EL OCASO DE UN EDIFICIO NEOCLÁSICO EN CALLE SAN MARTÍN DE IQUIQUE
Vista actual de lo que queda del edificio. Al lado, la Bomba Italiana.
Coordenadas: 20°12'46.14"S 70° 8'59.10"W
Nota: artículo e imágenes publicadas en 2013. Trasladado hasta acá en 2022 sin actualizaciones ni adiciones.
Sé
que no todo edificio es patrimonio en una ciudad, y menos por sólo
haber completado un número de años en ella. Sé también, que mucho de lo
que alguna vez pudo haber sido considerado un sacrilegio construido
sobre demolidos espacios patrimoniales de la urbe, más tarde han pasado a
convertirse en parte del material cultural de la misma, ganándose los
mismos elogios y medallas de interés. No todo lo perdido era
patrimonio, quizás, pero sí los recuerdos y sus huellas en la historia
de cada ciudad.
En
el lado Sur de la calle San Martín a la altura del 500 y cerca de
Eleuterio Ramírez, justo al lado de la actual Compañía de Bomberos
Italiana hacia la mitad de cuadra, se encontraba hasta hace algunos años
un edificio de dos pisos y líneas neoclásicas de diseño, diría que de
la segunda generación de la arquitectura iquiqueña bajo dominio chileno,
seguramente correspondiente al período 1900.
No
era un edificio para hacer gran ostentación del mismo, ni siquiera en
su mejor época. Tampoco es el único referente neoclásico y de influencia
artística francesa que se ha conocido a este lado de la ciudad, donde
destaca -por ejemplo- el edificio de una importante sede bancaria. Sin
embargo, tenía cierta elegancia y suntuosidad dentro de su sencillez,
que habría podido lucir orgulloso en este tramo de la calle de haber
sido conservado a tiempo, superando terremotos, deterioro por vejez y
hasta algún posible incendio, según especulan algunos personajes del
barrio.
Si
mal no recuerdo, el edificio seguía parcialmente en pie hacia inicios
de la actual centuria, aunque con su interior muy intervenido. Contaba
con un esquema ya conocido en los barrios comerciales de Iquique: sector
inferior destinado a puestos de negocios y el superior a residencia,
aunque por las varias modificaciones que se le hicieron en la parte del
zócalo, no estaría en condiciones de arriesgarme a afirmar que nació con
tal característica.
Reconstrucción mía, sobre cómo debió lucir el edificio en su tiempo.
Hacia sus últimos años, en imagen publicada por "La Estrella" de Iquique en junio de 2008.
Vista de la cuadra, en evidente transformación general.
Divididos
por una cornisa entre ambos pisos, el primero era de vanos muy altos,
distribuidos en dos accesos y tres ventanas con reja de forja en las
protecciones, mientras que el segundo era de una hilera simple de seis
ventanas con postigo, frailero superior y hojas practicables, con una
pequeña cornisa de cabecera sobre cada una. Todo el frente era de clara
geometría rectangular y de cierta altura considerable en cada nivel,
pues los dos pisos eran de techo bastante alto.
De
un grupo de edificios pareados que existieron en este lugar de la
cuadra, éste era el último que quedaba parado. Aunque su segundo piso
dejó de ser habitado, el resto del recinto comenzó a ser utilizado por
varios talleres y negocios comerciales. Hacia sus últimos años
conservándose la fachada, el recinto sería ocupado por una fábrica de
velas y después por una desarmaduría de vehículos. Al interior, según
parece, fue desapareciendo gran parte de las estructuras que completaban
esa casona detrás de su opaca y cada vez más deslucida fachada.
Sin
embargo, la acumulación de años de deficiente mantención, los
progresivos daños estructurales y el remate dado por el Terremoto del
año 2005, dejaron al edificio a muy mal traer. Le fueron colocadas
cintas y advertencia de peligro, ante la inminente posibilidad de un
derrumbe, aunque el diario "La Estrella" de Iquique denunciaba en una
pequeña sección editorial, en junio de 2008, que algunos conductores
imprudentes seguían estacionando vehículos exactamente frente al
tambaleante y desocupado edificio.
Poco
después, y sin poder eludir por más tiempo la necesidad de apartar el
peligro que colgaba sobre el borde de la calle San Martín, el edificio
fue demolido en todo lo que quedaba de su segundo piso y estructuras
interiores. Lo único que se mantuvo, casi como un penoso recuerdo de su
pasado, fue la fachada en el primer piso, con sus vanos condenados. Un
local relacionado con la guardería de vehículos funciona en el lugar
hasta ahora.
Quizás
no fue una gran pérdida para la ciudad de Iquique ni representó una
tragedia patrimonial como otras que siguen sucediendo y que, según
parece, podrían continuar; sin embargo, este edificio tenía sus propias
historias y presencias ya desvanecidas, además de ejemplificar la forma
en que un referente urbanístico puede ir desapareciendo casi hasta no
dejar huellas, víctima de la acción inclemente del tiempo pero, por
sobre todo, del olvido y la indiferencia.
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