BUSTO DE JUAN FRANCISCO GONZÁLEZ, POR DOMINGO GARCÍA-HUIDOBRO: UN MAESTRO RETRATA A OTRO EN MELIPILLA
Coordenadas: 33°41'6.78"S 71°12'52.07"W
No
son tantos como quisiéramos los homenajes públicos en nuestro país,
para los más grandes pintores de la historia de las bellas artes
nacionales. El retrato escultórico del pintor Juan Francisco González
(1853-1933) en la Plaza de Armas de Melipilla, es una de esas
excepciones notables en la conmemoración urbana.
Ubicado
hacia el lado de la calle Vargas en esta localidad que da nombre a la
provincia al poniente de la Región Metropolitana (70 kilómetros al Oeste
de Santiago), se trata de un busto de concreto esculpido y montado en
un sólido pedestal, rindiendo tributo a la prolífica vida y al legado
del pintor, considerado uno de los más grandes artistas de la historia
chilena.
De característicos estilos romántico e impresionista, además de haber sido miembro del grupo creativo de "Los Diez" en Santiago, entre las obras más célebres de González están "Los últimos momentos del General José Miguel Carrera",
"Retrato de Gabriela Mistral", "Carretelas en La Vega", "Calle de San
Bernardo" y naturalezas muertas como "Lúcumas" y "Manzanas".
Decía
sobre el mismo homenaje, el escritor y crítico literario Gonzalo Drago,
en la revista "En Viaje" de julio de 1961 (artículo "Viñetas de
Melipilla"):
En
su plaza de armas, entre la policromía de los jardines y el verde
follaje de los árboles, se alza el busto de uno de los más grandes
pintores chilenos, don Juan Francisco González, oriundo de Melipilla.
Allí, sobre un modesto plinto de cemento, el célebre pintor mira con sus
ojos de bronce y de infinito hacia un punto indefinido envuelto el
cuello en una bufanda protectora.
Es
el merecido homenaje del pueblo de Melipilla a uno de sus hijos más
preciados, a uno de los artistas que han dejado más profundas huellas en
el arte nacional.
"Calle de Melipilla", por J. F. González. Uno de los varios cuadros del autor basados en el paisaje rural de la localidad.
La
razón de la presencia del monumento en la Plaza de Melipilla,
claramente es por la relación originaria y la larga residencia del
pintor en esta ciudad, inspirándose en algunos de sus paisajes urbanos y
campestres en varias de sus obras que figuran entre las más conocidas,
como las tituladas "Calle de Melipilla", producidas en el apogeo de su
comunión con el movimiento impresionista. Hoy, una población completa
lleva su nombre allá, de hecho; y, desde 1952, existe en la ciudad el
Ateneo Juan Francisco González, grupo cultural de enorme valor para
Melipilla.
La
obra escultórica es trabajo de uno de los artistas más curiosos y
misteriosos de nuestro país, injustamente desconocido a pesar de que él
mismo se procuró ese extraño bajo perfil ante la historia: Domingo
García-Huidobro Fernández (1899-1974), hermano menor del poeta Vicente
Huidobro y ligado a la acaudalada familia Fernández, que tenía
propiedades y negocios tanto en ese sector del país como hacia el
balneario de Llolleo y alrededores, en donde estaba la residencia del
clan y en donde Domingo tenía su taller. Su sobrino, el escritor, poeta y
embajador Miguel Serrano,
fue uno de los pocos autores que buscó rescatar la memoria de Domingo
García-Huidobro en la literatura, en sus "Memorias de Él y Yo".
García-Huidobro
tenía un particular estilo en sus esculturas, casi invariablemente
relacionadas con inspiraciones místicas, religiosas y espirituales. Su
obra más conocida y visible quizás sea la Virgen del Portal Fernández Concha,
de cara a la Plaza de Armas de Santiago, edificio también construido
por miembros de su familia, aunque pocos reconocerían el nombre del
autor al contemplar la imagen mariana allá en lo alto del mismo. Otro de
sus trabajos más identificables popularmente, es el "Cristo de Maipo"
de Llolleo, obra de 1942.
La
explicación al cómo llega esta obra de García-Huidobro a la plaza
melipillana, precisa remontarse a algunos antecedentes biográficos del
propio autor y su relación con el representado.
Resulta
que el escultor tenía una gran admiración por Juan Francisco González, a
quien había conocido como alumno al entrar a la Escuela de Bellas Artes
en 1926, en donde el pintor hacía clases de dibujo. Hallándose ya cerca
del retiro académico el septuagenario artista y preparándose para ir a
vivir su merecido descanso en Melipilla, después de una vida muy
bohemia, aventurera e intelectual, al año siguiente García-Huidobro le
pidió que posara para hacerle un retrato en piedra, tallando así un
busto suyo de 50 centímetros de altura, de roca color ocre y con énfasis
figurativo. La correspondencia entre González y García-Huidobro durante
esos años veinte, además, demuestra el nexo amistoso que ambos artistas
mantuvieron hasta la muerte del primero.
Domingo García-Huidobro en su taller. Fuente imagen: Llolleo.cl.
El
busto estuvo expuesto en el Salón Oficial del Palacio de Bellas Artes
durante 1928, hasta que, durante el Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo,
la escuela fue cerrada, permaneciendo inactiva durante cuatro años,
como informa Patricia Herrera Styles en "El bien común. Colección MNBA
2017-2018". Actualmente, esta pieza se encuentra aún en las colecciones
del Museo Nacional de Bellas Artes.
González,
en tanto, fue considerado hijo ilustre de Melipilla y se lo estimaba
como el ciudadano más destacado de su época. Su fallecimiento ocurrido
allí mismo, el 4 de marzo de 1933, fue de hondo pesar para la comunidad
residente. Por esto, al aproximarse el bicentenario de Melipilla
(fundada el 11 de octubre de 1742), se quiso hacer un homenaje a su
memoria y se encargó a García-Huidobro elaborar una copia de la misma
obra que había dejado en el Museo Nacional de Bellas Artes,
confeccionándola en 1942.
Si
entendemos bien los antecedentes de la campaña para recolección de
fondos (parte de ella está explicada en "Juan Francisco González:
maestro de la pintura chilena", de Ediciones Ayer, 1953), ésta fue
iniciada por Raúl Tupper y su familia, reuniendo erogaciones junto a
Pedro Prado y con el propio García-Huidobro apoyándolo en estas tareas.
Gran parte de los recursos fueron aportados por importantes familias de
la época, y el Ministerio de Interior autorizó a la Municipalidad de
Melipilla a erigir el monumento en la ciudad, por un decreto de 1947.
Esto sucedía durante el doble período alcaldicio en Melipilla de don
Roberto Bravo Santibáñez, cuyo nombre se dio al estadio deportivo de la
ciudad inaugurado también en esos años.
El
monumento con la firma del escultor a un costado, fue instalado en un
pedestal propio en la Plaza de Armas de Melipilla, con una inscripción
en su base que dice hasta nuestros días, reproduciendo los versos que,
según recuerdan por allá, le dedicada el poeta Ángel Cruchaga Santa
María:
MAGO DE LA LUZ, DUEÑO DEL DÍA
PARA ALUMBRAR LA NOCHE DE TU VIAJE
UNA ESTRELLA PROLONGA SU AGONÍA
EN EL CLARO SILENCIO DEL PAISAJE
PARA ALUMBRAR LA NOCHE DE TU VIAJE
UNA ESTRELLA PROLONGA SU AGONÍA
EN EL CLARO SILENCIO DEL PAISAJE
Busto
original de 1927, hecho por García-Huidobro, en el Museo Nacional de
Bellas Artes. Fuente imagen: catálogo "El bien común: colección MNBA
2017-2018").
Tengo
entendido también que este monumento ha recibido modificaciones en sus
cerca de 70 años de existencia. La última de ellas, fue en las
remodelaciones de la plaza culminadas hace sólo un par de años: dejaron a
don Juan Francisco de cara hacia el Norte.
A
pesar de los cambios y de los infaltables actos vandálicos,
generalmente asociados al pintarrajeo y las heces gráficas (hace sólo un
par de meses, atraparon un par de pelmazos adolescentes que provocaban
daños al mismo), el monumento sigue ocupando un lugar destacado en la
plaza y un orgullo local ante los visitantes y turistas, con una placa
de mármol en la que podemos leer el sentido profundo del homenaje al
pintor chileno:
MELIPILLA A JUAN FRANCISCO GONZÁLEZ
(1853-1933)
(1853-1933)
AQUÍ
RECIBE EL CORTEJO DE LOS AÑOS ESTE GRAN MAESTRO DE LA PINTURA CHILENA
AVECINDADO EN ESTA CIUDAD, CUYAS CALLES, ROSTROS, PAISAJES Y ROSAS
INSPIRARON SUS OBRAS.
SU MIRADA, A TRAVÉS DE LA PIEDRA, SE HA POSADO PARA SIEMPRE PARA SEGUIR PINTANDO MELIPILLA.
Cabe
observar que el busto del maestro González es uno de los tres
monumentos que existen en la misma plaza tributando honores al recuerdo
de vecinos ilustres de Melipilla: los otros son del héroe Ignacio
Serrano, erigido en 1913 y también remodelado hace poco, y el busto del
ministro Rafael Sotomayor Baeza, instalado allí en 1984, ambos
personajes relacionados con la Guerra del Pacífico.
Todos
los años, la memoria del artista del óleo grueso y colorido recibe
honores en el día de su nacimiento, cada 25 de septiembre. Del mismo
modo, los miembros cultores de diferentes disciplinas agrupados en el
Ateneo Juan Francisco González, realizan sus actos conmemorativos de
aniversario del centro cultural, cada 27 de julio, en torno al monumento
para tan valioso representante de la pintura chilena, hecho -a su vez-
por tan valioso maestro de la escultura nacional.
Dichos
actos públicos y conmemorativos se han convertido ya en otra de las
varias tradiciones locales, con participación del orfeón y orquesta
municipal, lecturas de poemas, música folclórica en vivo y otras
manifestaciones artísticas perpetuando la gratitud melipillana con tan
ilustres personajes.
Mensajes recuperados desde el primer lugar de publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:
ResponderEliminarojo humano3 de julio de 2018, 22:05
La belleza de sus obras perdurará en el tiempo y espero que la tradición de celebrarlo no se pierda.
Gracias por mostrarnos el valor de lo nuestro
Unknown28 de enero de 2022, 21:02
Excelente nota sobre el " último de los clásicos y el primero de los modernos".