CAPILLA DE SAN JUAN DE DIOS: LA ANTIGUA COMPAÑÍA ESPIRITUAL DEL HOSPITAL DE LA SERENA
Coordenadas: 29°54'27.58"S 71°14'58.72"W
En
la esquina de Balmaceda 916 justo con calle Juan de Dios Pení, junto al
complejo del Hospital San Juan de Dios de La Serena, se encuentra uno
de los campanarios más antiguos y rústicos de toda la ciudad al lado de
un grupo de viejas palmeras, correspondiente al templo de la Iglesia -o
en realidad, Capilla- de San Juan de Dios, Monumento Histórico Nacional
nacido allí como un sencillo oratorio para complementar espiritualmente
al histórico servicio hospitalario.
Se
dice que su historia comienza con la aprobación de la Real Audiencia,
en 1809, de un proyecto para la reconstrucción del hospital entre las
calles Balmaceda, Juan de Dios Pení, Larraín Alcalde y Anfión Muñoz,
para que reemplazara al anterior servicio que se había iniciado en la
ciudad de San Bartolomé de La Serena con el Hospital de Nuestra Señora
de la Asunción en el siglo XVI. Cabe recordar que las instalaciones del
nuevo Hospital de San Juan de Dios se hicieron con los planos del
arquitecto Juan José de Goycolea, discípulo del maestro Joaquín Toesca.
Empero,
es probable que el anterior Hospital de San Juan de Dios en la ciudad,
fundado en 1745 en esa misma cuadra gracias a los esfuerzos del Obispo
Juan Bravo Rivero, también haya tenido su propia capilla o altar
oratorio, del que esta iglesia fue sólo un traslado o reconstrucción,
quizás en el mismo sitio. Esto puede presumirse a partir de documentos
como los reproducidos por Manuel Concha en sus "Crónica de La Serena,
desde su fundación hasta nuestros días (1549-1870)", relativos al
informe elevado por el Subdelegado Pedro Antonio Fontecilla y Villela el
24 de noviembre de 1755, a solicitud de la Real Audiencia, y donde
puntualiza la presencia de lo siguiente:
Un
Hospital de San Juan de Dios con su iglesia interior acabada, medio
claustro y enfermería, su techo de barro, su prelado el padre fray Félix
de Soto...
La
construcción del nuevo complejo hospitalario comenzó, precisamente, con
el levantamiento de la capilla. En la obra del edificio religioso
participó activamente el sacerdote franciscano Fray Ignacio Turón.
Parcialmente concluido en 1816, la nueva capilla medía 44 varas de largo
por 8,5 varas de ancho, aunque por falta de recursos debieron dejarse
pendientes algunas etapas y terminaciones. Las piedras que daban base y
soporte a sus muros alcanzaban una vara de altura.
El hospital y del templo (a la izquierda) en 1955, publicada por diario "El Día".
Interior del templo en la actualidad.
Este
templito quedó ubicado exactamente en el costado Norte del hospital,
junto a sus accesos, situación que se mantuvo tras una reconstrucción
del hospital en 1828 y que persiste hasta ahora para la posición de la
capilla en la cuadra.
Sin
embargo, la capilla atrajo la atención y el ejercicio del culto popular
de muchos de los vecinos residentes de aquel sector, que la
dignificaban con su fe y ofrendas pidiendo salud y reversión de
enfermedades.
En el extremo del ángulo sur de la plazuela -escribe Concha- estuvo situada la antigua iglesia, compuesta de una pieza de cortas extensiones, de murallas bajas y de techo de totora, pero con la notable circunstancia de haber tenido sobre la totora una costra de barro, que aunque renovada allá de vez en cuando, no impedía que el agua de las lluvias penetrara en su interior, a pesar de las protestas del albañil, y deteriorara todo lo que a su paso encontrara.Tenía aquello más aspecto de una humilde capilla de campo que el de una iglesia de ciudad.
Nuevas etapas y mejoramientos comenzaron a realizarse en 1835. Con la idea de proporcionarle un edificio de más solidez y, según
Concha, gracias a fondos legados en 1839 por don Bernardo Solar (que en
otras fuentes, aparece como Francisco o Fernando Solar), se encargaron muchas de aquellas nuevas tareas a
Cayetano Contador, incluido el estudio de planos aprobados por don Juan
Valderrama, para proyectar las dimensiones del nuevo templo. Tuvo que
pasar un tiempo de postergación para que los planes fueran retomados por
el Cabildo y así la iglesia pudiera ser reconstruida en este nuevo
período de trabajos, que comienza el 8 de mayo de 1842 bajo supervisión
encargada al arquitecto Samuel Averell, el mismo constructor de la
Mansión Piñera.
Con
el grueso del edificio prácticamente terminado y el primer tambor o
nivel de la torre finalizado el 16 de marzo de 1844, se decidió instalar
una campana mayor "prestada" por la Iglesia Matriz, que en ese momento
aún no era concluida y, por lo tanto, no necesitaba con urgencia esta
pieza, aunque comprometiendo a la municipalidad a devolverle una de
igual peso fundida en Valparaíso.
En
este primer nivel de la torre, hecha de alerce según se cree y
correspondiente al segundo piso del templo, se colocaron cuatro vanos
(uno en cada cara) con arcos de medio punto a modo de ventanas cerradas
con celosías. Sobre el este, el nivel siguiente es abierto, a modo de
balcón-observatorio, con cuatro balaustras, barandas de contorno y
techado cuadrado con remate de aguja y cruz.
La
colocación del órgano comprado por la municipalidad por 368 pesos, en
tanto, tuvo lugar el 8 de marzo de 1846 al final de aquellas obras, realizándose con una gran
fiesta a la que asistió la municipalidad y el cuerpo de empleados,
actividad en la que se gastaron otros 16 pesos cubiertos por fondos
municipales y algunas contribuciones. Se la ornamentó y se construyó el
altar: las figuras de San Juan de Dios y San Vicente de Paul, son allí
las que más atención captan después de la Virgen María en el Altar
Mayor.
El
aspecto que le conocemos a la iglesia es, en general, el que se le
procuró en aquellas obras: sobre los mismos cimientos de roca levantados
en 1816, se construyeron ahora muros de adobe de 1 metro 20 centímetros
de grosor y la nave de muros lisos con cielo formando un artesón. El
edificio de la capilla se conforma así por una base rectangular de nave
central única, con torre-campanario al frente, con un pórtico de madera
de frontón triangular y de evocación románica en el acceso, con
capiteles dóricos, y techo de dos aguas a todo su largo.
La
albañilería del edificio se combinó con uso de maderas como pino
Oregón, en algunos casos con artísticos acabados. Se la monta, además,
sobre la esquina con la gradería de piedra y escalinatas de acceso, para
eludir la inclinación que tiene el terreno en este lugar preciso.
Habría contado por entonces, con una plazoleta a modo de atrio. Los
costados son sencillos, coronados por cornisas y con tres vanos altos de
arco y un acceso a cada lado.
Al
interior, el templo se extiende en una sola nave con cielo entablado,
siguiendo los ángulos de su armadura con sus formas, y sin retablo o
tarima originales al fondo de la misma, pues su altar parece ser obra
consumada en su reconstrucción de tiempos más modernos, algo que veo parcialmente confirmado
en un panel informativo al interior de la misma capilla.
El
18 de julio de 1859, el entonces Intendente de la Junta de Coquimbo y
Presidente de la Junta Administradora del Hospital de La Serena, don
Ambrosio Rodríguez, conjuntamente con el Representante de la
Congregación de la Misión de las Hijas de la Caridad de París, el R.P.
Félix Benech, a la sazón Superior de la Casa Central de Misioneros de
Santiago, firmaron un convenio mediante el cual las Hermanas de la
Caridad de San Vicente de Paul se hicieron cargo del servicio interior
del Hospital San Juan de Dios que, tras la reconstrucción del año 1860,
contaba ya con 2 salas de hospitalización con un total de 60 camas.
Tres
años después, siendo Intendente don Ramón Lira, se funda el Hospicio,
en un área actualmente ocupada por otras dependencias del hospital. En
1884, se amplían las salas para la atención de los pobres. Ese mismo
año, según información histórica al interior del templo, se reconstruye y
remodela parte del descrito campanario que ostenta la iglesia.
Dentro
de la Capilla se dispusieron criptas para varios de los benefactores
del Hospital y de la Iglesia de San Juan de Dios, con su recuerdo
señalado en lápidas contra los muros. Así, reposan allí restos como los
de la ciudadana francesa Anne Mélanie Sine (fallecida en 1888), don
Francisco Herreros y su esposa I. Munizaga, don José María Benavente
(fallecido en 1833) y su esposa la "señora caritativa" Quiteria Varas, y doña Buenaventura Varas (fallecida en 1853) esposa de don Gaspar Peñafiel.
El
22 de marzo de 1889, el complejo hospitalario fue visitado por el
Presidente José Manuel Balmaceda, quien decidió destinar recursos para
mejorar las instalaciones. Parte de estos fondos permitieron poner un
techo sólido y definitivo al templo, que hasta entonces había sido sólo
ligero y poco impermeable. De este modo, ambas aguas fueron cubiertas
por planchas de fierro galvanizado.
Empero, el
actual edificio del Hospital San Juan de Dios fue casi totalmente
reconstruido entre 1948-1952, durante el Gobierno de Gabriel González
Videla y en el marco del Plan Serena. A esto se suma la destrucción por
incendios y la posterior reconstrucción de establecimientos por el lado
de calle Juan de Dios Peni. La Capilla de San Juan de Dios quizás sea,
entonces, el edificio más antiguo que se conserva de todo el complejo
hospitalario, que ha sobrevivido a las varias reconstrucciones y
remodelaciones. Entre sus servicios religiosos permanentes y vigentes
están los de la Pastoral de Enfermos Santa María, la Novena de la
Medalla Milagrosa y la sede de la Comunidad de Oración por la Salud de
los Enfermos.
Por
su antigüedad y su valor patrimonial para la ciudad, la Capilla de San
Juan de Dios fue declarada Monumento Histórico Nacional por el Decreto
N° 499 del 12 de febrero de 1981. A pesar de ello, la iglesia se vio muy
deteriorada en años posteriores, especialmente su característico
campanario, obligando a implementar un plan de restauración el año 2005 a
solicitud de la Municipalidad de La Serena, el Hospital San Juan de
Dios y el Servicio de Salud Coquimbo, lo que le devolvió esplendor para
deleite de los visitantes y admiradores de la ciudad de La Serena.
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