CHECHO MANSILLA Y LA PARTIDA DE UN "LOCO PURO"

 

Checho, en imagen publicada por el diario "La Prensa Austral".
Coordenadas: 53° 8'16.74"S 70°55'7.12"W (lugar donde solía estar)
Todas las ciudades, los poblados y hasta las aldeas tienen a un personaje curioso, extravagante, que acaba convertido en parte del atractivo y del color pintoresco del lugar, siempre con algo de tonto y algo de genio, profundizando más aún el enigma misterioso que ronda en estos sujetos cuya relación con el mundo convencional se ha fracturado. "Locos puros", les decía el poeta nacional Miguel Serrano, amante perdido de amores por estas mismas tierras australes.
Hace poco, los medios magallánicos han informado de la partida del que quizás haya sido uno de sus más populares "locos puros" en Punta Arenas: Sergio Checho Mansilla Alvarado, o Chechito para los que le conocían, el hombre-niño que siempre sonreía mostrando los dientes que le faltaban y quien llegó a ser capaz de poner en aprietos hasta algunas autoridades regionales, a las que se acercaba pidiéndole monedas o cigarrillos en plenos actos públicos. "Cien pesitos" era su principal solicitud.
Su lugar favorito era el bandejón central de la Avenida Presidente Eduardo Frei en el cruce con calle Capitán Juan Guillermos, pidiendo dinero a los transeúntes pero especialmente a los conductores cuando la luz del semáforo estaba en rojo. Recuerdo que me quedaba a la pasada de la ruta que solía tomar hacia la casa-residencial llena de figuras disecadas de un conocido taxidermista puntarenense, donde me quedé alojando durante mi última visita a la ciudad y usando este lugar hacia el final de calle Sanhueza como base para salir a conocer el resto de la misma en mis largas caminatas.
Nacido en 1957, Checho había sufrido una grave meningitis durante la infancia, cuando tenía unos 5 años de edad. Sobrevivió a su primer roce con la muerte, pero quedó con una secuela irreversible: un retraso mental que lo dejó convertido en un niño atrapado en un cuerpo que envejecía, mientras su mente seguía siendo la de un infante. Sufría también esquizofrenia, pero nunca fue violento o impredecible: por el contrario, muchos vecinos lo querían y realmente lo trataban con cariño, reconociéndolo siempre en su esquina de cazador de monedas. Dicen en la ciudad que desde los años setenta ya era todo un personaje de Punta Arenas, por lo que ya ha sido generacional su popularidad. El "Mañana por la mañana" le decían aludiendo a una recurrente muletilla suya.
El infantil y juguetón Sergio Mansilla siempre andaba en sus andadas precisas, rompiendo protocolos y rigores ceremoniosos: como esos típicos quiltros callejeros echando a perder con su encanto cuanto encuentro público exista, Checho se aparecía en desfiles, actos oficiales y hasta en los ecuménicos de la catedral, haciendo locuras tales como fingir que transmitía reportes en vivo con un micrófono imaginario, ante la mirada y las risas de los presentes. Decía sentirse un locutor a la altura del comunicador magallánico Américo Giuliucci Andueza, y muchos lo apodaban con su nombre. A veces aparecía con una cuchara como instrumento de su pretendido empleo periodístico, poniéndolo en la boca de gente a la que simulaba entrevistar con preguntas absurdas o bien haciendo como que transmitía desde los partidos del estadio "La Bombonera" y los pasacalles de celebraciones ciudadanas.
En otras ocasiones, el "loco puro" aparecía con la misma cuchara-micrófono cantando canciones románticas. Si sonaba música en algún lado, también podía largarse a bailar. Como muchos otros locos pintorescos del paisaje urbano (por razones que desconozco), Checho tenía especial gusto por Luis Miguel, imitándolo en algunas ocasiones y ganándose el ser motejado con el nombre del astro mexicano. Tenía un talento único para improvisar bromas y respuestas ingeniosas entre sus actos y sus jornadas pedigüeñas, además.
Su penúltimo encuentro con la muerte: Checho Mansilla atropellado en diciembre de 2012, noticia que causó gran preocupación en la ciudad por lo querido del personaje. Imagen publicada por el diario "La Prensa Austral".
El investigador Mario Isidro Moreno contó otras historias interesantes sobre el peculiar personaje: dice que en los fines de semana y días festivos, Checho iba a la Feria de las Pulgas hasta donde había un puesto con enormes amplificadores con música tropical, y allí se ponía a tocar instrumentos fantasmales simulando ir con la banda, a veces por horas. En el diario electrónico de Radio Polar, el mismo  autor recodaría esta anécdota protagonizada por Mansilla:
En una visita que realizó a Punta Arenas el General Augusto Pinochet, se efectuó una ceremonia con su presencia en la Avenida Independencia frente al monumento a don Bernardo O'Higgins. Desfilaron las fuerzas vivas, los conjuntos folklóricos, incluyendo hasta una carreta con bueyes y, por supuesto delegaciones uniformadas. Al final de la ceremonia, que transmitimos para la desaparecida Radio Minería con el recordado locutor René Nasle, ya despedidas las transmisiones, se nos acercó "Mañana por la Mañana" ofreciéndonos su colaboración. Le pasé un micrófono, que por supuesto ya estaba desconectado y Checho Mansilla, con un profesionalismo que ya se lo hubiera querido algún aprendiz radial, dijo: "hemos finalizado las transmisiones desde el monumento al Padre de la Patria. Las emisoras pueden continuar sus programas en forma separada. Buenas tardes".  De tanto practicar nuestro amigo ya se sabía las frases que se utilizan en este tipo de locuciones.
Fumador empedernido y casi compulsivo, Checho vivía en calle Isla Clarence 0145 de la Villa Alfredo Lorca, cerca de donde se ponía diariamente, siendo cuidado por familiares con los que residía, creo que por una hermana. Su popularidad en Punta Arenas, sin embargo, no lo salvó de ser atropellado accidentalmente por un taxista distraído allí en la Avenida Frei, el 4 de diciembre del año pasado, ocasión en la que debió ser hospitalizado con una fractura de cráneo y otra de clavícula. Además de los días en el Hospital Clínico, del susto y de un instante al lado de la parca, la situación no terminó en tragedia, para suerte suya.
Los medios magallánicos, informando de su muerte en septiembre de 2013
Desgraciadamente, sin embargo, la mano huesuda de la muerte alcanzó a Checho en septiembre de 2013, y esta vez su guadaña fue certera: el popular personaje de la ciudad fue atacado por un fulminante paro cardiorrespiratorio, a las 3 de la madrugada del día martes 10. Quizás sus excesos con el cigarrillo lo condenaron a este final, quedando el consuelo de que su muerte, al menos, fue rápida y sin agonías prolongadas.
La triste noticia apareció publicada en "La Prensa Austral" como: "Murió personaje urbano que pedía monedas en la Frei". Tenía 56 años de edad. El semáforo de Avenida Frei donde solía hallársele, apareció en esos días con unas flores y un pequeño altar de homenaje, colocado por una vecina.
Lamento no haber tomado fotografías de aquel sujeto único y sorprendente de Punta Arenas, cuando tuve la oportunidad de hacerlo; pero es que, a veces, hay presencias que no se valoran en su justa dimensión sino hasta cuando se pierden, dejando una parte de su hábitat vacío, incompleto. Es cuando queda en evidencia su importancia como referentes de la vida en las ciudades y sus crónicas. Y supongo que esa es la sensación que muchos puntarenenses deben tener ahora cuando pasan por Frei y Guillermos sin ver esos pelos canos y esas sonrisa cercana a la de una calabaza de Halloween, pidiendo "cien pesos" o, en su defecto, un cigarrillo.

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