EL LEGENDARIO DE LA CUEVA DEL PIRATA DE QUINTERO
Coordenadas: 32°45'56.37"S 71°32'3.41"W
Al
final de calle Baquedano por la Península de los Molles en Quintero,
camino a Punta Liles, se encuentra uno de los lugares más turísticos de
este popular balneario de la Región de Valparaíso: la Cueva del Pirata,
lugar de enorme importancia cultural y legendaria para esta localidad
ubicada a unos 40 kilómetros al Norte de Viña del Mar. Me acordé de él
en este Mes del Mar, así que quise dejar algo publicado acá,
aprovechando las fotografías que tomé en octubre del año pasado.
Es
un lugar con mirador, paseo y grandes roqueras en el borde de las
rompientes naturales, con un concurrido establecimiento llamado el "Café
Mirador Cueva del Pirata". Hay una extraordinaria vista desde sus
comedores, por cierto, desde el final de la llamada Playa de los
Enamorados.
El
paseo desciende por el acantilado hasta las cavernas de los roqueríos,
en donde se encuentra la famosa Cueva del Pirata, lugar de interesante
seducción que incluso llamara la atención, entre otros, del escritor
Francisco Coloane, que tenía su casa cerca de Los Liles. Su colega José
Luis Rosasco, por su lado, se refirió a ella en su obra orientada a
público joven.
Las
cavernas de este sector son formaciones geológicas naturales, ubicadas
en un tramo de ciertos interés arqueológico, por el hallazgo de trabajos
líticos (cazoletas y piedras tacitas) en el sector de las rocas del
borde costero de la Puntilla de Sanfuente y dos áreas en la misma
ubicación de la Cueva del Pirata, relacionadas probablemente con la
Complejo Aconcagua y la Tradición Bato.
La noche en el mirador, observado desde el paseo.
Imagen desde el lado de la escultura del pirata. Atrás, el "Café del Mirador".
Imagen diurna del borde del mirador. Atrás, el café y restaurante.
La entrada del paseo, para descender hacia la cueva y las roqueras.
Culturalmente
hablando, los corsarios en este sector son tan importantes que hasta
influyen en los nombres usados por el comercio: no lejos del mirador, se
encuentran el centro hotelero "Cabañas Rocas del Pirata" y el
restaurante "Cien Bucaneros". Todo este sitio parece consagrado al
recuerdo de la piratería. Hace poco, de hecho, la municipalidad instaló
en el acceso del paseo una placa conmemorativa de bronce recordando "a los antiguos navegantes que anclaron en nuestra bahía":
los británicos Sir Francis Drake (1543-1596), John Richard Hawking
(1562-1622), Thomas Cavendish (1560-1592) y el neerlandés Joris van
Spilbergen (1568-1620)... Todos ellos definitivamente piratas y
salteadores, si hablamos sin eufemismos.
Es
enorme la cantidad de leyendas e historias que se han contado sobre
estas cavernas, relacionadas con tesoros perdidos o con entradas a
lugares maravillosos. Incluso hay poco conocimiento, salvo entre los
testimonios de residentes de esta localidad, de que estarían conectadas a
otras cavernas que salen por el lado de las playas, a través una
claustrofóbica y oscura galería estrecha en las entrañas de aquel morro
rocoso bajo el mirador. La gente prefiere concentrarse en el grupo
principal del cuevas naturales, en el paseo entre las roqueras con
senderos y pretiles de madera, aunque encuentro escasa información
espeleológica sobre las mismas.
Como
buena tierra marinera, muchos mitos circulan entre los habitantes de
Quintero, y las cuevas del borde costero cuentan con los suyos.
El
paso de Drake por el lugar, anclando hacia 1578 en esta costa, dejó
sembrado el repetido mito nacional del enterramiento de un tesoro del
célebre corsario, tal como ha sucedido en Bahía Guayacán, en el
Archipiélago de Juan Fernández y en el sector de Laguna Verde de
Valparaíso, entre otras zonas del país. Noticias de aparentes
expediciones internacionales tratando de hallar tesoros escondidos en la
provincia y hasta dejando a un lugareño un mapa después de su fracaso,
han alimentado con más energía la creencia popular sobre la existencia
de un fabuloso enterramiento de doblones y gemas de los filibusteros en
algún lugar de estas costas.
Placa recordando a grandes "navegantes" (cuatro piratas) que pasaron por acá.
El paseo y sus senderos entre las rocas.
El pirata de hierro, que mira desde su cofa.
Acercamiento al pirata metálico de la cima.
Camino lateral entre la cueva y las rocas.
La
leyenda, combinada de esta forma con elementos tomados de la realidad,
dice que el tesoro de Quintero fue traído por orden de un pirata llamado
Barba Azul, nombre tomado de cuentos infantiles de piratas y que se ha
convertido ya en un personaje de antología universal. Era el botín de
las acciones cometidas por sus hombres en esas mismas costas chilenas,
asaltando barcos que hacían ruta por tales aguas.
En
tiempos coloniales, los ficticios piratas de Barba Azul llegaron a
establecer un pequeño campamento con puesto de observación en el sector
de Ritoque, al Sur de Quintero, desde el cual unos tres hombres
vigilaban diariamente el paso de cualquier navío que fuera de ida o de
vuelta desde Valparaíso y que pudiese ser presa de sus asaltos.
El
elemento mágico de la historia de los piratas locales es que, cada vez
que divisaban uno de aquellos barcos, entraban por una cueva de ese
mismo sector en Ritoque, siguiendo por ella raudamente hasta su salida
por el lado de la Cueva del Pirata en la península, la misma de nuestros
días, en donde esperaban los demás piratas que eran enterados así de la
proximidad de la nave, preparando de inmediato el ataque y robo. Por
este mismo pasadizo se devolvían a Ritoque, además, cuando la flota
hispana intentaba perseguir el campamento mayor de estos rufianes en
Quintero. Al parecer era una galería compleja, originalmente, que ellos
conocían bastante bien.
Los
tesoros y especies de valor que estos piratas lograban robar, los
escondían dentro de la misma cueva, en las ensenadas y, según señala
también la tradición, en cavernas y enterramientos situados dentro de
los cerros costeros y el sector más interior del puerto, como comentó
alguna vez Ricardo Escobar Wicks al referirse a la leyenda.
Vista de la cima del paseo desde el sector de la punta de rocas.
La entrada de la Cueva del Pirata y su mural, vistos desde el camino de descenso.
El actual mural, junto a la entrada lateral a la cueva.
Acceso lateral de la cueva, por el camino.
Allí
quedaron ocultos, cuando la banda completa de Barba Azul fue emboscada y
destruida por naves militares españolas, según las mismas creencias.
Además del posterior derrumbe de la entrada hacia la cámara principal,
la enorme riqueza estaría protegida por un conjuro o alguna clase de
maldición, supuestamente, lo que explica que nadie haya podido
encontrarla o, cuando menos, no haya podido sacar más que alguna moneda o
gema, únicamente.
La
ocurrencia ocasional de supuestos suicidios o de veraneantes ahogados
en este sector, ha estimulado también la parte más oscura de la leyenda.
También se habrían arrojado cenizas de personas desde el acantilado,
según tengo entendido. Dos placas juntas recuerdan a un par de finados
entre las rocas: Herminda del Carmen Ortega Contreras (de su "hija y nietos"),
fallecida el 30 de mayo de 1988, y Alejandro Armando Taibo Briceño,
fallecido el 16 de junio de 2016 (cerca de los 72 años, recuerdo de sus "hijos, nietos y yerno").
También
se habla de tesoros dejados ocultos por los jesuitas, probablemente
también en cavernas subterráneas. Estos correspondían a botellas de
azogue usado para amalgamar oro, y que debieron dejar enterradas al
cumplirse la súbita orden de expulsión de la Congregación de la Compañía
de Jesús desde suelo americano, en 1767, por disposición real.
Vista superior de la garganta de mar hacia el acceso frontal de la cueva.
Vista del pasaje de mar entre las rocas, con la entrada frontal.
Grieta con entrada frontal de la Cueva del Pirata, a la que sólo se accede por mar.
Vista de la entrada frontal desde el interior de la cueva.
Otras
leyendas más románticas hablan de una extraña isla o ciudad encantada
que los pescadores y marineros ven, a veces, frente a las costas de
Quintero, emergiendo de las aguas que se encuentran precisamente entre
este lugar y las playas de Concón. De acuerdo a la versión de Oreste Plath,
los lugareños también veían en el océano de Quintero el reflejo de una
batalla marítima cuando revientan las olas, como eco de un combate naval
de la Guerra Civil de 1891.
Por
sobre todo, sin embargo, hoy la Cueva del Pirata de Quintero es un
lugar de esparcimiento familiar, de visitas y de recreación. Sin
embargo, debió ser recuperado del ocaso, especialmente con esfuerzos
municipales recientes: en algún momento, la caverna había caído en
decadencia, convirtiéndose en un insalubre lugar colmado de basuras y
olores sospechosos, que pocas ganas provocaba recorrer. Un viejo mural
que existía en donde ahora está el nuevo, mostrando los rostros de
personajes como Juan Pablo II, Pablo Neruda, Sor Teresa de Calcuta,
Gabriela Mistral y Albert Einstein, fue vandalizado con consignas
políticas y horribles tags hasta lo absurdo.
Aunque
no es sitio apto para el baño, Punta Liles y sus rocas encantan por
permitir fotografías hermosas de la geografía litoral, excursiones y
ciclismo de montaña entre este punto y el de la Puntilla de Sanfuente,
además de gratos paseos veraniegos. Por eso, ha ido siendo mejorado el
aspecto y la seguridad del circuito, que cuenta con un rústico
cartel-portal de acceso y la efigie naif de un pirata mirando
desde su propia cofa de tierra hacia el mar, obra de arte en hierro
forjado de tres metros de altura, del artista sureño Dionel Salinas R.,
realizada en 2014.
Vista del descenso desde la entrada lateral hacia el interior.
Bajando
por la cueva. La luz interior proviene de la entrada frontal, donde
rompen las olas que entran por el pasillo de mar entre las rocas. A
ciertas horas de marea alta, se inunda en su mayor parte.
Continuación de la cueva, en un sector ya bloqueado.
Galería
interior de la cueva, con una salida por el otro lado de la península.
Lamentablemente, en lo que alcancé a avanzar por el estrecho pasadizo,
encontré bastante basura.
Algunos más adentro de galería que sale desde la cueva, frente a entrada frontal.
Un
curioso y amplio mural fue inaugurado en marzo del año siguiente por el
Alcalde Mauricio Carrasco, justo en el acceso de la Cueva del Pirata,
dignificando mucho este sitio que antes estaba colmado de horribles
rayados del nuevo arte rupestre con pintura aerosol. Sustituyó al
anterior ya mencionado, a esas alturas casi invisible por el
envejecimiento, la palidez y los ataques vandálicos.
Titulado
"La Cueva del Pirata. Reviviendo la historia de Quintero", dicho mural
fue pintado por Luis Osorio, Francceso Achiardi y Joshua Cadima con
apoyo de varios particulares y comerciantes señalados entre las rocas y
la misma obra. Muestra los retratos de personajes de alto valor
histórico local como Charles Darwin, Lidia Iratchet, Mercedes Oporto,
Luis Orione, Francisco Coloane, Luis Tello, Icha Tapia, Mary Graham,
Roberto Parraguez, Lord Thomas Cochrane, Tomás Flemming, Benjamín Vicuña
Mackenna, Carlos Núñez o "El Chama".
En
definitiva, la Cueva del Pirata y el paseo de Punta Liles es un lugar
de atracciones y seducciones muy lejanas ya a la fama canallesca de los
truhanes y los corsarios de sus interesantes leyendas.
Comentarios recuperados desde el primer lugar de publicación de este artículo en el sitio URBATORIVM:
ResponderEliminarAnónimo19 de septiembre de 2018, 20:35
Sale en el libro "Francisca, yo te amo"
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acuarela12 de octubre de 2020, 21:23
instructivo e interesante.
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