LA JAZMÍN: EL DÍA MÁS HOT DE LOS VERANEANTES DE CARTAGENA
El verano iniciado a fines de 1983 y agotado en marzo de 1984 se vivió con la inercia de la precariedad económica, a causa de la reciente Recesión Mundial y sus devastadores efectos aún frescos. Chile, un país que había experimentado una breve pero esperanzadora recuperación hacia fines de los años setenta, otra vez quedaba de manos en bolsillos y perdiendo hasta la ropa sucia. Quizá fue por algún alcance del efecto lipstick , pero los santiaguinos no abandonaran las merecidas y ansiadas vacaciones en la costa: eran su único gran gustito en los años de crisis, cuando la billetera decidía por completo el destino al cual irían a parar maletas y bolsos, al menos cuando había posibilidad de uno. Llolleo, San Antonio, Cartagena, Las Cruces, El Quisco, El Tabo, todos los balnearios en el hoy llamado Litoral de los Poetas, ya eran destinos populares y con frecuentes paseos de trabajo e incursiones de estudiantes en semanas de celebraciones. La misma proximidad del sector cos