EL REY DE HUARASIÑA: UN GEOGLIFO TUTELAR DE LA QUEBRADA DE TARAPACÁ

 
Vista del grupo de geoglifos.
Coordenadas: 19°58'4.05"S 69°33'5.61"W

Son varios los tesoros arqueológicos y legendarios que guarda la Quebrada de Tarapacá y sus alrededores, en la Provincia del Tamarugal. Ya me he referido, por ejemplo, al complejo arqueológico de la aldea de Caserones y al geoglifo del Cerro Unitas conocido como el Gigante de Tarapacá, que muy probablemente guarde relación con el que veremos ahora, también situado en los antiguas rutas conectadas al ancestral Camino del Inca.

Como no aparece en los catálogos turísticos que consulté, llego siguiendo las indicaciones de lugareños hasta el majestuoso grupo de geoglifos conocido como El Rey, a medio camino entre la aldea de Huarasiña y las ruinas de Caserones, en una de las laderas de la orilla Sur del río Tarapacá. La gente de la zona conoce muy bien este extraordinario sitio, situado al frente de la último vergel agrícola que puede encontrarse caminando hacia la desembocadura de la Quebrada de Tarapacá, propiedad de otros conocidos vecinos del lugar (de los pocos que quedan).
El geoglifo está a unos 2,5 kilómetros al Sureste del caserío, en un sector llamado Iluga (no confundir con Isluga). Abarca en total unos 250 metros de la pendiente y se halla justo por abajo de donde pasa el camino hacia Caserones, a unos 2 kilómetros de este destino, así que muchos visitantes se lo pierden cuando van hacia estas ruinas, ignorantes de la existencia del gran dibujo de piedras en la orilla de la quebrada.
Imagen del panel completo de geoglifos, desde la altura (GoogleEarth).
Vista del panel de la ladera desde el lecho del río Tarapacá.
El Rey y sus figuras acompañantes. se puede ver el deterioro del geoglifo.
Si se tira una línea horizontal Este-Oeste desde este punto, además, curiosamente vemos que el geoglifo se encuentra a una altura bastante próxima a la del Cerro Unitas y su gigante. Como suele suceder, además, ambos geoglifos están hechos en la cara que recibe todo el Sol del día.
Para llegar al geoglifo de El Rey, entonces, es preciso hacerse el ánimo de caminar un rato desde la salida del pueblo en la dirección del río, por las orillas de su lecho.
Aunque por la forma sinuosa de las laderas y las distancias, no se lo puede observar desde Huarasiña sino después de este andar, la figura se aparece al viajero en el borde del cañón casi como un premio a la búsqueda. Puede suponerse la relación histórica entre Caserones y este otro grupo arqueológico tarapaqueño casi vecino, que se estima confeccionado en el Período Intermedio Tardío (900 a 1.400 después de Cristo).
El geoglifo de El Rey corresponde a Cas-8, según lo denomina la ciencia. Observado por prestigiosos arqueólogos como Lautaro Núñez y Luis Briones, corresponde a un grupo de imágenes, algunas de trazos, otras zoomórficas y otras geométricas, donde destaca principalmente una antropomórfica que parece ser la central y que la gente de la quebrada interpreta como la representación de algún soberano precolombino, el mismo que da nombre al grupo y cuyo señorío se extendía por estos territorios. El geoglifo sería, acaso, su "sello" de dominio en estos territorios.
Dicha figura central, aparece como un hombre de pie con un bastón, báculo o gran cetro en la mano, su símbolo de mando según parece, y a un costado del mismo una figura menor dentro de un círculo, con algo como un lagarto acompañándolo.
Lecho de fango seco del río Tarapacá.
Tamarugo junto al senderillo por el lecho del río.
El paisaje de la quebrada, en el sector donde está el geoglifo.
Noto que está hecho con la misma técnica del Gigante de Tarapacá: el retiro de piedras oscuras dejando al descubierto la superficie más clara de la ladera. Sin embargo, a diferencia de este último, El Rey se encuentra bastante deteriorado y menos visible en algunos de sus detalles, tanto por la erosión natural como por el paso a pie de los antiguos viajeros que trepaban o bajaban por esta ladera de la quebrada, cómoda para el tránsito humano a diferencia de otros tramos del cañón.
Justo donde está este geoglifo y siguiendo la dirección de las aguas del río, comienzan a aparecer también, en el lecho de la quebrada, las huellas de antiguos cultivos en la técnica de eras o canchones bajos, procedimiento de agricultura para tranquear el agua y que también es visible en los alrededores de San Lorenzo de Tarapacá y otros caseríos de la zona. También se ven las conocidas pircas circulares que hay en las laderas de este sector de la quebrada, que en su camino hacia el lugar donde derrama el río sobre la pampa va perdiendo altura considerablemente.
Los canchones se observan como innumerables subdivisiones del terreno con protuberancias a modo de pequeños pretiles, extendiéndose varios estadios de estos hasta poco antes de llegar a Caserones, también abajo de la cuesta donde se encuentran sus ruinas, e incluso hasta dos kilómetros al poniente del complejo arqueológico. Así se aparece a la vista, entonces, ese grupo de estructuras junto al sendero superior de la quebrada, por su costado Sur y al borde de las alturas frente al río, de las que ya he hablado en otra entrada.
El Rey, por lo tanto, señalando los dominios del misterioso soberano representado en él, habría sido la imagen tutelar y guardiana de esta desaparecida civilización, que ha dejado sus extraordinarias huellas en la arqueología de Tarapacá.

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