimiento Calama y
Gobernador de El Loa, reconocía el grave incidente por comunicado
oficial, además de informar de un herido en la Población 23 de Marzo,
correspondiente a un trabajador alcanzado por otra bala al aire, que fue
atendido en el Hospital Carlos Cisterna.
Pasó
el tiempo y se hizo evidente que el edificio requería de un buen
retoque. Los aportes vinieron en el Año Santo Jubilar de 2000, desde la
Corporación Nacional del Cobre, CODELCO, particularmente de la División
Radomiro Tomic y la División Chuquicamata, siendo ya entonces su pastor
Monseñor Cristián Contreras Molina.
Los
trabajos ejecutados entonces, incluyeron el recubrimiento del techo y
la torre con planchas de cobre producido en las propias refinerías de
Chuquicamata y Radomiro Tomic, respectivamente. Una placa en el atrio de
ingreso, atrás del postigo, recuerda la reinauguración del templo al
terminarse aquellas obras, el 20 de diciembre de 2000. Su inscripción
agradece, en nombre de Monseñor Contreras Molina, "a Dios por estas
obras y a la gran minería del cobre representada especialmente por sus
trabajadores y colaboradores, este aporte a la comunidad loína y de
manera particular a los católicos".
Cabe
agregar que Monseñor Contreras Molina había estado al borde de la
muerte poco antes, tras un accidente carretero cerca de La Paz, Bolivia,
en marzo de 1999, choque contra un camión detenido en la pista y en el
que resultaron con menos heridas también su colega y compatriota
Monseñor Enrique Troncoso, el Obispo peruano Monseñor José Eduardo
Velásquez, y el español Monseñor Jesús Suárez. Fue internado grave en la
Clínica Virgen de la Asunción, recibiendo allí la visita del Padre
Ximeno, del Arzobispado de La Paz. Según el Contreras Molina, comenzó a
recuperarse de manera inesperada y veloz a partir de las pocas horas,
impresionando a los profesionales facultativos bolivianos y atribuyendo
su curación a un milagro de la Misericordia de la Santísima Trinidad,
que nunca se cansó de agradecer ya de vuelta en la Catedral de Calama,
donde fue recibido por una gran cantidad de devotos y amigos.
Una
segunda etapa de remodelaciones se inició en febrero del 2001, con los
estudios de la arquitecto Amaya Irarrázaval Zegers. Estos cambios
interiores incluyeron también mejoramientos a la ornamentación, nuevos
suelos y la recuperación del arco que conecta el Altar Mayor con la
Capilla del Santísimo Sacramento. Hubo modificaciones del Altar Mayor y
de la ubicación de las santas reliquias; el embaldosado del piso se
renovó, manteniendo las líneas rectas tipo bizcochuelo y empleando
baldosas acordes con el diseño y la calidad de las originales. También
se ejecutaron nivelaciones de superficies y se instalaron soportes para
las lámparas interiores, con pantallas de cobre local. El singular uso
de este metal causó gran atención del mundo católico, tanto a nivel
nacional como internacional, siendo comentado en medios católicos
incluso en la Santa Sede.
Como
nota curiosa, cabe señalar que durante las mismas obras de 2000 y 2001,
muchos fieles se acercaron al templo en reparaciones, para apropiarse
de algún trozo de las viejas calaminas de zinc de las techumbres, las
baldosas o las maderas del suelo que estaban siendo reemplazadas,
probablemente atesoradas hasta ahora como verdaderas reliquias
familiares del querido edificio.
Concluidos
los nuevos trabajos en la catedral del cobre, Contreras Molina la
consagraba por liturgia del 11 de noviembre de 2001, en una ceremonia
realizada con presencia de autoridades políticas, ejecutivos de las
empresas cupríferas, prensa y comunidad calameña. Y unos años después
llegó a la catedral el sacerdote colombiano Jesús Antonio Espinoza,
estando en el cargo cuando se realizaron las celebraciones del
Centenario del templo, en 2006. Espinoza dejó una huella de servicio
religioso de 11 años allí, muy valorada por la comunidad de Calama,
partiendo de vuelta a su país natal a fines de 2016.
Ubicado
de cara a la plaza entre las calles Eduardo Abaroa, Eleuterio Ramírez,
Emilio Sotomayor y la avenida Granaderos, el edificio religioso es
sencillo, aunque tiene aspectos estilísticos asociados al neoclásico, el
neorrenacentista y toques de pretensión neorrománica y neogótica en sus
arcos, cornisas y remates, además de contar con arcadas entre escuadras
de cielo y columnas separadas por vanos en orden conopial, estas
últimas dividiendo sus tres naves, una central y dos laterales. Combina
materialidades de albañilería, madera y metal, visibles en muchos casos.
El
acceso a las oficinas parroquiales está a un costado del frente del
templo, por el lado de la plaza, y por el pasaje que conecta Granaderos
con la plaza, en donde está también el ingreso al sector de sacristía y
la sala funeraria. Un acceso lateral precedido por un atrio abierto y
sencillos jardines con estructuras metálicas a modo de glorietas, está
por el lado de calle Ramírez. Carente de ábside, el exterior del templo
es un gran muro de tímpano y dos pilastras, que da hacia Granaderos y
define el costado de la cuadra con diseños acordes a los del frente del
edificio.
La
imaginería religiosa interior, distribuida entre capillas y muros
laterales de las naves menores, incluye la escena del Calvario, en el
Altar Mayor, acompañado por el patrono San Juan Butista y el Niño Dios, y
santos populares como el Santo Cura de Ars, San José, San Judas Tadeo,
además de la Virgen del Carmen y el Sagrado Corazón. Los santos chilenos
son San Alberto Hurtado y Santa Teresa de los Andes. Los vitrales con
escenas religiosas de connotación pintoresca, localizada, también son de
gran atractivo y colorido. La capilla del Santísimo Sacramento,
particularmente, destaca por la belleza de su decoración de forja y las
imágenes custodias de arcángeles, en cuadros murales.
Desde
los últimos grandes trabajos de remodelación, además, el alhajamiento
artístico del templo incluye el conjunto decorativo conocido como los Misterios de la Luz,
que fueron agregados al Santo Rosario por aporte del Papa Juan Pablo
II, dedicados al misterios de la Redención. Las obras pertenecen a los
talentos de la la familia Chávez-Galdós, inspiradas en el arte colonial
de la célebre Escuela Cusqueña de Escultura Sacra del siglo XVII y los
trabajos del indio Diego Quispe Tito. Las obras que pueden ser admiradas
en el presbiterio corresponden a "La Institución de la Eucaristía",
"Las Bodas de Caná", "La Transfiguración", "El Bautismo de Jesús" y "El
Anuncio del Reino".
No
todo ha sido buenas noticias para el templo del cobre de Calama, sin
embargo: el 21 de enero de 2019, el edificio fue
escenario y víctima de un robo perpetrado por ladrones que lograron
ingresar al mismo y sustrajeron valiosos candelabros avaluados en $300
mil, además de una cantidad no precisada de donaciones de los
feligreses. El desgraciado incidente obligó a la administración del
templo a tomar nuevas medidas de seguridad, actualmente en
implementación.
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