ANCKER NIELSEN: HUELLAS EN IQUIQUE DEL ARQUEÓLOGO, EXPLORADOR Y DUEÑO DE LA "FARMACIA DANESA"

 

La antigua casona, vista desde el lado de la Plaza Prat.
Coordenadas:  20°12'53.11"S 70° 9'6.93"W (ex ubicación de su residencia-farmacia)
Ancker Nielsen Schulz fue un hombre desbordado por los talentos, tanto así que dejó para Iquique, aquí en su patria adoptiva chilena, un enorme doble legado: por un lado, un gran trozo de historia y cultura urbana con la época de su tradicional "Farmacia Danesa", y por el otro lado, sus extraordinarias investigaciones arqueológicas realizadas en la zona costera de Tarapacá, con hallazgos que hoy ocupan vitrinas del Museo Regional de Iquique.
El prodigioso escandinavo había llegado a Chile en 1918, a la edad de 28 años de edad. Venía desde Dinamarca con el título de farmacéutico, pergamino que revalidó en la Universidad de Chile para continuar ejerciéndolo en el país. Destacó rápidamente por su eficiencia, profesionalismo y honradez más allá del rubro, por supuesto, ganándose el reconocimiento de las autoridades y, así, en 1928 fue designado para ocupar el cargo de Vicecónsul de Dinamarca en Iquique, asumiéndolo a partir del año siguiente.
Hombre corpulento, silencioso, serio y de rostro cuadrado pero de marcados ojos claros, era un verdadero trabajólico sin remedio, cuyo tiempo libre dedicaba en gran parte para continuar con sus estudios personales sobre distintas materias, especialmente con relación a la naturaleza. Incluso sus sagradas caminatas de domingos por la costa de Iquique o sus salidas a las playas, especialmente hacia el lado Sur y realizadas desde su llegada a la ciudad, las hacía para contemplar aspectos geográficos y marinos más que por pura distracción. Esta costumbre la mantuvo por cuarenta años más, cuando sólo la muerte se la pudo arrebatar.
No obstante su carácter adusto, do Ancker era muy querido y respetado por la sociedad de Iquique; a su vez, él declaraba su cariño por los iquiqueños por considerarlos gente agradable y sencilla, como recordó una vez el periodista local Ricardo Torres Peña, quien lo conoció en vida.
El señor Ancker Nielsen, apoyado en el frontis de su "Farmacia Danesa" de Iquique, hacia 1956. Imagen perteneciente al Catálogo Fotográfico del Museo Regional de Iquique.
Don Ancker Nielsen, en imagen publicada por la revista "En Viaje" en 1961.
Poco tiempo después de su arribo, hacia 1920, Nielsen había instalado en Iquique su célebre negocio, muy recordado en la historia del comercio de la ciudad: la "Farmacia Danesa", con su sede en una bella residencia de influencia victoriana, estilo tan conocido en esta ciudad. La botica se encontraba a un costado de la Plaza Prat y del Teatro Municipal, en la dirección de Baquedano 702, haciendo esquina Thompson.
Además de la cantidad de productos farmacéuticos en venta, el local era conocido por hallarse justo frente al paradero de transportes que había en Plaza Prat, primero para los tranvías y después para el sistema de microbuses. Junto a los demás empleados, Nielsen solía atender personalmente detrás del mesón de madera de esta tradicional farmacia, sobre cuya entrada había hecho colocar un elegante blasón danés. El segundo piso en la casona era también su residencia, donde vivía con su distinguida esposa.
Una leyenda siniestra involucró indirectamente a la "Farmacia Danesa" hacia los años cuarenta o cincuenta, por cierto: se cuenta que un empleado de la misma salió una vez a reunir los pagos por la entrega a crédito de los medicamentos a las boticas de los campamentos salitreros, en este caso el pueblo de La Noria, para lo cual compró el boleto en la Estación del Ferrocarril con destino a Pozo Almonte. Allá la locomotora debió detenerse por un desperfecto y comenzó a ser reparada, pero en vista de que parte de los repuestos debían ser enviados desde el puerto, se  postergó el servicio hasta el día siguiente. Impaciente, el empleado decidió irse a pie desde Pozo Almonte hasta su destino en La Noria, salitrera cargada de muchas leyendas e historias macabras hasta nuestros días, en un desafío para el cual sólo le bastaba con caminar siguiendo la ruta de los rieles. Sin embargo, el trabajador de la farmacia desapareció para siempre y nunca más apareció, como si se hubiese esfumado en la pampa durante el trayecto.
Tras el cierre del negocio, el sitio que ocupó históricamente la "Farmacia Danesa" de Ancker Nielsen en Baquedano con Thompson, fue sede de locales de distinto rubro hasta hoy, en que permanece como la casa de un conocido centro gastronómico, bar y pub de la ciudad de Iquique: el "Canto del Mar".
Imagen de la "Farmacia Danesa" en la esquina junto a la Plaza Prat.
Fue en una de sus salidas dominicales que, en 1932, Nielsen conoció a un ciudadano inglés que venía por la orilla de la playa mirando y esculcando como si buscara algo. Al intercambiar algunas palabras con él, éste le contó que había encontrado una antigua punta de flecha entre las rocas y que seguía buscando más piezas arqueológicas que pudiesen hallarse por allí, aunque sin éxito hasta aquel momento. Intrigado por la información, Nielsen se arrojó de cabeza a la pesquisa de algún hallazgo similar, encontrando su primera punta de flecha tres meses después también en la zona costera, golpe de suerte que llenó de emoción y de expectativas al farmacéutico.
El pequeño y modesto descubrimiento, perteneciente a algún ancestral cazador o canoero chango de las costas tarapaqueñas, le abrió una progresión de trabajo e involucramiento en el tema de la arqueología local, convirtiendo sus habituales paseos por la playa en búsquedas interminables. La aparición de nuevas piezas le convenció pronto de la existencia pasada de grandes asentamientos humanos en el litoral y, proveyéndose de mejores recursos, realizando excavaciones y basándose en observaciones intuitivas, su colección de descubrimientos comenzó a crecer con la aparición de más puntas de fechas y restos de cerámica, todo lo cual mantenía en secreto, cuidadosamente guardado y clasificado en cajas dentro de la farmacia.
Sin poder contener su impulso, con grandes dificultades y venciendo la falta de transportes de aquellos años, Nielsen viajaba muy temprano cada fin de semana a hacer sus trabajos de observación y excavaciones en el entonces solitario e inhóspito sector Bajo Molle, unos kilómetros más al Sur de Iquique, extendiéndose aún más allá, hasta Patillos y Cáñamo. Cuentan que iba siempre vestido a la usanza británica y con un sombrero de explorador, con frecuencia acompañado de un joven asistente.
Se sabe que Nielsen realizó también algunas visitas hacia el desierto interior, pero a partir de esta época la mayor parte de sus investigaciones tuvieron lugar en estos tres señalados puntos retirados de la ciudad, aunque otras de sus excavaciones fueron ejecutadas en Patache y hasta en la desembocadura del Loa, a unos 140 kilómetros de Iquique.
A la izquierda, cabeza momificada cubierta por un yelmo de cuero con plumas; a la derecha, puntas de flechas y de lanzas de indígenas costeros nortinos. Son piezas pertenecientes a la colección de Nielsen. Imágenes publicadas por la revista "En Viaje" en 1961.
La suerte otra vez le da un tremendo toque con su varita mágica: aprendiendo ya a identificar posibles sitios de valor, encuentra un importante yacimiento prehispánico hacia el Sur de Iquique, donde halló enterramientos completos con momias, ajuares, alfarería, utensilios varios y hasta restos de comestibles.
A pesar de la espectacularidad de su hallazgo, sin embargo, también lo mantiene en reserva y lo clasifica celosamente en las cajas de cartón que guarda detrás de la "Farmacia Danesa" lejos de la vista del público, alineadas en las estanterías traseras y de cuya existencia, por muchos años, acaso sólo sus más cercanos tenían algún conocimiento. Los clientes que iban a comprar sus aguas de rosas, sales curativas o jarabes digestivos ignoraban el verdadero tesoro científico que se encontraba tras la sala de ventas, que incluía huesos y cadáveres momificados.
Fueron 27 años los que Nielsen dedicó a estos infatigables trabajos, usando sus propios recursos y sin apoyo financiero o logístico de nadie. Nunca publicó un escrito propio sobre sus hallazgos, por lo que mucha información de los mismos quedará para siempre en la penumbra, entre los secretos que el ilustre danés se llevó a la tumba. Sin embargo, en una ocasión reveló públicamente la existencia de algunas pocas piezas de entre sus hallazgos, durante una exposición regional. Fue, quizás, la primera y única vez que se conoció algo concreto sobre el volumen que parecía tener su colección, pues el danés no tardó en volver a su hermetismo y a negarle acceso casi a cualquiera que quisiera verla. Su expreso deseo era que, tras su muerte, todo este tesoro científico fuera dispuesto para la creación del Museo Arqueológico de Tarapacá y que nunca saliese de Iquique.
Recordando su obra y su legado, Oscar Bermúdez Miral escribió una vez sobre el inquieto arqueólogo aficionado:
En 1959 tuvimos oportunidad de conocer el señor Nielsen. No había publicado ningún estudio sobre su trabajo; distintamente de algunos científicos que no rehúyen la publicidad y que más bien la buscan con motivo de cada descubrimiento o expedición a las zonas de estudio, don Ancker continuaba rodeado del más completo silencio. Sin embargo, habían estado en contacto con él tres norteamericanos, uno de ellos Junius Bird, que realizó investigaciones entre Arica y La Serena en 1941 y que se interesó por la colección de Nielsen, y posteriormente la Dra. Mostny y Richard Schaedel.
Más aún, el mismo autor comenta que Schaedel había publicado lo siguiente sobre Nielsen, en 1957:
Es de esperar que el señor Nielsen logre publicar sus interesantes hallazgos sobre este "complejo cultural" (o quizás en este caso un complejo funerario), que parece ser característico de algunas etapas de la cultura de la zona marítima de Iquique.
En 1959, la "Revista Chilena de Historia y Geografía" se interesó en los trabajos de Nielsen y le conminó a realizar una expedición especial sobre las zonas donde se hallaban las pruebas del complejo cultural prehispánico que había estado investigando durante todos estos años. A pesar de estar con complicaciones de salud y debiendo valerse de un asistente para sus trabajos en terreno, aceptó el desafío y la misión se planeó para el segundo semestre, con la reserva de un espacio para publicar en el boletín los resultados de ésta y las anteriores observaciones hechas sobre sus hallazgos. Sin embargo, el destino le había preparado la última de sus sorpresas justo para cuando se encontrara ejecutando las excavaciones de este viaje.
 
Vista actual de la misma esquina que ocupaba la "Farmacia Danesa".
Vitrinas del Museo Regional de Iquique.
Sucedió así que, el día 8 de noviembre de ese año, un fulminante ataque cardíaco tronchó su vida en precisos momentos en que realizaba trabajos en la zona de la playa, asistido por su generoso y joven ayudante. Cayó muerto en las arenas de esos tesoros por los que realmente vibraba su pasión, incluso por encima de la actividad farmacéutica que le daba el sustento y los recursos para sostener su obsesión arqueológica.
La noticia fue lamentada por todos los iquiqueños. Sus restos fueron sepultados en el Cementerio N° 1 de la ciudad, pero serían trasladados luego a su tierra natal en Dinamarca, cuando la familia decidió regresar hasta allá. El Centro de Arqueología del Liceo de Hombres de Iquique, como una forma de homenajearlo, le colocó su nombre al departamento.
El deseo original de Nielsen era que toda su colección quedara dispuesta en Chile, como vimos. Sin embargo, la viuda del señor Ancker -quizás previendo la apatía y falta de interés chileno en su buena conservación- no era de esta idea y prefería que fueran hasta algún museo de Copenhague, por lo que ciertos círculos profesionales daneses comenzaron a ambicionar las valiosas piezas y a hacer gestiones para enviarlas en 40 cajas a Dinamarca, virtualmente secuestradas, hacia 1960. Afortunadamente, justo en momentos en que se le permitió un breve acceso a los investigadores chilenos a este cargamento arqueológico, intervino a tiempo el abogado Sergio Martínez Baeza, posterior Director de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía en Santiago, quien logró motivar a las autoridades chilenas para que prohibieran el traslado de la fastuosa colección. En el año siguiente, hizo en la "Revista Chilena de Historia y Geografía" junto a don Carlos Munizaga Aguirre, académico del Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad de Chile, una publicación dedicada a los trabajos de Nielsen y a una suerte de homenaje a su obra.
Con grandes esfuerzos, entonces, Martínez Baeza, Munizaga Aguirre más otros colaboradores que intervinieron y entre los cuales estaba el conocido Padre Gustavo Le Paige, famoso por sus trabajos arqueológicos al interior de Atacama, se logró que la colección Nielsen pasara a manos de la Municipalidad de Iquique bajo la tuición de la Universidad del Norte. Se pagó a la familia del fallecido farmacéutico a través de la Embajada de Dinamarca, por las piezas que permanecían guardadas por esos días en las bodegas de don Alfredo Gary, siendo estudiadas por el conocido arqueólogo Lautaro Núñez. Con el Alcalde Soria Quiroga a la cabeza, la Municipalidad desembolsó 10.000 escudos por la colección.
De dulce y de agraz tuvo la decisión de mantener la colección en Iquique, sin embargo. Por un lado, se logró hacerla permanecer en territorio chileno como era la voluntad de su dueño-colector y como le convenía culturalmente a nuestro país, encargándose su conservación a don Alfredo Loaysa Bustos. Pero, por otro lado, se dio un problema ya conocido y muy repetido: por falta de recursos, espacio y personal calificado, muchas de las cajas fueron arrumbadas en total desorden, perdiéndose etiquetas de clasificación y, en algunos casos, siendo robadas y extraviándose para siempre en secretas colecciones privadas, cosa que muy seguramente no habría sucedido en Dinamarca, de haber ido a parar allá como casi ocurrió.
A partir de entonces, esta colección paseó consecutivamente por lo menos entre dos sitios que sirvieron de museo, en muy malas condiciones de conservación, la primera de ellas en los subterráneos de una casona atrás de la Plaza Prat (Serrano con Ramírez) y luego en el depósito ferroviario, desapareciendo en el intertanto tantas piezas que las expuestas quedaron reducidas a una vitrina única hacia inicios de los noventa, a pesar del compromiso que existía por la parte chilena -y particularmente de la municipalidad- respecto de preocuparse del buen estado y destino de las piezas.
En esta deplorable situación se mantuvieron hasta que se decidió rescatarlas de las cajas arrumbadas, muchas de ellas en sus mismas de hacía 50 años. Fueron, así, hasta el Museo Regional de Iquique ubicado a pocas cuadras de la que fuera la "Farmacia Danesa", en el Paseo Baquedano 951 (edificio de los ex Tribunales de Justicia, ocupado por el museo desde 1987), donde desde un traslado anterior a la antigua Estación de Ferrocarriles ya eran exhibidas algunas de ellas como parte de la colección de estados culturales de la Región de Tarapacá. Es, desde entonces, la más importante de las colecciones disponibles las vitrinas del mismo museo.
En tanto, el local que por cuatro décadas perteneció a la "Farmacia Danesa" de Nielsen, en esa misma esquina junto a la Plaza Prat y que sirviera de secreto refugio a piezas de incalculable valor científico como momias, restos de enterramientos, cerámicas indígenas, trozo de madera tallada, trozos de cerámica, máscaras rituales y hasta muñecas precolombinas, pasó a ser ocupado por distintos negocios hasta quedar involucrado en el carácter bohemio que hoy domina a estas cuadras de Baquedano, perteneciendo en nuestros días al señalado restobar "Canto del Mar".

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